Un poco de sol para las estrechas calles del Raval

En el año de la canonización de Josemaría Escrivá, la ONG Iniciativas de Solidaridad y Promoción ha lanzado un programa de inserción social en el barcelonés barrio del Raval. Reportaje publicado en la revista Vida Nueva.

El deporte, herramienta educativa.

Hay en el corazón del Raval uno de los barrios más degradados del casco antiguo de Barcelona, una antigua iglesia que con los años ha quedado casi encerrada por las transformaciones urbanísticas del entorno. Su propio ámbito de actuación, que estaba en los niños y jóvenes huérfanos de la antigua Casa de la Caridad, es hoy un vecindario formado por personas de diversas nacionalidades y confesiones, muchas de ellas recién llegadas a la ciudad, cuya única cosa en común suele ser las dificultades para llegar a fin de mes.

Es precisamente en esa ‘Venecia de calles sin sol’, como la describió el escritor francés André Pieyre de Mandiargues, donde se encuentra la iglesia de Montalegre y, con ella, el epicentro de la acción social y humana que la Prelatura del Opus Dei esta llevando a cabo en el centro de Barcelona. Parte de esta labor la desarrolla Iniciativas de Solidaridad y Promoción (ISP), una ONG mediante la que se pretende lanzar un mensaje de esperanza a los niños y jóvenes de este barrio barcelonés, donde un 25% de sus casi 42.000 habitantes son inmigrantes.

El deporte, herramienta educativa.

Más allá de las metáforas, lo cierto es que con la desaparición en 1957 de la antigua Casa de la Caridad la labor de la actual iglesia de Montalegre y, sobre todo, ISP, no se centra ya en aquellos antiguos intentos de bata rallada, sino en los adolescentes ropa multicolor cuyas familias se ven ahora obligadas a vivir en un entorno caracterizado por la precariedad y, a menudo, el rechazo. Son familias desestructuradas en las que faltan el padre o la madre porque se han tenido que quedar en su país. También los pisos suelen ser pequeños, poco accesibles o están en malas condiciones”, reconoce el propio director de Braval, Josep Masabeu, uno de los dos centros que articulan el trabajo de esta ONG.

Formación y deporte

La formación y la integración son dos de los ejes que estructuran la labor de sus dos centros, Braval y Terral, que acogen a casi 200 jóvenes, de los que un 70% procede de 20 países diferentes. A lo largo del año, la intervención se centra en las labores de refuerzo educativo mediante el programa 1@1 (“Uno a uno”), donde adolescentes de hasta 16 años hacen cada día sus tareas escolares con la ayuda de un grupo de jóvenes voluntarios, buena parte estudiantes de la Universidad Internacional de Catalunya. Este eje de actuación se complementa con otro programa de carácter deportivo, en el que los días de entrenamiento y competición de los equipos de fútbol y baloncesto se alternan con los dedicados al estudio asistido.

Excursiones para fomentar la convivencia.

En este sentido, la labor de los voluntarios resulta fundamental. Los casi 60 con que actualmente cuenta ISP intentan constituirse como referentes para los niños, una relación en la que la formación es tan importante como la transmisión de hábitos y actitudes positivas para la convivencia. Al mismo tiempo, las actividades que se organizan durante el verano no son específicas para jóvenes inmigrantes, sino que visitas y excursiones, talleres de música o manualidades y cursos de informática o inglés constituyen una oferta similar a la que se ofrece cualquier otro centro de tiempo libre. “La situación de las familias y el contexto del barrio condicionan a menudo su conducta. Pero nosotros intentamos que vivan como el resto de jóvenes de su edad, apostando así por la cohesión social”, asegura Josep Masabeu, para quien el carácter forzadamente multiétnico de los equipos deportivos contribuye a su vez a construir la convivencia del barrio.

A pesar de este contexto multicultural, las diferencias se viven aquí “con naturalidad. Pretendemos que conozcan los elementos fundamentales de nuestra cultura al mismo tiempo que darles una visión de las relaciones humanas basada en el respeto”. Entre los jóvenes del barrio hay católicos, ortodoxos, musulmanes e hindúes, pero en estos años de trabajo esa diferencia, que incluso condiciona los hábitos de alimentación ha sido abordada desde la óptica del diálogo y la convivencia. Baste como ejemplo el grito de Al-lahu Akbar (“Alá es grande”) que uno de los adolescentes del centro profirió en junio pasado, cuando el cardenal Ricard María Carles acabó de bendecir los nuevos locales de Braval.

Acción coordinada

Más allá de los propios jóvenes, sin embargo, la labor de Iniciativas de Solidaridad y Promoción se complementa con la Acción Social Montalegre (ASM). De hecho, el origen de esta segunda entidad es casi tan antiguo como la propia presencia del Opus Dei en el barrio, que se remonta a 1967. Fu en ese año cuando el entonces arzobispo de Barcelona, Marcelo González, decidió confiar a esta prelatura personal la antigua iglesia de la Casa de la Caridad, cerrada desde hacía diez años. Se iniciaba con ello una nueva etapa de la iglesia de Montalegre, que a los pocos años impulsó la creación de un grupo de voluntarios decididos a emprender una labor de promoción humana y social en el barrio.

Este es el origen de Acción Social Montalegre, que en la actualidad agrupa a unos 200 voluntarios adultos, y de Iniciativas de Solidaridad y Promoción. Ambas entidades, a su vez, reciben la ayuda de la Fundación Raval Solidario, creada en 1998, cuya labor es la búsqueda de recursos para la realización de esta labor de promoción.

En el caso de ASM la labor de los voluntarios vuelve a ser definitiva y se concreta en la visita semanal a unas 500 familias del barrio, muchas de ellas relacionadas con los jóvenes de Braval y Terral, con el fin de comprobar su situación y movilizar recursos para tratar de mejorarla. Este trabajo complementario con las familias resulta fundamental en el Raval, donde existen casi 1.750 pisos subarrendados y la densidad de población supera en 5.000 personas la media de Barcelona. “Intentamos transmitir una visión de la familia, y este trabajo con ellas resulta fundamental”, afirma el propio Masabeu, para quien la labor de una y otra entidad es complementaria. “Es mejor hacer cosas pequeñas pero especializadas, repartiéndose el trabajo, que crear una organización cuyo funcionamiento siempre requeriría muchos recursos”.

Aun así, el trabajo con inmigrantes que llevan a cabo ambas entidades no se limita sólo al barrio del Raval. Desde hace años un grupo de unos 30 voluntarios toma parte también en el Trinitat Vella, un programa destinado a aplicar en la prisión de jóvenes de la Trinidad la metodología de formación y deporte de Braval y Terral, en este caso con una población reclusa firmada en un 70% por inmigrantes.

Construir la convivencia

Con un local recién estrenado, en cuya inauguración estuvo presente el propio presidente Jordi Pujol, Iniciativas de Solidaridad y Promoción tiene ahora como objetivo más inmediato consolidar su programa de inserción socio-laboral para jóvenes, sobre todo los que no han podido concluir la ESO. El absentismo escolar, todavía existente, hace que algunos jóvenes no concluyan sus estudios. “Es la principal barrera para completar su inserción social y construir la convivencia”, dice Masabeu, que está al frente de un equipo de tres profesionales que coordinan la labor de los voluntarios y el día a día de ISP. Frente a esa situación se les intenta aplicar la metodología del 1@1 y hacer que los jóvenes cursen programas de garantía social o cursos de formación ocupacional, en los que una vez más los voluntarios les animarán a lo largo de todo el proceso.

De esta forma el objetivo final de esta presencia no es otro que mejorar la integración mediante la formación y el trabajo y construir una sociedad donde el respeto sea la norma fundamental de convivencia. “No es posible combatir la pobreza material, humana y espiritual”, decía el presidente de la Fundación Raval Solidario, Antoni Bosch, durante la inauguración de la nueva sede de ISP, “si las personas carecen de educación”. Parece que, en el año del centenario y la canonización del fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer, el compromiso de sus miembros en el desarrollo del Raval parece estar llevando algo de sol a las estrechas calles de este barrio en el corazón de Barcelona.

Sergio Rodríguez (Vida Nueva)