Un sacerdote nunca debe sentirse solo

El seminario conciliar de Madrid congregó a cerca de 400 sacerdotes y seminaristas de la diócesis en una Jornada Sacerdotal convocada con motivo del centenario de Josemaría Escrivá. Artículo publicado en Alfa y Omega.

Concelebración en la Capilla del Seminario.

“El beato Escrivá se desvivió por la fraternidad sacerdotal, por la unidad del presbiterio, condición indispensable para la misión del obispo con sus sacerdotes -dijo el cardenal Rouco Varela-. La fraternidad sacerdotal no es una exigencia de corporativismo sociológico, del que tanto se nos acusa últimamente, sino signo de comunión de quienes se han incorporado al misterio de Cristo”.

“La fraternidad sacerdotal -continuó- es de orden teológico, no sociológico no psicológico, porque los Doce están hermanados sacramentalmente en su unidad. La fidelidad a la comunión les obliga a una fraternidad sacerdotal que hunde sus raíces en la vida trinitaria, y la comunión y amistad, la formación, la especial pedagogía de la Escuela de Cristo con los Doce, es la base de la comunión y de la misión de los obispos y de los sacerdotes”.

El sacerdote queda así “expropiado de sí mismo, como Cristo. La estima de los sacerdotes entre sí para de una vivencia del ministerio en el que todos viven pendientes de Cristo. Un sacerdote nunca debería sentirse solo. Siempre hay un nosotros”. De este modo, “la incardinación supone una serie de actitudes espirituales y pastorales de comunión presbiteral”. Si Jesús llamó a los apóstoles amigos, no siervos, mirémonos como amigos, no como meros compañeros de una tarea pastoral. Sintámonos familia”.

Cerca de 400 sacerdotes y seminaristas acudieron a la jornada.

Para ello, el cardenal Rouco valoró positivamente “las diversas experiencias y corrientes de espiritualidad sacerdotal” que favorecen la vida en común, la atención a los enfermos y afligidos, la corrección fraterna, y la superación de las descalificaciones y de las sospechas entre los sacerdotes. “En una clara eclesiología de comunión -dijo-, el obispo no es sólo un organizador, sino referente de la fraternidad sacerdotal entre sus presbiteros”, y en la Eucaristía está “la fuente y la culminación de la fraternidad sacerdotal”, añadió.

Habla el cardenal Castrillón

Por la mañana habló el Prefecto de la Congregación para el Clero, cardenal Darío Castrillón, sobre El sacerdocio ministerial al servicio del sacerdocio común de los fieles y la llamada universal a la santidad.

El Cardenal Darío Castrillón y Monseñor Tomás Gutiérrez.

Respecto a la identidad del sacerdote ordenado, dijo que “no hay un binomio más falso que el de conservadores y progresistas en la Iglesia: no es digno como miembro de la Iglesia ni como sacerdote el que no es profundamente conservador y profundamente progresista. No se puede entender nuestro sacerdocio en clave funcionalista, ya que es una misión a la cual un hombre es elevado por Dios para ser signo viviente, y no mero recuerdo, de la presencia de Cristo”.

Aludiendo a la situación de Estados Unidos con respecto a los sacerdotes acusados de pederastia, dijo que “el pecado no fue pequeño, sino grande, y además cometido por los que menos debían hacerlo; pero fueron muy pocos, tal vez víctimas de cómo afrontaron su trabajo sometidos a las grandes tentaciones de una sociedad frívola. La Iglesia continúa su peregrinación en medio de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios”.

El cardenal Antonio Mª Rouco Varela habló de fraternidad.

El cardenal colombiano comentó que “la prensa internacional lo ha magnificado, desconociendo la realidad y el regalo que significa el sacerdote para el mundo, la historia, la Iglesia y Dios”.

Señaló cómo, “mientras se denigra en todo el mundo” el ministerio sacerdotal “aparece una persona como el beato, un enamorado del sacerdocio”; y agradeció especialmente “la formación de los laicos en el Opus Dei”.

El cardenal invitó a los sacerdotes a “servir a los demás sin acomodarnos al ambiente de indiferentismo religioso o relativismo moral, sino adhiriéndonos con prontitud y espíritu de iniciativa a lo que quiere Cristo. No vacilamos en constatar nuestros límites y errores, pero precisamente en nuestra debilidad humana radica el poder divin, que transforma, fortalece y rejuvenece continuamente nuestro ministerio, que es anuncio vivo del misterio de Cristo. El ministerio sacerdotal tiene que buscar que todos los hombres puedan ver, encontrar y amar a Cristo. No somos nosotros los dueños de Dios y de sus misterios, sino al revés”.

En la apertura de esta jornada sacerdotal, monseñor César Augusto Franco, obispo auxiliar de Madrid, -acompañado en la mesa por monseñor Fidel Herráez, también obispo auxiliar de Madrid; por el obispo de Getafe, monseñor Francisco José Pérez y Fernández Golfín; y por monseñor Tomás Gutiérrez Calzada, vicario en España de la Prelatura del Opus Dei- recordó el “don que Dios nos hace con la santidad de don Josemaría” y señaló cómo el fundador de la Obra “acudía al seminario conciliar a confesarse y dirigirse espiritualmente con Monseñor José María García Lahiguera”, a su vez también en proceso de canonización.