Palabras de Benedicto XVI a los participantes del UNIV 2008

Queridos amigos:

Os doy una cordial bienvenida a todos los que habéis venido a Roma de diferentes países y universidades para celebrar juntos la Semana santa y para participar en el congreso internacional UNIV. De este modo, podréis realizar momentos de oración común, un enriquecimiento cultural y un intercambio fecundo de las experiencias hechas por vuestra asociación con centros y actividades de formación cristiana patrocinados por el Opus Dei en vuestras respectivas ciudades y naciones.

Vosotros sabéis que con un serio compromiso personal, inspirado en los valores evangélicos, es posible responder adecuadamente a los grandes interrogantes del tiempo presente. El cristiano sabe que hay un nexo inseparable entre verdad, ética y responsabilidad. Toda expresión cultural auténtica contribuye a formar la conciencia y estimula a la persona a superarse a sí misma a fin de que pueda mejorar la sociedad. Uno se siente así responsable ante la verdad, al servicio de la cual ha de ponerse la propia libertad personal. Se trata ciertamente de una misión comprometida y para realizarla el cristiano está llamado a seguir a Jesús, cultivando una intensa amistad con él a través de la oración y de la contemplación. Ser amigos de Cristo y dar testimonio de él allí donde nos encontremos exige, además, el esfuerzo de ir contracorriente, recordando las palabras del Señor: estáis en el mundo pero no sois del mundo (cf. Jn 15, 19). Por tanto, no tengáis miedo, cuando sea necesario, de ser inconformistas en la universidad, en el colegio y en todas partes.

Queridos jóvenes del UNIV, sed levadura de esperanza en este mundo que anhela encontrar a Jesús, a veces sin darse cuenta. Para mejorarlo, esforzaos ante todo por cambiar vosotros mismos con una vida sacramental intensa, especialmente acercándoos al sacramento de la Penitencia y participando asiduamente en la celebración de la Eucaristía. Os encomiendo a cada uno de vosotros y a vuestras familias a María, que nunca dejó de contemplar el rostro de su Hijo Jesús. Invoco sobre cada uno de vosotros la protección de san Josemaría y de todos los santos de vuestras tierras, mientras de corazón os deseo una feliz Pascua.