Evangelio del viernes: ¿dónde está tu corazón?

Comentario al Evangelio del viernes de la 11.º semana del tiempo ordinario. “Donde está tu tesoro allí estará tu corazón”. El secreto de la felicidad es acumular la riqueza que se consigue con un corazón enamorado.

Evangelio (Mt 6,19-23)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los corroen y donde los ladrones socavan y los roban. Amontonad en cambio tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Por eso, si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará iluminado. Pero si tu ojo es malicioso, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Y si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡qué grande será la oscuridad!”.


Comentario al Evangelio

Muchas veces las enseñanzas de Jesús manifiestan la sabiduría humana, característica de la tradición sapiencial de Israel. Ya en los Proverbios se lee: “No te afanes por adquirir riqueza, ten la prudencia de desistir” (Pr 23,4).

Sin embargo, en este pasaje del evangelio el Señor no nos invita a dejar la natural inclinación humana a acumular tesoros, a la prudencia de preparar el futuro guardando algo de dinero para cuando lo necesitaremos. Él insiste más bien en qué tipo de riquezas conviene amontonar: tesoros celestiales.

En otro momento, cuando un joven le pregunta qué tiene que hacer para ser perfecto, Jesús le contesta: “Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes y dáselos a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos” (Mt 19,21).

La única riqueza que nunca se puede perder es el amor que cada uno de nosotros ha puesto durante el tiempo que se le ha dado. San Juan de la Cruz decía que al final de nuestra vida seremos juzgados en el amor, es decir en nuestro empeño concreto de amor y servicio a Dios y a nuestros hermanos los hombres.

Si es verdad que “donde está tu tesoro allí estará tu corazón”, es verdad también lo contrario: “donde está tu corazón, es allí donde estás acumulando tu tesoro”. Por eso de vez en cuando ayuda pensar en qué está metido nuestro corazón, en cómo invertimos nuestro tiempo, en cuáles son nuestras preocupaciones. Nos daremos cuenta si estamos sólo en nuestras cosas o hay espacio para los demás. Si el motivo de nuestro existir es un generoso servicio a Dios y a los hombres.

Así explicaba san Josemaría el secreto de la felicidad: “Lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado” (Surco n. 795).

Giovanni Vassallo // Photo: Ralph Rav Kayden - Unsplash