Hoy el día ha estado marcado por el Via Crucis. He podido seguir la ceremonia de cerca y me ha parecido preciosa: el texto preparado por las Hermanas de la Cruz, tan directo y pegado a la tierra, la música, el coro y, por supuesto, las espectaculares tallas. Pienso que ha sido muy fácil rezar.

Y después me han ayudado las palabras del Papa. Creo que entender el sentido del dolor, de la Cruz, es uno de los grandes retos del cristiano. Hay jóvenes, como algunos amigos míos, que se han alejado de la Iglesia porque dicen que no entienden que un Dios omnipotente y bueno permita el sufrimiento. No es fácil de entender pero hoy, en el Via Crucis, se nos ha recordado cómo Dios está muy cerca del que sufre, o mejor, como Él es “el que sufre”: por amor al hombre, Jesucristo se ha hecho pobre, marginado, inmigrante, preso, perseguido.

Y al final, me ha impresionado la fuerza con la que el Papa nos ha pedido a los jóvenes que no pasemos de largo ante el sufrimiento humano. Son palabras bonitas... pero también muy exigentes.