Un trabajo para todos

Artículo de Ángel Lasheras Presas en La Voz de Galicia, con motivo del aniversario de la marcha al Cielo de san Josemaría, fundador del Opus Dei.

Hace poco he vuelto a leer unas palabras que siempre me han conmovido: «Esta es tu tarea de ciudadano cristiano: contribuir a que el amor y la libertad de Cristo presidan todas las manifestaciones de la vida moderna: la cultura y la economía, el trabajo y el descanso, la vida de familia y la convivencia social».

Así se expresaba, en el libro Surco (n. 302), san Josemaría, sacerdote y fundador del Opus Dei, fallecido hace hoy 40 años. Con gran lucidez, recibida de Dios, supo ver en todo trabajo humano -intelectual o manual, brillante o humilde, remunerado o gratuito- un medio, una ocasión y un camino para servir a Dios y a los hombres y hacer progresar la sociedad.

Por eso afirmaba también «No es verdad que haya oposición entre ser buen católico y servir fielmente a la sociedad civil» (Surco, n. 301). Para él era evidente el inmenso valor social del propio trabajo, si se realiza con competencia, acabadamente y con deseo de contribuir al bien común. Ese trabajo se convierte así en vocación, no solo humana sino también divina, en camino para encontrar a Dios. San Josemaría, en estos tiempos revueltos y de gran corrupción, coincidiría con lo que ya había afirmado san Agustín muchos siglos antes: ese modo cristiano de trabajar -honrado y eficiente, noble y desinteresado, alegre y positivo, fraterno y colaborativo- es, sin duda, «la gran salvación del Estado» (Carta 138).

Es difícil medir el efecto que producirá esa onda a medida que se vaya extendiendo por la sociedad: docentes empeñados en ayudar a la infancia a desarrollar bien toda su plenitud humana; una gestión económica y empresarial que busque sobre todo crear oportunidades de trabajo digno a personas y familias; un ambiente laboral y deportivo empapado de lealtad, sinceridad y honradez; artistas contemplando y expresando la verdadera belleza de Dios, del ser humano y del mundo creado; hogares donde se aprenden el respeto al otro, la ciudadanía y el trabajo en equipo; una solidaridad organizada profesionalmente?

Cada cristiano es así «la piedra caída en el lago. Produce, con tu ejemplo y tu palabra un primer círculo? y este, otro? y otro, y otro? Cada vez más ancho. ¿Comprendes ahora la grandeza de tu misión?» (Camino, n. 831).

Este es el núcleo del mensaje que Dios confió a san Josemaría: un trabajo para todos. Pero no cualquier trabajo, no hecho de cualquier modo ni con cualquier fin, sino opus Dei: un «trabajo de Dios», un buen trabajo.

Ángel Lasheras

La Voz de Galicia