Xabec, una puerta al empleo de jóvenes vulnerables

Crónica del almuerzo informativo celebrado en Madrid. Intervinieron, además del director de Xabec, Harouna Garba, originario de Togo, exalumno de Xabec y actual mantenedor informático del centro; y Elena Escuder, abogada experta en inmigración y voluntaria del proyecto.

La inserción laboral, la innovación educativa, la inclusión social podrían ser los tres ejes que definen Xabec, un Centro de Formación Profesional, en Valencia, que nació en 2002, y por el que han pasado ya más de 8.000 alumnos, tanto en formación reglada como en cursos formativos.

Antonio Mir, director de Xabec, explica que siempre le atrajo “ayudar al vulnerable, a aquel que tiene especiales dificultades en el aprendizaje”. Junto con otras personas del Opus Dei, comenzó este centro de formación, que se especializó en algunas titulaciones que no existían entonces, como mantenimiento industrial o instalaciones frigoríficas.

En el almuerzo informativo celebrado en Madrid, además del director de Xabec, también ha asistido Harouna Garba, originario de Togo, exalumno de Xabec y actual mantenedor informático del centro; y Elena Escuder, abogada experta en inmigración y voluntaria del proyecto. Hay que tener en cuenta que el 25% de los alumnos son inmigrantes africanos y latinoamericanos.

Xabec acaba de recibir el “Premio a la Excelencia en la Formación Profesional 2018”, otorgado por la Comisión Europea, debido a la innovación educativa. Además, también en 2018, ha sido nombrado mejor centro de formación profesional dual de España por la Fundación Bertelsmann y el Cercle d’Economia.

Harouna Garba, Antonio Mir y Elena Escuder.

El ‘milagro’ de Harouna Garba

Harouna está felizmente casado y es padre de tres hijos. Trabaja en Xabec y con una sonrisa infinita recuerda su pasado. Salió de Togo con 12 años, solo, en busca de un futuro mejor: “quería ser útil, quería ser alguien”. Atravesó Mauritania y Marruecos y llegó a Fuerteventura. Tuvo que dormir en el desierto, a la intemperie. Y lo hacía, como le enseñaron, con las piernas abiertas, para evitar el ataque de una boa. Por fin, Valencia. Tenía 16 años y 7 euros en el bolsillo.

“Para mí, Xabec es una oportunidad”, cuenta Harouna. “Si hubiera muchos Xabec –continúa- no habría tantos inmigrantes pidiendo en las puertas de los centros comerciales. Si pudiera, pondría un proyecto similar en mi país”.

Es musulmán y practica con normalidad su religión. De hecho, no entiende la expresión ‘católico y no practicante’, ya que significaría que “uno no sabe lo que es”. Se muestra agradecido por el respeto que siempre ha visto en Xabec, y que si Dios quiere… seguirá unido a este centro profesional “hasta que la muerte nos separe”, concluye con humor.