Una pequeña casa para una gran familia

Al principio de la quinta semana de cuarentena me preguntaron: "¿Cómo te las arreglas con todos tus hijos en una casa tan pequeña?".

Mi marido y yo tenemos una pequeña y feliz prole de nueve niños, de entre 5 y 22 años. A pesar de que no tenemos mucho espacio físico, mi marido es un experto de la construcción y es capaz de sacar espacio de donde no parecía haberlo. Nuestra casa es estrecha, pero estamos acostumbrados.

En marzo, los primeros días de la cuarentena fueron una aventura. Todos los niños, desde el que va a preescolar hasta el que frecuenta la Universidad estaban encantados con la idea de no ir a clases. Lo afrontamos como unas largas vacaciones. No pasó mucho tiempo antes de que nos diéramos cuenta de que, si debíamos “sobrevivir” todos juntos, el orden y la rutina serían "esenciales". Por eso mi marido y yo decidimos que esta sería una oportunidad para inculcar algunas virtudes, tanto por nuestro bien como padres como por el de nuestros hijos. Nunca nos planteamos la educación como un choque -"nosotros contra ellos"- sino como un modo de buscar ser todos más felices en este pequeño hogar nuestro. Poco a poco, empezamos a incorporar algunas costumbres en nuestra rutina. Algunas se afianzaron naturalmente sin mucho esfuerzo, y en otras… todavía estamos trabajando.

Nueva sala de estudio y trabajo

Una vez que la novedad desapareció

Las mañanas comienzan con levantarse relativamente pronto, hacer las camas, cambiarse y cepillarse los dientes, vaciar el lavavajillas y preparar el desayuno. Al principio todo iba bien, pero una vez que la novedad desapareció, el horario supuso una lucha para todos. Empecé a disfrutar cada vez más de la tranquila soledad de las mañanas, cuando todos aún dormían, Solo así podía saborear un poco de tiempo para "mí". Pronto, me di cuenta de que era un pensamiento un poco egoísta: tanta gente luchando contra el coronavirus, sacrificándose por los demás, y yo preocupándome por lograr ratos de calma en la vida familiar…

Usamos sitios web en línea para establecer un horario para que los más jóvenes se mantuvieran al tanto de las tareas escolares, los adolescentes en la escuela secundaria continuaron con la educación a distancia. Los mayores continuaron con sus estudios desde casa y siguieron trabajando, lo cual fue otra dificultad para nosotros. Teníamos que tratar de mantenernos callados mientras la gente realizaba reuniones en línea. Publicamos "meeting in progress" en las puertas de los dormitorios, pero incluso entonces, era un desafío. La perseverancia de la fortaleza y la laboriosidad, nos dimos cuenta de que eran más virtudes en las que trabajar.

Desafíos, diversión y nuestros seres queridos

Mi marido trabajaba en casa, pero yo perdí mi empleo a tiempo parcial. Al principio lo vi como una noticia negativa, pero fue algo que me permitió estar más concentrada en los niños. Durante estas semanas hemos cosido, pintado un mural, e incluso intentamos recrear un sistema solar con papel maché (aunque algo hicimos mal, porque Mercurio era del mismo tamaño que Saturno...). He enseñado a muchos de ellos a cocinar, hornear y cargar y descargar un lavavajillas correctamente. Hemos reconstruido y repintado muchas bicicletas, ajustado muchos escritorios, tirado ordenadores viejos... Al tirar cosas y hacer más espacio, en la sala de estar hemos podido instalar una mesa de manualidades.

Todos extrañamos mucho nuestros almuerzos dominicales con la abuela y el abuelo. Echábamos de menos a nuestros primos, sobrinos, amigos y compañeros de trabajo. Y, sobre todo, nos faltaba la misa, la gente de nuestra parroquia, el párroco y nuestra iglesia. Nos entristecía saber por las noticias cuánto estaban sufriendo los enfermos y la gente que moría sola. Les hemos recordado a todos a diario en nuestras oraciones y cuando veíamos la misa por la televisión.

Jiancarlo se divierte.

Un hogar más vibrante

Luchamos para superar la tristeza, el aburrimiento y la pereza. Las conversaciones en la mesa siempre son divertidas y duran mucho más tiempo que antes. Siempre hay música en algún lugar de la casa y por la noche aprovechamos para jugar a juegos de mesa, pues nos divierte a todos.

Yo solía rezar el rosario por mi cuenta, pero ahora varios de mis hijos se unen a mi sin necesidad de que yo les diga nada. Así que cuando mis amigas me preguntan por Whatsapp: “¿Cómo te las arreglas?”, yo les respondo: “Cada uno pone de su parte. Estamos seguros de que todo va a salir bien… si permanecemos juntos”.