Opus Dei

En su taller de Nazaret, Jesús aprendió y ejerció el oficio de carpintero. Desde allí nos enseña a cultivar el mundo convirtiendo toda nuestra vida en un diálogo personal con Dios.

San Josemaría hablaba de un "quid divinum" -algo divino- que podemos descubrir a nuestro alrededor y en las cosas que hacemos. Entonces, se nos abre una nueva dimensión en la que compartimos todo con Dios.

Nos metemos en la piel del ciego Bartimeo en el día que supuso un antes y un después en su vida.

Parábolas como la del del fariseo y el publicano nos depararán más de una sorpresa si sabemos bucear en las palabras de Jesús.

Zaqueo se habría conformado con poder ver a Jesús. Pero sus expectativas quedaron superadas cuando el Maestro le pidió alojamiento. ¿Hay mayor alegría que tener al mismo Dios en tu casa?

Aunque el dolor es una de las experiencias más comunes de la vida, siempre sorprende y continuamente nos exige aprender y adaptarnos a las nuevas circunstancias.

A lo largo de nuestra vida de oración también aparecerán dificultades o dudas. Hay muchas razones para pensar que en esos momentos Dios está especialmente cerca.

La amistad que ofrece un cristiano a quienes le rodean siempre ha sido un motivo de admiración. Con el paso del tiempo, surgen siempre nuevos escenarios y nuevos retos.

Orar. En el Nuevo Testamento, Jesús nos enseña cómo podemos relacionarnos con nuestro Padre Dios. Esta experiencia de la oración la han tenido miles de personas a lo largo de los siglos, pero en ocasiones no sabemos cómo dirigirnos a Dios o no tenemos certeza de que nos atienda.

Dios nos hace experimentar nuestra oración de la manera que más nos conviene en cada momento. Santa Isabel es un testimonio de cómo la paciencia y la constancia se transforman en una plena alegría.