Nacido el 15 de noviembre de1974 en Dena, Pontevedra, Diego Pérez estudió ingeniería industrial, en la especialidad de electronica y automática, llegando a ser profesor del departamento de Ingeniería Mecánica de la Escuela de Ingenieros de Vigo (área de Mecánica de Fluidos). Tras recibir la vocación al sacerdocio, del 2005 al 2009 realizó estudios de Teología en la Universidad de Navarra, obteniendo el doctorado con la tesis "Caín y Abel en Génesis 4,16 y su recepción en la Iglesia Primitiva".
¿Qué recuerdos tiene de su no tan lejana época de docencia en la Universidad y en el colegio?
Me lo pasé en grande en los laboratorios de la Escuela, automatizando bancos de pruebas y haciendo ensayos con los alumnos, por ejemplo en el tunel de viento. El último curso en el colegio, antes de ir a la universidad, es un momento muy interesante de la vida de la gente joven. He disfrutado mucho con esa gente tan estupenda que he tenido en mis clases, enseñando, exigiendo, animando y aprendiendo.
¿Cómo conoció el Opus Dei?
Conocí la Obra en mi Parroquia (San Pablo en Vigo) gracias al párroco, Daniel Bermúdez y empecé a ir al club Albeiro (un Club juvenil del Opus Dei) con un compañero de clase en el Instituto que ya iba por allí. Allí descubrí un mundo de respuestas a mis inquietudes humanas y sobrenaturales.
"El sacerdocio surgió de la oración frecuente. También ha influido mucho el la vida ejemplar de muchos sacerdotes que se han cruzado en mi vida"
¿Qué le ha movido a ordenarse sacerdote?
No estaba en mis planes, pero Dios me hizo entender que ese era su plan. Esto ha surgido de la oración frecuente, ya que suelo -desde hace años- dedicar dos ratos de media hora a hablar con Dios. También ha influido mucho la vida ejemplar de muchos sacerdotes que se han cruzado en mi vida. Curas que se pasan horas en el confesonario y que están muy entregados, como el Santo Cura de Ars, que la Iglesia ahora celebra su centenario.
Pero ¿usted ya era del Opus Dei antes de ordenarse?
Efectivamente, no se entendería nada del paso que he dado si no se comprende que lo radical fue mi decisión de ser de la Obra en 1991. Desde ese año he procurado luchar por vivir a tope la vocación cristiana a la santidad. La ordenación que acabo de recibir es una nueva concreción del plan de Dios para mí. No es un cambio de camino.
¿Hacen falta sacerdotes en la Iglesia y en concreto en Galicia?
Supongo que sí y muy santos. En general, en la Iglesia, pienso que Dios manda en función de las necesidades de los fieles. Si los fieles dan poco trabajo, enviará pocos. Pero, no podemos olvidar que al mismo tiempo, la situación de los fieles dependen, en buena medida de cómo estén los sacerdotes. Como es un don de Dios el sacerdocio, estoy convencido de que a la Iglesia nunca le faltarán sacerdotes, aunque, por otro lado, hay que poner los medios para que los que sean llamados por Dios puedan decir que sí, y estén bien preparados
¿Qué perfil debe tener el sacerdote en el siglo XXI?
Le contesto como a mí me han ayudado a prepararme: con cultura y formación, que sean normales, gente con virtudes y sean muy piadosos.
Antes aludía al cura de Ars que ahora la Iglesia lo conmemora ¿Le sugiere algo esta coincidencia?
Me da mucha alegría pero como dice usted es pura coincidencia o mejor dicho, es pura providencia divina. Me ayuda mucho pensar en la figura de este gran santo y espero que me ayude a ser un buen confesor, como lo era él, que pasaba muchas horas sentado en el confesonario. Aunque, el modelo de sacerdote que intentaré seguir es el de San Josemaría, el fundador del Opus Dei.
¿Dónde ejercerá su ministerio?
En Vigo y respecto a mi futuro lejano le digo la verdad, me da igual. Tengo claro que si de mi ordenación dependiera que un alma atormentada se convirtiese y se confesase…, ya habría valido la pena todo.
¿Cómo han reaccionado su familia, amigos y colegas?
Difícil saberlo: son casi todos gallegos… Lógicamente todos se han alegrado mucho. Cuando se lo comuniqué a mi abuela, me bendijo con la mano y me dijo que era la mayor alegría de toda su vida. Con los amigos, hubo algunos que se sorprendieron al principio, y otros me dijeron que había tirado por la borda toda mi formación profesional de tantos años y tan valiosa. Pero, al ser amigos, se alegraron mucho.