Un campo de trabajo a orillas del Danubio para ayudar a familias gitanas
Esztergom es una ciudad del norte de Hungría, a orillas del Danubio, en la frontera con Eslovaquia y sede de la Catedral Primada de Hungría. Cuenta con apenas treinta mil habitantes, pero en sus calles se respira la historia de Hungría, desde el nacimiento y la coronación del rey San Esteban en el año mil y durante el segundo milenio del Cristianismo.
Desde el Club Juvenil Amura, de Madrid, junto con el Club Txindoki de San Sebastián y el Club Alaiz, de Pamplona, nos pusimos en contacto a través de un conocido, con Mons. János Székely, obispo auxiliar de Esztergom-Budapest y responsable de la Conferencia episcopal húngara para la pastoral de los gitanos, que promueve diversos proyectos para ayudar a la población gitana. Actualmente son el diez por ciento de la población húngara y, por diversos factores culturales, históricos y sociales, se encuentran en numerosos casos marginados respecto al resto de la población.
Para trabajar en uno de estos proyectos acudimos un grupo de treinta y cuatro estudiantes de bachillerato de Madrid, Pamplona y San Sebastián. Nuestro trabajo consistió en mejorar las condiciones materiales de las viviendas –chabolas- de un poblado de gitanos situado a las afueras de la ciudad: retirada de escombros y basuras, acondicionamiento de un descampado contiguo para la instalación de un parque, construir suelos de cemento en las casas, pintar paredes, etc. El trabajo era fatigoso y cansado, pero pronto se creó un clima de sana competencia para arrimar el hombro y emprender las diversas tareas con buen ritmo.
En los alrededores del poblado gitano se encuentra un centro social atendido por dos religiosos. En su labor diaria procuran mejorar la formación de estas familias con clases, catequesis, actividades deportivas, etc. Estuvimos en frecuente contacto con ellos y un día les invitamos a la tertulia para que nos contasen su trabajo con estas familias.
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Un futuro hospital de maternidad en la diócesis más pobre de Kenia
En el Colegio Retamar organizan todos los años unos Campos de Trabajo para alumnos de 1º y 2º de Bachillerato (dieciséis-dieciocho años) con el fin de que los alumnos aprovechen las vacaciones de verano para trabajar por los demás, conozcan las necesidades reales de personas con menos recursos y aprendan a aliviarlas con su trabajo y esfuerzo. Reproducimos una de las “crónicas de urgencia” narradas por los chicos y publicadas en la web del Colegio para conocimiento de sus padres y de sus amigos.
Desde Kenia: (3) Tercera crónica desde Kimangao.
Hemos dividido el trabajo en varios equipos: el más grande está dedicado a la construcción del futuro hospital de maternidad, construyendo estructuras, demoliendo muros, cavando zanjas para tuberías de conducciones sanitarias…
El Segundo equipo es el de construcción de edificaciones y se dedica a levantar muros de ladrillo, poner cimientos, etc. Otro equipo realiza el trabajo de preparar los muros para pintarlos de un edificio que será un Centro de Catequesis.
Hoy tenemos la suerte de que es un día fresco. No está haciendo mucho calor, aunque no podemos olvidarnos del calor, que vendrá, sin duda. No tenemos problemas para beber agua pero tenemos solo una cierta cantidad para el aseo, para el que tenemos un pequeño recipiente diario. Es muy difícil permanecer limpios con la tierra roja del país.
Sin embargo, sí estamos comiendo bastante bien, gracias al cocinero y el equipo que le ayuda que nos ha puesto el Obispo.
Una señal que muestra lo cansados que estamos es que nos vamos a la cama temprano por la noche. Anoche tuvimos una tertulia con Kevin que nos dio una visión completa y muy elocuente de Kenia, pero nos costó mantenernos despiertos: estábamos agotados. Naturalmente, no tenemos televisión y no hemos podido ver el partido de fútbol de España en la Eurocopa.
Hoy, la cabra que tomaremos de cena mañana, ha intentado escapar pero no lo consiguió porque fuimos capaces de capturarla a tiempo.
En pocas palabras, aunque no nos olvidamos de nuestras familias, estamos pasando grandes momentos y tengo la impresión de que estamos ayudando a este pueblo lleno de alegría y nos estamos conociendo mejor cada uno a sí mismo y a los demás: estamos mejorando, cada uno sabe en qué.