Una reunión de familia numerosa

Doce mil chilenos acudieron al encuentro con el Prelado del Opus Dei el día de la Asunción.

Mons. Javier Echevarría durante la tertulia

El Movistar Arena estaba a tablero vuelto. No para oír a un cantante de rock, sino a un sacerdote de 81 años, Monseñor Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei. 

Familias enteras llegaron al lugar, la soleada mañana del jueves 15 de agosto, en que se celebraba la Asunción de la Virgen y fue, precisamente, la familia el tema central de sus palabras, que no eran una homilía o un sermón. Tampoco un soliloquio, sino una conversación paternal salpicada de buen humor. Fue, como él la definió, “una tertulia, una reunión en familia”.

 La pregunta inicial partió con un agradecimiento :

-Padre, en primer lugar quería darle las gracias por venir a vernos al fin del mundo.

El Prelado interrumpió:

-Ya me las han dado varias veces… Oye, el fin del mundo, no… Si me permitís una licencia del lenguaje, Chile no es el fin del mundo. Chile es siempre el ombligo del mundo, por lo tanto sentíos como en un cordón umbilical con todos los países…

Y retomando el agradecimiento, recordó con ese humor suyo:

-Me llamó una monjita superiora de una congregación y me dijo: “Monseñor, yo quería agradecerle con toda el alma la ayuda que nos prestan desde el Opus Dei”. Y yo le dije: “A Dios”, y me colgó el teléfono. La volví a llamar y le dije: “Madre, probablemente no me ha entendido, yo no me quería despedir; únicamente quería decirle que eran gracias a Dios. Y ella me dijo: “Pues, sí, cuando he colgado el teléfono le dije a mi secretaria: Debe tener mucha prisa, monseñor”.

Familia en Movistar Arena Santiago

Luego vino la pregunta de quien había comenzado por agradecer. La hizo Agustín Cornejo que trabaja en la Escuela Agrícola Las Garzas, situada en Chimbarongo. Comentó que este año cumple 50 años de existencia al servicio de la familia campesina y que allí han estudiado tres de sus seis hijos.

-Padre, ¿qué podemos hacer para fortalecer la familia?

-La tuya y la de los demás… Para eso te digo algo que le he escuchado a San Josemaría repetidamente. Que tú y tu mujer, tu esposa, os queráis más cada día. La vida cristiana es comenzar y recomenzar. Esa gracia del sacramento no se quedó en el día de vuestra boda. Esa gracia informa toda vuestra vida. Y para ayudar a vuestra familia, en primer lugar que sepáis ocuparos gozosamente de las otras personas de la familia: tú, de tu esposa y de tus hijos. Tu esposa, de ti y de tus hijos. Primero, en el matrimonio que os queráis muchísimo. Más que a los hijos. No penséis que es una aberración. Si os queréis muchísimo, muchísimo, muchísimo, muchísimo, pues tus hijos aprenderán también a querer con rectitud de intención. Por eso, cuando llegues a casa que entres con una sonrisa y preguntándole “¿cómo estás?”

Agustín Cornejo, profesor Escuela Agrícola Las Garzas

            

Con un emocionado aplauso recibieron los asistentes la pregunta de Susana Wilson, la madre de José Ignacio Ureta, quien, recién nacido, sanó de serias patologías y de haber sobrevivido a un paro cardiaco de más de media hora mientras su madre le rezaba a don Álvaro del Portillo.

Doce mil personas llegaron a escuchar al Prelado del Opus Dei

-Ahora que nuestro hijo está sano –preguntó, acompañada de José Ignacio, hoy de diez años.–, ¿cómo contribuir a que las personas se den cuenta de que, con fe, Dios nos ayuda en nuestras necesidades?

Susana Wilson, mamá de José Ignacio Ureta, el niño del milagro de Don Álvaro del Portillo

Tras destacar el sentido de la enfermedad como purificación “y para acompañar a Cristo en la cruz”, Monseñor Echevarría se refirió a Álvaro del Portillo, a quien llamó “mi queridísimo predecesor”. Dijo que se había tomado muy en serio siempre “el servir a Dios, el estar con Dios y el agradar a Dios, luchando”. Luego comentó que en una ocasión les dijo que quién podría considerar que Simón de Cirene fue un desgraciado porque no buscaba la cruz, no quería llevarla y se encontró con la cruz de Cristo… “Y gracias a ese coger, a ese amar esa cruz que no esperaba entró en su casa la verdadera felicidad: sus dos hijos fueron dos santos que la Iglesia venera. Por eso, dad muchas gracias a Dios porque habéis conseguido del Señor, y por la intercesión del queridísimo don Álvaro, la curación de vuestro hijo. La fe tiene que traducirse también en que sepamos rezar más… Rezar es hablar con Dios de lo que nos ocupa. Procurad que esa fe con que habéis pedido segurísimos de que ibais a conseguir esa gracia a través de la intercesión de don Álvaro, que la pongáis por obra también a la hora de vivir en familia, a la hora de trabajar y enseñad a los niños, a vuestro hijos, desde que son pequeños, a rezar… ¡Enseñad a tener la alegría de preocuparse de la familia!”

El Prelado definió este encuentro como una 'gran reunión familiar'

Tanto al iniciar sus palabras como al terminarlas pidió rezar por el Papa Francisco y por la Iglesia, y también por él y por el Opus Dei, que busca secundar la gracia de Dios. Explicó que se está trabajando en 67 países, “pero nos están llamando de Vietnam, Ucrania, Bielorrusia, desde países del África… Pedid también para que yo tenga deseos de convertirme todos los días, que es la finalidad de la vida cristiana: convertirse, comenzar y recomenzar”.

Familias llegando a la tertulia con el Prelado del Opus Dei

Y concluyó con una pregunta:

-¿Puedo decir al Papa Francisco, cuando le vea, que en Chile estáis decididos a hacer apostolado? ¿A vivir la sobriedad? ¿A acompañar al Papa en las necesidades que tenga?

La gran concurrencia respondió con un sonoro “sí, Padre”.

-Os habéis comprometido, ratificó.