Un santo global

Artículo de José Manuel Estévez-Saa sobre Álvaro del Portillo

DESDE que el papa Francisco tomó posesión de la Cátedra de San Pedro, somos muchos los que no hemos dejado de prestar atención a cada una de sus meditadas y reconocidas decisiones. Una de las primeras que tomó el jesuita bonaerense fue la de aprobar la beatificación de don Álvaro del Portillo (1914-1994), que tendrá lugar el 27 de septiembre en Madrid, tras firmar el 5 de julio de 2013 el decreto que reconocía el milagro obrado por su intercesión. Siete Papas no se pueden equivocar. Su trabajo meticuloso en la Santa Sede de Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y el fugaz Juan Pablo I; san Juan Pablo II arrodillado y rezando reclinado ante su cuerpo en 1994, e iniciando su beatificación en 2004; Benedicto XVI ensalzándolo e impulsando el proceso durante su papado; y ahora Francisco rubricando el decreto de su beatificación, son buena prueba de ello. El madrileño Álvaro del Portillo, principal colaborador y sucesor de un san Josemaría que lo denominaba cariñosamente "saxum" ("roca" en latín), por su firme, a la vez que discreta, entrega a Dios y a la formación del prójimo, muestra desde el pasado martes en Galicia la inmensa labor realizada a lo largo de su intensa vida, gracias a la detallada exposición "Un santo en datos", que se podrá visitar hasta el 9 de julio en el Hotel Ciudad de Vigo.

Aunque su extraordinaria dimensión humana y su infatigable labor pastoral han sido resaltadas en la prensa tanto española como extranjera, es su dimensión internacional la que más ha llamado mi atención, pues he podido comprobar una tenaz actividad formativa y asistencial que supo contagiar a medio mundo. Especial mención merecen el Centro Educacional da Pedreira en São Paulo, el Centro Banilad para el Desarrollo Profesional en la provincia filipina de Cebú, el Centro de Formación Rural Ilomba de Bingerville en Costa de Marfil, el Centro Sanitario Abidagba en Nigeria, o el Centro Kimlea de capacitación técnica para mujeres en Kenia. Y así podríamos seguir hablando de iniciativas de protección social en India, Tailandia, Hungría, Argentina, Uruguay, El Salvador, Bolivia o, dentro de Estados Unidos, en el mismo Bronx de Nueva York. También del fomento de sedes educativas en Chile, Perú, Ecuador, Guatemala, México, Brasil, Hong Kong, Filipinas o Japón. De centros de asistencia sanitaria en Venezuela, Honduras, Colombia, Italia, República Democrática del Congo o Nigeria. Así como de hogares para la promoción de la juventud en Camerún, Australia, Kazajistán, Estonia, Polonia, Canadá, e incluso en los suburbios de Chicago y el barrio chino de San Francisco en EEUU. No es de extrañar que hablemos de un santo global y de una beatificación universal en la que 60 países ya han confirmado su deseo de participar.

José Manuel Estévez-Saa

El Correo Gallego