“Sin mi conversión, nada tendría sentido”

“Escribo para contar dos favores que me concedió la Virgen de Torreciudad. Pero antes deseo contar mi conversión, porque sin ella nada tendría sentido. En 1997 era una chica de 15 años, sin bautizar...”. La Virgen ha prestado en Torreciudad favores de madre. Ofrecemos una selección extraída de www.torreciudad.org

Virgen y Cristo del retablo de Torreciudad.

Escribo para contar dos favores que me concedió la Virgen de Torreciudad. Pero antes deseo contar mi conversión, porque sin ella nada tendría sentido. En 1997 era una chica de 15 años, sin bautizar, y que pensaba que algo existía pero sin saber hasta que punto podía haber un Dios.

En el curso académico 97/98 vino a estudiar a mi instituto una chica del Opus Dei que congenió conmigo bastante. Me invitó a hacer voluntariado en el hospital infantil del Niño Jesús y en una de nuestras conversaciones salió que yo no estaba bautizada y que tampoco tenía fe.

Mi amiga me propuso asistir a clases de Catecismo para conocer la fe católica y accedí, aunque sólo fuera por cultura. Poco a poco, fui conociendo las verdades de fe, aprendí a rezar el rosario y la estampa de san Josemaría... Rezaba pidiéndole que Dios me diera la fe y me fui formando. Un día entré en el oratorio del club juvenil por el que asistía y mi amiga me explicó que Dios estaba en el sagrario. Lo primero que hizo fue enseñarme a hacer la genuflexión, entonces, me dijo que, además del gesto, había que acompañarla de algo más y me sugirió que podía decir: “Señor, creo firmemente que estás aquí”. Y así lo hice, creyendo firmemente que estaba en el Sagrario. Dios me dio la fe que le pedía porque empecé a creer aquello que le decía, a hacer oración.

El siguiente paso, era decirle a mi padre que quería bautizarme. Se lo dije y me contestó que no, que esperara a cumplir los 18 años. En febrero de 1999 cumplí 17 años y pedí a mi padre como regalo de cumpleaños mi bautismo, y me dejó decidir. El 3 de abril de ese año me bautizó mons. Antonio Mª Rouco Varela, recibí la Primera Comunión y me confirmé junto con otras nueve personas más en la Vigilia Pascual de la Catedral de la Almudena. Mi familia no asistió a la ceremonia pero estuve muy arropada por las chicas del club.

Antes de bautizarme empecé a trabajar en la administración de un centro de la Obra. Como se hace siempre en el Opus Dei me enseñaron a trabajar ofreciendo a Dios mi labor diaria... y poco a poco mi trabajo me fue gustando cada día más. Dios me fue mostrando mi vocación y le dije a mi amiga que deseaba ser del Opus Dei. En el día de hoy no me cambio por nadie, me apasiona mi trabajo y, por supuesto, mi vocación.

Aquí van los dos favores de la virgen de Torreciudad: El 1 de mayo de 1999, en Torreciudad, escribí por tercera vez al Prelado del Opus Dei para pedir la admisión en la Obra, y digo por tercera vez porque ya le había escrito antes de bautizarme, pidiéndole que me encomendara y, más tarde, para contarle mí bautizo. El otro favor es con motivo de los mareos que sufría en cualquier medio de transporte (metro, autobús urbano, tren, autocar, ...); vomitaba y me ponía malísima incluso tomando Biodramina. Le pedí a la Virgen de Torreciudad que me dejara de pasar esto. Desde esa fecha hasta hoy no me he vuelto a marear, e incluso he montado en barco.

Ahora rezo por mi familia, para que encuentren la fe y entiendan un poco la Obra.

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Enfermo y acompañado por la Virgen

A primeros de octubre de 1994 acudí al Santuario de Torreciudad en el día de las Familias y volví a mi ciudad de origen muy removido interiormente, empezando a gozar de una especial devoción hacia Ntra. Sra. de Torreciudad.

A los pocos meses del viaje, en concreto, en abril de 1995, me diagnostican un cáncer de próstata. Recibo la noticia con total tranquilidad y serenidad espiritual, dejando todo en manos del Señor para que Él disponga como mejor le parezca.

He de añadir que dos meses antes a un hermano mío, más joven, le diagnosticaron la misma dolencia sin ninguna esperanza de curación. Falleció al cabo de un año. El 22 de mayo de ese mismo año me operan en el Hospital del Ejército del Aire de Madrid -actualmente cerrado-, situado en la calle de Arturo Soria, por el equipo médico del Dr. Fernando Martín Laborada. Tras casi cuatro horas de quirófano la operación sale satisfactoriamente.

El tratamiento postoperatorio se desarrolla con normalidad hasta que, en la tarde del día 4 de junio, empiezo a sentir diversas molestias y dolores. A la vista de que no se cesan, a las 22 h. aviso al médico de guardia, suministrándome un calmante. Este, no me hace ningún efecto y, por el contrario, aumentan los dolores y molestias, hasta que a las tres de la madrugada no pudiendo soportarlos y dándome cuenta que algo estaba mal por ‘dentro’, decido llamar nuevamente al médico para que tome alguna medida. Al tratar de coger el timbre junto a la cama veo una estampa de Ntra. Sra. de Torreciudad que tenía en la mesilla desde el día que ingresé en el Hospital, y con todo fervor le pido ayuda. De forma inmediata comienzan a desaparecer los dolores y molestias, encontrándome perfectamente a los diez minutos.

A la mañana siguiente, en la exploración que me realizan los médicos encuentran todo normal. A pesar de que no hay ninguna prueba científica tengo total seguridad de que es una intervención de Ntra. Señora. Transcurridos y a los diez días fui dado de alto con algunas secuelas. Hace tres meses he pasado la última revisión y los médicos han considerado totalmente superada la enfermedad.

Remito este escrito de agradecimiento a Ntra. Sra. de Torreciudad. (30 de Julio de 2004)