Opus Dei: Actualidad permanente

Unas huellas en la nieve fueron el impulso de Dios que bastó para que Josemaría Escrivá decidiera entregar su vida. Actualmente, son muchos los cristianos que procuran dejar la huella de Dios en su trabajo.

Se acerca el centenario del nacimiento del beato Josemaría Escrivá. Su vida quedó marcada por un hecho en apariencia intrascendente. Logroño, 1917. El invierno fue especialmente gélido. La ciudad amaneció cubierta de nieve. Los vecinos contemplan sus calles. Sólo un adolescente quedó impactado por las huellas que al caminar había dejado un carmelita descalzo. 'Si hay quien se sacrifica tanto ¿no podré yo hacer lo mismo?'. La respuesta a esta pregunta pudo ser la incipiente semilla de inquietud que Dios sembró en el joven Josemaría. La vocación estaba planteada y él dispuesto a secundarla.

Madrid, 2 de octubre de 1928. Dios manifestó claramente a Josemaría Escrivá de Balaguer su voluntad: la llamada universal a la santidad en medio del mundo, que marcaría un antes y un después en la vida de innumerables personas que la secundaron. Había nacido el Opus Dei. 'Se habían abierto los caminos divinos de la tierra', caminos que el propio fundador fue abriendo con su entrega, su apostolado y su constante trabajo.

Jesucristo con su Encarnación redimió todo lo humano, también el trabajo, que se convierte así en medio de santificación. Cualquier tarea humana, concebida de esta forma, es el pilar sobre el que se asiente el espíritu del Opus Dei, que el Concilio Vaticano II ratificó, al recordar que los laicos sin distinción de raza y categoría social, deben buscar la santidad en medio del mundo 'tratando y ordenando según Dios los asuntos temporales'.

Con el Opus Dei se retoma el espíritu de los primeros cristianos. No se puede ser cristiano sólo a la hora de ir a Misa, es necesaria una coherente unidad de vida, viviendo santamente allí donde Dios nos ha colocado: en el campo, en la Universidad, en la industria, en el hogar de familia y en todo el apasionante mundo del trabajo.

'Al suscitar en estos años su Obra -escribió el beato Josemaría en 1932- el Señor ha querido que nunca más se desconozca o se olvide la verdad de que todos deben santificarse y de que a la mayoría de los cristianos les corresponde santificarse en medio del mundo, en el trabajo ordinario. Por eso, mientras haya hombres sobre la tierra, existirá la Obra. Siempre se producirá este fenómeno: que haya personas de todas las profesiones y oficios, que busquen la santidad en su estado siendo almas contemplativas en medio de la calle'.

A los primeros hombres y mujeres que a partir del año 28 le siguieron incondicionalmente, solía decirles 'soñad y os quedaréis cortos', y soñaron... soñaron y se quedaron cortos. No podían imaginar que el Opus Dei pudiera llegar en tan pocos años a gente de los más variados países: Inglaterra, Francia, Kenia, Colombia, México, Argentina, Chile, Japón...

Cuando en el año 1974 el beato Josemaría cruzó el Atlántico camino de América, pudo comprobar la gran labor apostólica de los fieles del Opus Dei, hecha carne en sus vidas y plasmada en obras corporativas que irradian cultura y formación cristiana a su alrededor: universidades, escuelas agrarias, clubes, colegios mayores, y en la actualidad, también la inmensa labor social de las ONG en las que participan miembros de la Obra.

Con vocación universal también se gestó 'Camino', un libro breve, incisivo: consta de 999 puntos que buscan en el lector una vibración interior que le impulsen a andar por caminos de oración, de alegría, de entrega... de santidad. Muchas generaciones de cristianos se han modelado al ritmo de su espíritu.

Charo Carbayo Santiago // El Correo de Zamora