Universidad de Navarra

“La herencia de Mons. Escrivá de Balaguer”, escrito por Luis Ignacio Seco.

Desde su fundación, en 1952, la Universidad de Navarra, se ha ido desarrollando gradualmente hasta contar con veinte facultades, escuelas e institutos, en los que cursan estudios más de diez mil alumnos en cursos regulares, y seis mil quinientos en programas de perfeccionamiento. El sistema de enseñanza y de vida universitaria, inspirado en el criterio de la responsabilidad personal y de la solidaridad entre todos los que trabajan allí, se ha demostrado eficaz y constituye una experiencia muy positiva en la actual situación mundial de los estudios superiores. De ella salen hombres y mujeres bien preparados para construir, si quieren, una sociedad más justa.

Esta Universidad, que acoge también a numerosos estudiantes afroasiáticos y latinoamericanos, fue puesta en marcha –con el impulso y la oración constantes de Mons. Escrivá de Balaguer– por un grupo de profesores procedentes de otras universidades, y ha servido para dar cauce a la ayuda de numerosas personas que ven en los estudios universitarios una base fundamental del progreso del país, cuando están abiertos a todos los que merecen estudiar, sean cuales sean sus recursos económicos.

La mitad, aproximadamente, de los alumnos, son navarros. De ellos, en 1985, el 44% procedía del sector social de rentas inferiores, mientras que el 45% provenía de niveles de rentas medias. Sólo el 9% correspondía a las familias de rentas más elevadas.

Esta realidad ha sido posible gracias al esfuerzo de la Universidad en la provisión de becas –en 1985, el 40% de los alumnos tuvieron becas–, y en el asesoramiento a los estudiantes sobre las convocatorias públicas y privadas de ayudas a las que pueden acogerse.

Por otra parte, los estudiantes tienen acceso al sistema de crédito educativo, por el que diversas instituciones bancarias financian sin intereses el coste de los estudios, sin exigir la devolución del préstamo hasta varios años después de que el beneficiario haya encontrado un empleo fijo.

«La vida de este centro universitario –ha dicho Mons. Escrivá de Balaguer– se debe principalmente a la dedicación, a la ilusión y al trabajo que profesores, alumnos, empleados, bedeles, estas benditas y queridísimas mujeres navarras que hacen la limpieza, todos, han puesto en la Universidad. Si no fuese por esto, la Universidad no hubiera podido sostenerse».

Y, efectivamente, es esta colaboración plural y constante la que explica el funcionamiento, el desarrollo, el rápido prestigio alcanzado en pocos años y sus estrechas relaciones con Universidades históricas como la Sorbona, Coimbra, Munich, Lovaina, Harvard, etc.

Económicamente la Universidad se financia con las matrículas de sus alumnos y con la ayuda de diversas instituciones. El Ayuntamiento de Pamplona concedió una parte de los terrenos. La Diputación Foral colabora en algunos gastos de sostenimiento. El Estado español dio las subvenciones previstas por la ley para la creación de nuevos puestos escolares. Las corporaciones guipuzcoanas colaboran en el sostenimiento de la Escuela de Ingenieros Industriales, cuyo instrumental científico procede de un donativo de los Estados Unidos. La obra asistencial alemana Misereor contribuyó a la financiación del plan de los nuevos edificios. La Fundación Huarte ha aportado recursos para la investigación sobre el cáncer que se realiza en la Universidad. También la Fundación Gulbenkian y numerosas empresas se interesan y cooperan en las tareas de investigación... Y sin embargo, la ayuda más agradecida es la de la Asociación de Amigos de la Universidad de Navarra, formada por miles de personas, españoles y extranjeros, de todas las clases sociales, muchas de ellas de escasos recursos económicos, que colaboran, en la medida de sus posibilidades, a sostener esta tarea de servicio y de promoción social, de la que son un claro exponente los más de veinte mil alumnos que se han formado en sus aulas.