«Aunque ya no hay 'apartheid', la situación en Sudáfrica no ha cambiado mucho»

Ozó Ibeziako (1968, Nigeria). Médica, supervisa 15 clínicas públicas en Sudáfrica y da clases en la Universidad de Pretoria. Premio Harambee 2019 por su proyecto educativo para chicas del antiguo gueto para negros de Alexandra, en Johannesburgo.

Ozó Ibeziako. Fotografía: Ángel Navarrete (El Mundo)

El Mundo Ozó Ibeziako: «Aunque ya no hay 'apartheid', la situación en Sudáfrica no ha cambiado mucho»: «Aunque ya no hay 'apartheid', la situación en Sudáfrica no ha cambiado mucho»

¿Qué hace una nigeriana en Sudáfrica?

Nací en Nigeria y allí estudié Medicina. Pero siempre me ha interesado Sudáfrica, siempre he sentido curiosidad hacia ese país. Así que cuando surgió la oportunidad de trasladarme allí la agarré al vuelo, deseaba contribuir a cambiar Sudáfrica. Llevo los últimos 20 años viviendo en Sudáfrica, así que ahora me siento tan nigeriana como sudafricana. Y aunque los estudios universitarios los hice en Nigeria, en Sudáfrica me especialicé en Medicina Familiar.

En tiempos del 'apartheid' para una mujer negra habría sido impensable llegar a ser médica en Sudáfrica, ¿verdad?

Sí, definitivamente. Durante el apartheid los negros recibían una educación especial, muy distinta de la que recibían los blancos, y que básicamente buscaba inhibirles de pensar por sí mismos y hacerles dependientes de los blancos. Los hombres negros sólo podían ser albañiles o jardineros, y las mujeres negras solamente podían aspirar a ser trabajadoras sociales o maestras.

Usted conoce bien Alexandra, uno de los guetos a las afueras de Johannesburgo creados durante el 'apartheid' y en el que los negros vivían rodeados de alambres de espino...

Sí, lo conozco bien. Durante el apartheid había asentamientos para indios, para mulatos y para negros, para las diferentes razas que según la clasificación hecha en esos tiempos existían. Y en ese ranking, los negros estaban en último lugar, en la posición más baja, así que sus barrios eran los más pobres, los que contaban con menos recursos. En Alexandra no había infraestructuras, no había agua corriente, no había electricidad, no había servicios sanitarios... Y por desgracia la situación no ha cambiado mucho. Aunque ya no hay segregación racial, aunque existe libertad de movimiento y algunos han logrado mejorar su situación social y económica, muchos de los que viven en Alexandra siguen sin tener acceso a servicios básicos. En Alexandra viven unas 700.000 personas en un área muy pequeña, y la inmensa mayoría en unas condiciones miserables: en un espacio diminuto, en chabolas en las que se amontonan padres, hijos, abuelos...

El 'apartheid' acabó hace 27 años. ¿Cómo se explica esa situación?

Es herencia del apartheid. Durante los tiempos del apartheid los niños de Alexandra crecieron sin ninguna motivación, con un desinterés total en la educación. Normal: no tenían futuro, no se les ofrecían oportunidades, así que ¿por qué iban a hacer el esfuerzo de estudiar? Muchos no mostraban deseo ni siquiera por aprender a leer y otros muchos abandonaban muy pronto los estudios. El resultado es que muchos acabaron en las garras de la droga, del crimen, de la prostitución...

¿Y hoy?

Hoy gran parte de los jóvenes siguen sin tener acceso a la educación, lo que produce un círculo vicioso que los lleva al desempleo, a no tener horizonte y a recurrir al crimen, a la droga o a la prostitución como forma de vida. Alexandra tiene de hecho un elevadísimo índice de delincuencia. Y por otro lado tenga en cuenta que el apartheid era un sistema, un sistema de vida, y aunque ya no hay discriminación racial, cada uno a nivel individual debe ahora interiorizar los cambios.

¿Y cómo se podría cambiar la situación en Alexandra?

Las mujeres, especialmente las madres, son las que pueden cambiar la situación. Porque piense: detrás de los chavales de Alexandra hay madres. Y detrás de esos chavales y de esas madres está la sociedad entera, la comunidad, el país. Si pensamos en reconstruir el país hay que empezar por la pieza básica de la sociedad, es decir, por la familia, por las mujeres. Eso tendrá a su vez una repercusión enorme en el conjunto de la sociedad.

¿Y si no se hace nada por apoyar a las mujeres?

Si no hacemos nada a favor de las mujeres, en Alexandra seguiremos teniendo un porcentaje enorme de la población sin futuro, sin formación, en una situación de absoluta precariedad. Las mujeres pueden cambiar Sudáfrica, pueden cambiar el mundo. Porque, a pesar de las dificultades, las mujeres luchan, perseveran para sacar adelante a sus familias, muchas veces en soledad porque sus maridos se van a trabajar a la ciudad o simplemente las han abandonado.

La propia historia de Sudáfrica nos muestra el enorme impacto que pueden tener las mujeres...

Exacto. Las mujeres han estado en la primera línea de batalla en las luchas en Sudáfrica. Yo sé que aquí en España las mujeres celebran el 8 de marzo, pero en Sudáfrica damos mucha importancia al 9 de agosto, día que conmemora la marcha de mujeres que tuvo lugar en 1956 para protestar contra la ley que obligaba a los negros a llevar pasaporte para poder entrar en las zonas de blancos. Fueron las mujeres las que lucharon contra esa legislación. Y otro ejemplo que con frecuencia se olvida es Winnie Mandela. Cuando su marido, Nelson Mandela, fue a la cárcel fue ella la que mantuvo viva la lucha. Las mujeres sudafricanas pueden hacer mucho por su país.

Usted puso en marcha en 2012 Art of Living, un programa educativo dirigido a motivar a las niñas de Alexandra a estudiar. ¿Qué resultados está consiguiendo?

Unos resultados increíbles. Nuestro programa está dirigido a desarrollar las capacidades y todo el potencial de las mujeres sudafricanas y a empoderarlas. Estamos convencidos de que realmente la educación puede marcar una diferencia en sus vidas y en las de todos los que la rodean. La mayoría de las chicas de Alexandra ni se plantean estudiar, abandonan muy pronto la escuela. Nosotros empezamos el proyecto con niñas a partir de nueve años, un momento preadolescente muy crítico en su desarrollo. Algunas de esas niñas no tenían nada, ni formación humana ni cultural, y ahora han completado sus estudios secundarios y ya están en la universidad o preparando su ingreso.

Póngame por favor un ejemplo concreto...

Tenemos por ejemplo el caso de Rethabile, que creció con su abuela porque sus padres murieron los dos de sida. Y crecer en Sudáfrica con una abuela es extremadamente difícil, porque significa que la única fuente de ingresos de ese hogar es la pensión de la abuela, una pensión que suele ser de 2.000 rands (alrededor de 130 euros). Esta niña quería un futuro distinto, estaba determinada a estudiar. Con la ayuda de nuestro programa, estudió. Estudió con resultados magníficos, porque obtuvo cuatro distinciones de excelencia. Gracias a esas distinciones, logró becas públicas. Y ahora está estudiando Medicina en la más prestigiosa universidad de Sudáfrica.

En sus sueños, ¿cómo se imagina Alexandra dentro de 20 años?

Me gustaría que Alex fuera como cualquier otro barrio, un barrio normal. Me gustaría que Alexandra tuviera infraestructuras decentes, como las que hay en cualquier otro barrio. Pero, sobre todo, me gustaría que en 20 años hubiéramos logrado invertir la situación actual, que hubiéramos conseguido dar a los jóvenes un futuro mejor, darles educación, buenos trabajos, familias estables... Si les damos educación lo lograremos, porque son chavales despiertos, inteligentes. En 20 años podemos transformar completamente Alexandra y convertirlo en un barrio próspero.