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1. Introducción. La llamada universal a la santidad, un don de Dios.
2. Meditación I. La vocación divina de los fieles laicos.
3. Meditación II. Los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
4. Charla.
5. Lectura espiritual.
6. Examen de conciencia.
Introducción. La llamada universal a la santidad, un don de Dios
La santidad es un regalo divino para vivir en comunión con Él, en lo cotidiano y en lo extraordinario. San Josemaría, con su profundo amor por los Evangelios, nos enseñó que esta llamada no está reservada a unos pocos, sino que alcanza a todos los fieles, en cualquier estado de vida. El cristiano, desde su lugar en el mundo, ya sea en el hogar, en el trabajo o en la sociedad, está invitado a seguir a Cristo con un corazón generoso y dispuesto. Este retiro nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre esa vocación que todos compartimos: ser santos en medio de la vida ordinaria.
Dios nos llama a cada uno a través de las circunstancias concretas en las que vivimos. Así como san Josemaría nos decía que "se han abierto los caminos divinos de la tierra", este retiro nos invita a redescubrir la importancia de santificar el presente, el aquí y ahora, en nuestras labores diarias. Es en el trabajo, en las relaciones familiares, en la convivencia con nuestros compañeros, donde Dios nos espera. Reflexionaremos también sobre el carisma del Opus Dei, nacido de una visión providencial en 1928, que nos recuerda que todos estamos llamados a convertir nuestras acciones más ordinarias en ofrendas agradables a Dios.
Asimismo, este momento de recogimiento nos brinda la oportunidad de meditar sobre el papel de los tres Arcángeles y de los ángeles de la guarda, en nuestra vida espiritual. San Miguel nos inspira a vivir para la gloria de Dios. Su nombre, "¿Quién como Dios?", refleja su lucha contra el pecado y todo lo que pretende usurpar el lugar de Dios: nada ni nadie puede igualarse a la grandeza divina. San Gabriel nos habla de fortaleza, una virtud esencial en nuestra vida de fe, especialmente en tiempos difíciles, y nos recuerda el poder de Dios para dirigir toda la historia hacia la encarnación de su Hijo. San Rafael nos muestra la misericordia divina, actuando como el gran Médico que cura nuestras heridas con su gracia. Este retiro es un buen momento para profundizar en nuestra relación con estos mensajeros divinos, nuestros protectores y guías.
Primera meditación
Opción 1. Meditación: La vocación divina de los fieles laicos.
Opción 2. Mons. Fernando Ocáriz, Vocación peculiar de cristianos corrientes, Extracto del libro “El Opus Dei en la Iglesia”.
Segunda meditación
Opción 1. Meditación: Los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
Opción 2. Texto espiritual: Los ángeles, fuerzas invisibles.
Charla
¿Qué es la vocación? ¿Todos tenemos vocación?
La vida de cada ser humano tiene un profundo sentido vocacional: Dios nos ha llamado primero a la existencia, también a formar parte de su Iglesia, y tiene una misión para cada uno. Nuestra respuesta ha de ser activa, asumiendo el protagonismo de vivir conforme a su voluntad. El Espíritu Santo nos guía e ilumina, a menudo a través de las personas y los acontecimientos que encontramos cada día.
Lectura
Dominique Le Tourneau, Capítulo La fundación del Opus Dei.
Examen de conciencia
Acto de presencia de Dios.
Consiste en ponernos bajo su mirada amorosa que nos acompaña y protege. Invocamos al Espíritu Santo para entender cómo hacer nuestra vida más grata a Jesús.
1. «Se han abierto los caminos divinos de la tierra» (Es Cristo que pasa, n. 21). ¿Cómo encuentro a Dios en mi realidad de cada día; familia, trabajo, descanso, relaciones sociales?
2. ¿Acudo a san Josemaría, «el santo de lo ordinario» (San Juan Pablo II), para que me ayude a levantar la mirada a Cristo, de modo que me conceda la ayuda y la gracia que necesito ahora?
3. Dios «nos ha elegido en él antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia, por el amor» (Ef 1, 4). ¿Cómo contagio con mi ejemplo la aventura de la llamada universal a la santidad a parientes, amigos y vecinos?
4. ¿Me considero un instrumento en las manos de Dios para realizar maravillas en el mundo de hoy? ¿Son las circunstancias ordinarias de cada día ocasión para servir y amar?
5. «He aquí que yo enviaré un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te conduzca» (Ex 23, 20). ¿Trato con confianza a mi ángel de la guarda, para pedirle que me ayude en mi día a día? ¿En qué necesidades podría acudir a su ayuda?
6. «El ángel, entrando en su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”» (Lc 1,28). ¿Acudo al Señor para que ayude a mi familia y a la de mis amigos a construir hogares luminosos y alegres?
7. ¿Busco lugares y actividades que nos permitan disfrutar un ambiente de descanso, que nos facilite también nuestro trato con Dios? ¿Promuevo modos sanos de diversión para mi familia y las de mis amigos?
8. «¡Cómo te reías, noblemente, cuando te aconsejé que pusieras tus años mozos bajo la protección de San Rafael!: para que te lleve a un matrimonio santo, como al joven Tobías, con una mujer buena y guapa y rica —te dije, bromista» (Camino, n. 360). ¿Pongo bajo la intercesión del arcángel Rafael a mis hijos y a los amigos de mis hijos, para que cada uno descubra el camino por el que Dios los llama? ¿Procuro acompañarlos con mi oración y mi cariño?
Acto de contrición