¿Qué fuentes usa Dan Brown en el Código da Vinci?

Preguntas y respuestas de "El engaño Da Vinci" de Mark Shea y Edward Sri, editado en castellano por Palabra. Incluimos al final del texto una breve biografía de los autores.

¿Dónde obtiene Brown su información?

Gran parte de ella parece inventada. El resto lo obtiene aparentemente de otros, que también la inventan. El grueso de la información lo encuentra en unos pocos li bros: todos ellos considerados ridículamente inexactos por expertos serios. Su fuente principal es Holy Blood, Holy Grail, de Michel Baigent, Richard Leigh y Henri Lincoln. Brown rinde homenaje a esos autores o los ofende cuándo los plagia (depende de tu punto de vista) al llamar Leigh Teabing a su tramposo personaje («Leigh» tomado de «Richard Leigh» y «Teabing», anagrama de «Baigent»).

¿De qué trata Holy Blood, Holy Grail?

Este controvertido libro, publicado en 1982, hace básicamente las mismas afirmaciones que El Código Da Vinci: que Jesús se casó con María Magdalena y que ella dio a luz a Su hijo, que finalmente generó el establecimiento de la dinastía merovingia en Francia que a su vez dio origen a la leyenda del Grial. La única contribución real de Brown consiste en situar esas afirmaciones históricamente absurdas en el contexto de unos misterios rudimentarios, con una serie de «adivinanzas» por resolver, escapadas de la policía para lograrlo, y la vaga insinuación de un romance entre Langdon y Sophie cerca del final.

¿Qué clase de información apoya las tesis de Holy Blood, Holy Grail?

De nuevo, Laura Millar, en Salon, responde a esta pregunta bastante sucintamente cuando escribe sobre los autores Baigent, Leigh y Lincoln:

Cuando se trata de hilar una serie de magistrales sandeces, no tienen igual, y si no podemos admirarlos, por lo menos podemos respetar su peculiar don, lo mismo que Sherlock Holmes respetaba al Napoleón del crimen, el Profesor Moriarty

Baigent, Leigh y Lincoln son los Moriarty de la pseudohistoria, y Holy Blood, Holy Grail, su gran triunfo. Su técnica consiste en enterrar al lector en una serie de desviaciones de los hechos ‑algunos válidos pero irrelevantes, otros sin comprobar (diarios sin traducir de clérigos desconocidos del siglo xvti)‑, como el laberíntico árbol genealógico de varios nobles franceses, sencillamente absurdo, y si te molestas en descifrarlo, de ningún modo convincente. Se sugiere una idea ridícula como conjetura («no es inconcebible que los Caballeros Templarios encontraran en Jerusalén cierta documentación sobre el matrimonio de Jesús y María Magdalena»), se presenta más tarde como un intento de hipótesis, y se trata después como un hecho que necesita explicación (los Caballeros tuvieron que llevar a algún sitio aquellos documentos, así que tiene que haber sido ¡al sur de Francia!).

Cada detalle exige un gran esfuerzo de localización y verificación, pero cualquiera que logre demostrar su falsedad quedará como un quisquilloso... y aún tendrá que enfrentarse con un aluvión de otros pseudohechos. El miasma de falsa autenticidad que siembran los autores de Holy Blood, Holy Grail llega a ser impenetrable, y vencerlo sería como enfrentarse a una niebla espesa con un fusil.

No obstante, la teoría que pregonan Holy Blood, Holy Grail y El Código Da Vinci puede dividirse en dos partes esenciales: una se refiere a los detalles históricos de la vida de Jesús y el establecimiento de los principios de la ortodoxia cristiana durante los tres primeros siglos. La segunda parte describe la supervivencia de unas verdades heterodoxas y supuestamente ocultas sobre Jesús y sus descendientes vía Priorato de Sión y su ejército militar, los Caballeros Templarios. Las claves de esta verdad están supuestamente injertadas en el arte, la literatura y la arquitectura creadas por intelectuales renombrados junto a esporádicos aristócratas, todos dirigidos por el Priorato de Sión. Nunca nos han explicado el motivo de que las personas que juraron guardar ese secreto hayan cambiado de criterio dando a conocer dichas claves.

He oído decir que los autores de Holy Blood, Holy Grail se han querellado contra Dan Brown. ¿Es cierto?

Sí. Según este artículo, los autores de Holy Blood, Holy Grail han denunciado a Dan Brown por plagio. Afirman, con muchas pruebas a su favor, que la «impecable investigación» del libro de Brown incluye cierto número de largos párrafos que reproducen prácticamente sus propios textos sin atribuírselos.

¿Hay alguna otra fuente tras el Código Da Vinci además de Holy Blood, Holy Grail?

Sí. Algunos otros libros de la misma dudosa credibilidad forman parte de la «impecable investigación» de Brown. Uno de ellos es The Woman with the Alabaster Jar («María Magdalena, ¿esposa de Jesús?», en castellano) de Margaret Starbird, que leyó Holy Blood, Holy Grail, y encontró en él la excusa para dejar a un lado el sentido común y la exactitud histórica.

Starbird postula una serie de teorías infundadas sobre María Magdalena como una especie de abogada protofeminista del culto a las diosas. Como veremos, simplemente no existe base histórica de esta idea insensata. Se enraíza, por una parte, en una ilusa idea de las modernas feministas neopaganas y en el deseo de inventar una nueva religión (con una nueva, y fraudulenta historia para sustentarlas).

Además, Brown emplea La Revelación de los Templarios, un libro de Lynn Picknett y Clive Prince publicado en 1998, que insiste en el supuesto papel de María Magdalena como rival de los apóstoles en la primitiva cristiandad. Lo irónico y divertido de lo que aparece en La Revelación de los Templarios es que forma parte del meollo de la argumentación de Brown, ¡aunque le contradice, y también a sí mismo, en dos puntos cruciales!

El primero y más importante: La Revelación de los Templarios razona la ordenación de las mujeres para el sacerdocio basándose en que María Magdalena fue el primer testigo de la Resurrección de Cristo. Pero, sorprendentemente, ¡los autores continúan negando que la Resurrección tuviera lugar! Al hacerlo, destruyen su argumentación del supuesto sacerdocio de María Magdalena, ya que el punto esencial del sacerdocio es el ofrecimiento del sacrificio de la Misa en memoria de la muerte de Cristo y su Resurrección.

El segundo: La Revelación de los Templarios descarta una de las primeras cosas que Bmwn califica de «Hechos» negando la validez de «Los Informes Secretos». Al hacerlo, sus autores echan por tierra las bases de la afirmación de Brown de que Leonardo era un «gran maestre» del Priorato de Sión, y heredero del «gran secreto» ‑que supuestamente guardaba‑ relacionado con Jesús y con María Magdalena.

De acuerdo. Entonces, ¿qué tenemos que hacer ante las afirmaciones de Brown en contra de los hechos reales?

Básicamente, nada. El Código Da Vinci empieza con «HECHOS» que, como hemos visto, no son ciertos (y que incluso están en contradicción con las propias fuentes de Brown). A partir de ahí, el libro pone en marcha una serie de afirmaciones falsas y calumniosas sobre el Opus Dei; tonterías sobre «las copas que faltan» en La última Cena de Leonardo que pueden ser refutadas con una simple mirada al cuadro; afirmaciones absolutamente incultas sobre una supuesta mujer sentada junto a Jesús en La última Cena; anagramas históricamente iletrados sobre Mona Lisa; afirmaciones lingüísticamente analfabetas sobre el Grial y erróneas insensateces sobre la historia del Priorato de Sión, rechazadas incluso en La Revelación de los Templarios. En resumen, no encontramos base alguna para afirmar que el Priorato (y cualquier otra «sociedad secreta» de ese estilo) nos haya proporcionado pruebas sobre el matrimonio de Jesús con María Magdalena, y mucho menos que Leonardo fuera «gran maestre» de esa gran sociedad secreta.


Los autores de este texto extraído del libro "El engaño Da Vinci" editado en "Palabra" son:

Mark Shea es el redactor jefe de Catholic Exchange (www.CatholicExchange.com) y autor de varios libros, entre ellos, Making Serse Out of Scripture: Reading the Bible as the First Christians Did (Basílica, 1999) y By What Authority? An Evangelical Discovers Catholic Tradition (Our Sunday Visitor, 1996). Vive en Seattle con su esposa y sus cuatro hijos.

Edward Sri, S.T.D., es profesor adjunto de Teología en el Benedictine College en Atchison, Kansas. Es autor de varios libros, entre ellos, The New Rosary in Scripture: Biblican Insights for Praying the 20 Mysteries (Servant, 2003). Sri es uno de los fundadores con Curtis Martin de FOCUS (Fellowship of Catholic University Students), y escribe y habla sobre la Sagrada Escritura, apologética y Fe católica. Vive en Kansas con su esposa Elizabeth y sus tres hijos.

Artículo publicado originalmente en 2006.