Desde sus inicios, Desarrollo y Asistencia ha enfocado sus proyectos a trabajar contra la soledad no deseada. Persona a persona. Su red de voluntarios ofrece compañía cada semana a casi 2.000 personas mayores en domicilios y residencias.
Está junto a miles de enfermos en hospitales para paliar su soledad en el momento del sufrimiento. Acompaña en su itinerario de aprendizaje a cientos de niños en riesgo de exclusión social, que afrontan solos la ardua y diaria tarea de hacer los deberes. Regala horas de diversión a decenas de personas con discapacidad intelectual, y apoya a otras tantas que no tienen hogar y viven como pueden en centros de acogida.
“El enemigo a batir es la soledad; llevamos 25 años trabajando contra ella. Y no sólo la sufren los mayores, sino otros muchos colectivos. Por eso nuestro trabajo es buscar los puntos de soledad y paliarlos, no con cosas, sino con personas”. Quien así habla es la directora ejecutiva de Desarrollo y Asistencia, Isabel Antúnez, que esta primavera, cuando planeaba los eventos para celebrar el primer cuarto de siglo de la ONG, se encontró con un reto sin precedentes.
El equipo de Desarrollo y Asistencia convirtió sus programas de acompañamiento presencial en “teleacompañamiento”
La llegada de la pandemia cerró de pronto las residencias de ancianos e impidió a sus voluntarios el acceso a los hospitales y los domicilios. Junto a las nuevas barreras para desarrollar su trabajo, apareció un nuevo brote de soledad: la de los enfermos de coronavirus, aislados en sus habitaciones, separados de sus familiares, angustiados durante horas, días y semanas.
El equipo de Desarrollo y Asistencia se planteó un nuevo y gran reto: conseguir ofrecer un acompañamiento que fuera verdadero consuelo al mayor número de personas posible. Y convirtió sus programas de acompañamiento presencial en “teleacompañamiento” y en varios cientos de cartas, dibujos y vídeos que consolaron a multitud de personas en una veintena de hospitales, y en horas de acompañamiento telefónico, ofrecido a familias y personal sanitario de 15 centros hospitalarios.
El ‘teleacompañamiento’ de estos meses ha llenado las horas de 423 de nuestros mayores que viven solos, y de 200 niños y adultos con discapacidad. Los voluntarios han trabajado en quedadas virtuales, vídeos de apoyo, llamadas telefónicas y vídeo llamadas, y canalizando la información sobre necesidades urgentes y gestiones de hacer la compra, farmacia, etc. La pandemia sirvió de aldabonazo para la solidaridad de muchos, y 158 nuevos voluntarios se han sumado a la labor de la ONG.
El reto del segundo rebrote
Ahora, la red de voluntarios de Desarrollo y Asistencia está preparada para hacer frente, con imaginación, a la soledad generada por el rebrote de la pandemia. Para ello han decidido hacer grupos más reducidos en sus programas de apoyo a personas con discapacidad intelectual, para facilitar que estas personas puedan salir a la calle. Y lo mismo han hecho con los mayores. Las situaciones de personas de especial riesgo las han afrontado mediante el acompañamiento telefónico entre una y tres veces a la semana, y buscando voluntarios más jóvenes para las salidas.
El teléfono será también el principal aliado de la atención domiciliaria. Las personas que sufren soledad en sus domicilios se sienten aún más vulnerables en un momento de aislamiento como el provocado por la pandemia. En el caso de las residencias, mientras las visitas están restringidas y se permitan sólo a los familiares, la ONG estudia articular un sistema de apadrinamiento de aquellos ancianos a los que no va a ver nadie, para que ninguna persona se quede sola.
Gracias a la tecnología seguimos cerca de todas las personas a las que acompañamos habitualmente
Pero la herramienta estrella que ha llegado para quedarse son las tablets. La ONG ha logrado donaciones para implantar el uso de tablets en su voluntariado con personas sin hogar en centros de acogida, en sus programas con niños en riesgo de exclusión social y busca la forma de contactar virtualmente o por teléfono en el caso de enfermos ingresados en hospitales.
En los Centros de Acogida muchas personas no tienen teléfono, pero pueden acceder a una red wifi y seguir conectadas con alguien mientras están aisladas o recluidas. Para los niños del programa ‘Sabadeando’, por ejemplo, la posibilidad de contar con una de estas herramientas es, sencillamente, la puerta a tener más oportunidades en su educación. “Existe una brecha digital entre los niños con y sin recursos”, considera la directora de la ONG.
Mar Garrido, directora de Proyectos y Relaciones Insitucionales de Nadiesolo, habla de #Charlamos en el programa @BuenosDiasTM de @ondamadrid. Un proyecto que nació en el confinamiento para quedarse! @CruzRojaMadrid @GrandesAmigos__ @Solidarios_es https://t.co/KKWi3Nyx9g
— Nadiesolo Voluntariado (@nadiesolovolunt) July 28, 2020
Para los enfermos, los medios de comunicación virtual son una ayuda para vencer al miedo. “La tecnología ha sido fundamental para adaptarnos a la nueva situación –prosigue Isabel Antúnez. Desde que comenzó la pandemia no nos dejan entrar en los hospitales, residencias y lugares de acción de nuestro voluntariado, que se han convertido en recintos más cerrados mientras llega una vacuna. Pero gracias a la tecnología seguimos cerca de todas las personas a las que acompañamos habitualmente, que sufren especialmente la soledad, para aliviarles y darles consuelo”.
La ilusión es que es que estas medidas de adaptación a la situación actual sean sólo complementarias, porque el objetivo es que se pueda recuperar cuanto antes el acompañamiento presencial, que es más humano y que todos necesitamos.