En 1676, un cristiano hecho prisionero por los turcos logró huir de sus captores. Para agradecer la libertad a la Virgen María, encargó al pintor Stefan Pap un icono, que fue instalado en la parroquia de Mariapocs (Hungría).
Ante ella acudían a rezar muchos cristianos de rito greco-católico. En 1696, numerosos fieles vieron llorar a la imagen. Desde entonces, la devoción a la Virgen de Mariapocs se extendió en poco tiempo por toda la región. Posteriormente, el icono fue trasladado a la catedral de Viena. Allí permanece desde entonces. El milagro de las lágrimas de la Virgen se repitió en varias ocasiones, pero ya no en la imagen original, sino en las copias que, para sustituirla, se instalaron en la localidad de Mariapocs.
'Santa María, Estrella de Oriente, ayuda a tus hijos'. Siglos más tarde, un peregrino pedía de nuevo a la Virgen para que concediera la libertad a sus hijos de los países del Este. Era Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Ahora, en el centenario de su nacimiento, se ha instalado una placa en la Catedral para recordar el motivo de su visita y su intensa oración ante la Virgen de Mariapocs.
Cuando el beato Josemaría visitó por primera vez Viena, la ciudad estaba todavía dentro de la zona de ocupación que, tras la segunda guerra mundial, correspondió a los soviéticos. En diciembre de 1955, acababan de terminar los diez años de ocupación y Austria comenzaba su nueva andadura como Estado.
El beato Josemaría Escrivá invocó ante este icono a la Virgen como "Estrella de la mañana" o "Estrella de Oriente" pidiendo por la libertad de los pueblos y de la Iglesia. Dado que Viena había sido la más oriental de las metrópolis de tradición católica, y puesto que había vivido bajo dominio soviético, el Fundador del Opus Dei tenía entonces particularmente presentes a los cristianos que vivían sometidos al comunismo en los llamados "países del Este".
Posteriormente, Josemaría Escrivá difundió la devoción a esta imagen bajo la advocación de "Stella Orientis" por países del lejano Oriente como Japón, Filipinas, etc. Los rasgos del icono de Maria Pocs tienen, en efecto, un aire oriental, ya que se trata de una obra de arte en la tradición de los iconos bicantínicos.
El pasado 9 de enero, el cardenal de Viena, Christoph Schönborn, celebró una misa en honor del beato Josemaría, tras la cual se descubrió la placa que rememora la devoción del Fundador del Opus Dei a Maria Pocs. El cabildo catedralicio y el cardenal de Viena aprobaron la iniciativa de instalar esta placa después de recibir cientos de testimonios en los que se relata cómo personas de los más diversos países aprendieron a invocar a Santa María bajo la advocación "Stella Orientis" y con la imagen de Maria Pocs.
En el acto celebrado en la catedral, se estrenó además la obra musical 'Missa in honorem beati Josephmariae', del joven compositor Nikolaus Schapfl.
El sentido de la advocación 'Stella Orientis'
El icono -que responde a la tradición de la "hodegetria" en las iglesias orientales: la Virgen señala con su mano derecha al Niño, al que lleva sobre su brazo izquierdo-, es pues desde su origen un testimonio de la protección de la Madre de Dios a favor de los cristianos sometidos a persecución religiosa, y también ése es el sentido con el que el beato Josemaría Escrivá comenzó a referirse a él bajo la advocación "Stella Orientis".
La instalación de la placa que rememora esta devoción del Fundador del Opus Dei quiere ser, por tanto, también una muestra de agradecimiento a la Virgen por la libertad que la Iglesia ha recuperado en los países del centro y este de Europa que estuvieron sometidos a regímenes comunistas.
Austria acogerá también un congreso centroeuropeo sobre "la dignidad de la vida corriente y de la vocación cristiana". Las sesiones, dedicadas a diversos aspectos del mensaje del Fundador del Opus Dei, se celebrarán en cuatro ciudades austríacas -Viena, Graz, Innsbruck y Salzburgo-, en dos de la República Checa —Praga y Brno—, así como en las capitales de Eslovaquia, Hungría y Croacia. En el acto inaugural en el Palacio Archiepiscopal vienés, el obispo de Feldkirch, Mons. Klaus Küng, traerá a colación los recuerdos del tiempo en que, mientras estudiaba en Roma, conoció al beato Josemaría Escrivá.