"Padre, sueño con transmitir la fe en Japón"

Recientemente, Mons. Javier Echevarría dialogó con 3.000 universitarios que acudieron a Roma al Forum Univ. Recogemos dos preguntas, de un japonés y una finlandesa.

- Padre, me llamo Gustavo Tanaka y vengo de Japón. Aunque sea de familia católica, había dejado de practicar la fe.  Pero en 2011 tuve la oportunidad de hacer un intercambio en Brasil y viví en una residencia del Opus Dei en Londrina, donde me convertí. Desde entonces, sueño con poder transmitir a mucha gente de mi país la belleza de una vida guiada por la fe.

Vivo en Toyokashi, una ciudad a más de 200 kilómetros del centro del Opus Dei. A mi alrededor no hay ningún católico. Acudo mensualmente al centro para recibir mi formación, pero pensando en mis amigos, he empezado con mis hermanos un club para bachilleres y una actividad para universitarios en mi casa.

En el año de la fe ¿qué puedo hacer para extender la fe en Toyohashi y en Japón, y a la vez lograr que muchos amigos no cristianos puedan apreciar la belleza de la fe?

- Tanaka te agradezco mucho el cariño que tienes al Opus Dei y a la labor apostólica del Opus Dei. Al mismo tiempo, te pido que sigas aumentando tu fe, convencido de que tú solo, con la ayuda de Cristo y de la gracia, vas a remover el lugar donde vives y a la gente que tratas. Porque Cristo quiere actuar a través de ti.

Para eso, reza un poco cada día -o mucho- para que seas más santo.  Aunque te veas sólo en el sitio donde estás, si piensas que Cristo actúa contigo tendrás mucha eficacia y habrá muchas conversiones.

Ten paciencia, parte de la oración es la paciencia, la fortaleza para perseverar en la oración por las almas que están a tu alrededor.

Sigue frecuentando los sacramentos y los medios de formación. Verás cómo tu vida va produciendo muchos frutos en la gente que está a tu alrededor.

Vive la confesión, vive el estudio -que también es una oración-,vive la simpatía y el apostolado con la gente, vive el interés por todas las personas, especialmente por los afectados por el desastre de las centrales nucleares, pide para que en Japón todo eso sirva para que haya un fermento de vida cristiana.

Tú eres ese grano de trigo que el Señor echa a la tierra japonesa para que salgan, como las espigas, muchísimos granos.

¡Que Dios te bendiga!

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- Quiero recordarte lo que ha dicho ayer el Papa Francisco: no perdais nunca la esperanza. Tú no pierdas nunca la esperanza. Dios quiere llegar a todo el mundo en esa queridísima Finlandia. Por lo tanto, tú aunque te veas poca cosa, y somos poco en comparación con los millones de finlandeses y finlandesas, pero está Dios que lo puede todo.

Con naturalidad, sin imponerte -es decir, sin que parezca una coacción-, habla con tranquilidad de tu fe.

¿Por qué? De la misma manera que habláis de la moda, o de los gustos que tenéis, o del deporte que hacéis... podéis decirles: "Si yo no te hablo de mi fe, no te hablo de mi vida, no sería amiga tuya, y como yo te quiero como amiga, aunque a ti quizá no te interesa mi amistad, yo te quiero y te encomiendo todos los días".

Y que sepas que no estás tú sola. Ya has visto que hay mujeres en Finlandia que están trabajando como tú para que el país encuentre la totalidad de la fe. Los del Opus Dei no somos mejores ni peores que los demás. Somos de la misma pasta, tenemos que luchar, tenemos que procurar vencer, ¡y también nos cansamos! y pasamos por las tentaciones, y procuramos vencerlas y si no las vencemos vamos a la confesión.

Pero da mucha tranquilidad pensar que ahora por ti y por todas vosotras están rezando en el mundo entero. Hay una especie de catarata, de torrente de gracia de Dios, sobre vuestras almas para que os llenéis de esperanza y de seguridadporque Dios no puede perder las batallas.

Dentro de poco, llegaremos al triduo pascual y contemplaremos la Pasión del Señor.  Jesucristo no puede perder, ¡vence! Tú ve con alegría por Helsinki y reza por las personas que encuentres, por los que estén trabajando, por las familias en sus hogares.

El Señor no dejará de escuchar tu oración. Llenate de esperanza, de esperanza alegre. Ten una alegría muy grande porque el Señor te quiere a ti como discípula de su vida y sus enseñanzas. Que Dios te bendiga.