Navidad a orillas del Capanaparo

Un grupo de 21 jóvenes se trasladó por cinco días al caño “La Pica”, en los márgenes del río Capanaparo —al sur del estado Apure (Venezuela)— para acompañar a los niños y familias de ese lugar en las fiestas de Navidad.

Entreteniendo a los niños antes de la entrega de regalos

Desde el sábado 16 al miércoles 21 de diciembre, un grupo de jóvenes de distintas universidades y varios estudiantes de bachillerato del Colegio Camoruco, en coordinación con el Centro Cultural Llano Ancho, se trasladaron a esa zona del estado Apure para contribuir con el programa llevado adelante por Asopica, en solidaridad con las familias de las zonas adyacentes al pueblo de La Macanilla.

Tres meses antes del traslado, los asistentes recolectaron comida en las salidas de los principales supermercados de Valencia, con el propósito de preparar las cestas navideñas para los habitantes de ese lugar. 

“En total se pudieron entregar 28 cestas de Navidad; además de eso, se consiguieron unos cuantos juguetes que sirvieron de regalo a 58 niños y niñas del pueblo”, explicó Herby Ranuare, director del Liceo Camoruco de Valencia.

“El propósito de este tipo de actividades siempre es doble: por una parte, ayudar a las personas más necesitadas a que estén un poco mejor y, justamente con eso, fomentar en los jóvenes el sentido de solidaridad cristiana que tanto necesitamos en este país”, agregó el director del Camoruco.

"Una experiencia como pocas, y que a muchos nos hace falta" (Edgar Merchán).

Por su parte, algunas familias de ese colegio contribuyeron económicamente para que uno de los niños de la zona pudiera operarse de adenoides en una Clínica de Caracas.

La actividad en “La Pica” tuvo lugar en el Colegio Nuestra Señora de Coromoto. Comenzó con la Santa Misa, celebrada por el capellán del Liceo Camoruco, padre Eduardo Acosta, quien además bautizó a cuatro niños. Luego comenzó la celebración de Navidad: se interpretaron aguinaldos y se recitaron poesías y coplas llaneras. Los muchachos de Valencia hicieron un “show” para entretener a los asistentes y entregar los juguetes a los niños de la comunidad así como repartir las cestas de Navidad a las familias.

Una de las niñas de la escuela leyó un texto en representación de todos los padres y representantes: “La Navidad es tiempo de compartir en familia, de recobrar energías perdidas. La Navidad es un acontecimiento de la actualidad, ya que Cristo vive entre nosotros cuando fomentamos las buenas relaciones con las demás. Todo lo que hagamos para promover la unión y comprensión entre los hombres, las mujeres y los niños, es Navidad”.

Además, otro de los niños recitó una copla de agradecimiento a los venidos desde Valencia: “A los señores presentes, las gracias les vamos dando, en unión a mis compañeros, hoy les estamos saludando, por la bella colaboración, que hoy día están prestando. Las maestras muy contentas, hoy se encuentran eligiendo, todos estos lindos aportes que ustedes nos están brindando. También a nuestros papás, las gracias les vamos dando, por su bonita labor los niños estamos contentos; somos los privilegiados de este hermoso momento”.

“Actividades de solidaridad social se vienen desarrollando desde hace muchos años en el Colegio Camoruco —comenta Herby Ranuare. Lo novedoso en esta oportunidad fue ir a una zona muy distante de Valencia a llevarles víveres y juguetes a los niños de la zona. Los muchachos se conmovían al ver de cerca algunas de las necesidades de la gente, y quedaban encantados de poder echar una mano. También hay que destacar lo interesante que fue para todos el ponerse a pedir víveres, alimentos y  juguetes en los principales supermercados de la ciudad”.

Armando Henríquez, estudiante del último año de bachillerato, y asistente a “La Pica”, comentó: “He aprovechado al máximo esta actividad. Me he dado cuenta, a través de las necesidades de estas familias y de sus hijos, que uno tiene más de lo que necesita y estoy decidido a compartir con los necesitados. Encontré muy cerca a Dios en estas personas”. 

Otro de los asistentes, Edgard Merchán, quien estudia quinto año de medicina, dijo: “Una experiencia como pocas, y que a muchos nos hace falta. En particular, una de las enseñanzas que me dejó esto es que no debemos quejarnos tanto. Aquellas familias y sus hijos carecen de lo más indispensable, pero están alegres y felices, con gran calor humano, sirviendo a los demás”.