Hace pocos días, pudimos contemplar la apertura de la puerta santa con motivo del Año de la misericordia convocado por el Papa Francisco. Entonces, todos le acompañamos.
Pero yo quería hacer notar que la Virgen, por su gran vida interior proveniente de esa Concepción Inmaculada, fue la criatura que más entendió tanto del amor de Dios como del sinónimo del amor de Dios, que es su misericordia. Y esto me parece que engarza perfectamente con la Navidad, que es la entrega misericordiosa de Dios a toda la humanidad.
La Navidad es la entrega misericordiosa de Dios a toda la humanidad
Hemos de aprovechar estos días próximos, días de auténtica alegría, de auténtico gozo, de auténtico ocuparnos y de vivir una fraternidad cada vez más extensa porque Dios ha querido compartir con nosotros su vida, y nos ha dicho que somos hermanos suyos, siendo hijos de Dios en Cristo
¿Cómo podemos aprovechar esta Navidad, siguiendo la pauta del año de la misericordia? De muchas maneras. A cada uno se le ocurrirá lo que la gracia le irá inspirando. Las familias pueden reunirse para leer un poquito de la bula que el Papa ha querido dedicar a este año de la misericordia del Señor. Otra manera es contemplar las distintas escenas del Evangelio en las que Cristo sale al encuentro de los necesitados.
Y, sobre todo, que nos demos cuenta que ese nacimiento suyo en Belén, en mitad de tantas exigencias y tantas carencias, es otra prueba de la misericordia de Dios con nosotros.
Acerquémonos a la cuna que es, como también decía san Josemaría, una cátedra de enseñanzas y pidámosle a Él que sepamos aprender todos los días a querer
San Josemaría nos decía que no debemos tener miedo a hablar con Jesús porque es el que comprende más, el gran amante, el gran Dios que sabe perdonar.
Por eso, acerquémonos a la cuna que es, como también decía san Josemaría, una cátedra de enseñanzas y pidámosle a Él que sepamos aprender todos los días a querer. ¿Querer a quienes? En primer lugar, a las personas que nos rodean, en la propia familia, en el proprio ambiente de trabajo, en el lugar en el que nos encontramos con los amigos, en los tiempos de descanso. Y también tener esa santa preocupación de acudir a ayudar, a sostener, no solamente desde el punto de vista material, sino desde un punto de vista de amistad, de fraternidad, a gente indigente y menesterosa con una sonrisa ¡Tantos hombres!
[Debemos] tener esa santa preocupación de acudir a ayudar, a sostener, no solamente desde el punto de vista material, sino desde un punto de vista de amistad, de fraternidad, a gente indigente y menesterosa con una sonrisa ¡Tantos hombres!
Aparte de que procuremos también ayudar económicamente, materialmente, otra manera con la que podemos vivir esta Navidad, santamente y alegremente es, concretamente, mirando más a la Virgen, pensando en Ella. Esa Criatura perfecta, con una personalidad totalmente acabada, supo pasar por el camino de la humildad para servir. Ella lo dice expresamente en el Magnificat, reconociendo su poquedad: "Porque ha visto la poquedad de su sierva" me ha elegido para esta tarea sublime de ser la Madre de Dios. ¿Queremos de verdad acompañar al Señor en todo lo que nos pida? Abracemos el camino de la humildad, esa respuesta tan total y tan completa tan maravillosa y tan al alcance de la mano. Al mismo tiempo, que es difícil.
San Josemaría decía que el Niño tiende las manos para agarrarse a nuestro cuello, pidiéndonos ayuda, pidiéndonos consuelo y esto lo pide también a través de las necesidades de las personas con las que convivimos, o de las personas a las que hemos de ir a visitar, a ver, a ayudarles, para sentirnos hermanos de ellos
"Ancilla domini": que queramos ser todas y todos siervos y siervas de Dios que viven gozosamente el estar atendiéndole a Él, ahora en este tiempo de Navidad, sabiendo que nos necesita. También san Josemaría decía que el Niño tiende las manos para agarrarse a nuestro cuello, pidiéndonos ayuda, pidiéndonos consuelo y esto lo pide también a través de las necesidades de las personas con las que convivimos, o de las personas a las que hemos de ir a visitar, a ver, a ayudarles, para sentirnos hermanos de ellos.
Vamos a aprovechar la Navidad diciendo al Señor: "Gloria in Excelsis Deo". Pero también gloria aquí en la tierra, porque nos damos cuenta de que Dios quiere estar con nosotros y vivir con nosotros. Que Dios os bendiga.