Por pueblos de Asturias

Charo Ruiz es bióloga y lleva años trabajando en la enseñanza. Ha recorrido muchos municipios de Asturias y, además de ejercer su tarea docente, ha impulsado otras actividades de desarrollo rural.

Charo en una intervención en público

Tras estudiar Ciencias Biológicas en la Universidad de Oviedo, Charo se presentó a unas oposiciones con el fin de asentar su futuro profesional en la enseñanza.

Desde entonces, esta supernumeraria del Opus Dei ha recorrido Asturias palmo a palmo. Actualmente imparte clases en un colegio público de un pueblo del occidente asturiano, una zona de difícil acceso por su orografía.

La enseñanza de la Biología y Geología ha sido el tema fundamental de tu vida profesional. ¿Cómo se une a eso el mensaje cristiano?

Es fácil. Por un lado sólo tengo que trabajar bien, con competencia, impartiendo mis clases con un nivel académico adecuado. Pero al mismo tiempo, en los distintos pueblos en los que he ido trabajando, procuro ofrecerme para todo lo que sea necesario y ayudar.

Por ejemplo, cuando llegué a San Antolín de Ibias –mi anterior destino– supe que el sacerdote, don Pablo, atendía trece parroquias, distantes unas de otras a más de una hora por carretera. Me ofrecí para dar catequesis de Comunión y formar equipo con otras personas para limpiar la iglesia, etc. A través de un ropero que impulsado por el centro del Opus Dei en el que asisto a medios de formación cristiana, hemos ido reponiendo los ornamentos litúrgicos. También colaboré con otra profesora en la preparación de las Confirmaciones que tuvieron lugar en junio.

En el laboratorio

 El curso pasado trabajaste en el colegio público de San Antolín Ibias, un pueblo de montaña, ¿se puede llegar también a los mayores?

Cuando llegué a San Antolín, me encontré con gente muy buena. Tanto los mayores como los alumnos son personas receptivas e inquietas. Un exponente claro de ello es que, pesar del gran aislamiento que sufre el pueblo por su situación geográfica, en el centro educativo existe un periódico, una emisora de radio y se editan programas de televisión. Así, en Navidad y en Semana Santa realizamos programas especiales sobre las fiestas, ahondando en su sentido cristiano. 

Además colaboré con los profesores de Literatura en la edición de la revista procurando que no sólo participasen alumnos y profesores, sino que se reseñasen actividades interesantes llevadas a cabo durante el curso.

San Antolín de Ibias

En ese tiempo comprobé la respuesta generosa de la gente en proyectos formativos de otro estilo, como la catequesis para los niños o un plan de restauración que se llevó a cabo en la iglesia en verano, con los mayores.

¿Cómo surgió el proyecto de voluntariado para los mayores?

En una Escuela de Negocios de Oviedo estaban buscando un lugar para que alumnos y profesores llevasen a cabo un taller de restauración y se planteó la posibilidad de hacerlo en la iglesia de San Antolín.

Durante el campo de trabajo en San Antolín de Ibias

Al sacerdote la idea le pareció estupenda, ya que el retablo mayor estaba totalmente deteriorado por la humedad. Durante la semana en que los voluntarios permanecieron en el pueblo, la colaboración de los vecinos fue en aumento: cada jornada aparecían por la iglesia personas nuevas, de distintas edades, a echar una mano. Marisol, Luisa y Tina se ofrecieron para lijar y pintar las puertas de entrada y un pintor facilitó la colocación de unos andamios, además de distintos materiales., etc.

 

A todos se les veía satisfechos y agradecidos, tanto a las voluntarias, como al sacerdote por haber apoyado el proyecto. Al finalizar el campo de trabajo se convocó al pueblo a participar en un acto eucarístico para inaugurar el retablo restaurado y la participación fue numerosa. Durante la Exposición Solemne se utilizó una Custodia que hacía tiempo que no se usaba, y el pueblo participó con generosidad en la colecta, para sufragar los gastos de los materiales utilizados.