Newman y Escrivá

El autor resalta algunos puntos espirituales y pastorales que tienen en común el cardenal inglés -a quien el Papa beatificará el próximo 19 de septiembre- y el Fundador del Opus Dei.

Benedicto XVI beatificará a John Henry Newman durante su próxima visita al Reino Unido.

La relación entre san Josemaría Escrivá y John Henry Newman —personajes sin par en la vida de la Iglesia— puede parecer muy tenue. El contexto social, cultural e histórico en el que vivieron es muy diferente: Newman es un converso del anglicanismo que llegó a ser cardenal a finales del siglo XIX, y san Josemaría es el fundador de una institución católica. Sin embargo, al mirar con cuidado su vida y obras, es posible descubrir una gran sintonía espiritual y un análogo proyecto pastoral.

Tanto Newman como san Josemaría son verdaderos campeones de la misión y el importante papel que los laicos están llamados a desempeñar dentro de la Iglesia. El cardenal inglés afirmó que el “ sensus fidei ” del pueblo de Dios debía ser considerado como una fuente a la que se pueda consultar para conocer cuál es el contenido auténtico de la fe. Y la Iglesia, por su parte, no debía prescindir de los fieles porque desembocaría en clericalismo y se restringiría a los ministros ordenados y a la jerarquía.

San Josemaría sufrió incomprensiones por afirmar —mucho antes del Concilio Vaticano II — que los laicos están llamados a la plenitud de la vida cristiana, a la santidad, que no son cristianos de segunda y gozan de una vocación divina específica (un modo de seguir y hacer la voluntad de Dios en la Iglesia y el mundo), por ejemplo, el matrimonio.

Ambos se dieron cuenta que también los laicos precisan una profunda formación y un empeño constante para ser coherentes con la fe. El cardenal Newman dedicó todo su esfuerzo intelectual y pastoral a ese objetivo: la revista Rambler y la escuela del Oratorio de Birmingham son ejemplos claros de ello.

Y san Josemaría, por su parte —además de su riquísima predicación y sus numerosos libros espirituales—, fundó por inspiración divina una institución que recuerda la llamada universal a la santidad, pero que también presta la ayuda adecuada para que se pueda alcanzar la perfección cristiana en medio del mundo.

Los dos eran concientes de que lo que proponían no era necesariamente una novedad: «como el Evangelio, nuevo; y como el Evangelio, viejo» diría Escrivá. Ambos tuvieron como fuente de inspiración la vida de los primeros cristianos, a los que había que remitirse para recuperar la integridad de la fe, según Newman.

Ambos insistieron en la necesidad de alcanzar una profunda unidad entre fe y razón, cimentada en el estudio de las ciencias, tanto profanas como eclesiásticas. Por ejemplo, san Josemaría exigió a los sacerdotes del Opus Dei que fueran peritos en algún saber profano, al tiempo que bastantes laicos cultivaran las ciencias teológicas. Newman afirmará por su parte: «Quiero que los seglares intelectuales sean religiosos, y los eclesiásticos devotos sean intelectuales».

Otro punto de encuentro entre Newman y san Josemaría es la libertad de conciencia . El Fundador del Opus Dei predicó incansablemente sobre la libertad y la autonomía de los laicos en asuntos temporales y señaló que no debería haber ninguna ingerencia eclesiástica sobre ellos en esos asuntos, pero sí que debían hacer un esfuerzo por mantenerse fieles a su conciencia. Newman también incidiría en el valor de la conciencia como lugar de encuentro con Dios, sagrario del hombre y motor de toda conducta moral.

Muchos más aspectos podrían subrayarse: necesidad de aunar piedad y doctrina en la profundización teológica; el ejercicio prudente y responsable, cara a la Iglesia, de la labor teológica, y una profunda percepción de la Iglesia como Misterio, como sacramento, que teniendo un elemento humano, conduce sin embargo a la comunión con lo divino.

P. Mario Arroyo // Church Forum