“Muchas personas tienen sed de Dios”

D. Gregorio tiene 32 años y es el párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de la Oliva y San José Obrero, situada en la localidad de Dos Hermanas (Sevilla)

Su labor sacerdotal se vuelca en procurar atender a los más de 40.000 vecinos que habitan en los 19 barrios de su feligresía. Barrios de familias trabajadoras, sencillas y con esa natural alegría que suele caracterizar a las gentes de este pueblo sevillano. Nos atiende entre bloques de pisos, en un pequeño parque, muy cerca de su parroquia.

¿Cómo descubrió su vocación sacerdotal?

Mis padres son buenos cristianos y me enseñaron de pequeño a tratar a Dios con confianza y sencillez. Íbamos toda la familia a Misa los domingos y, de pequeño, alguna vez ayudé como monaguillo en la Monasterio de la Encarnación, de Sevilla.

Luego llegó la adolescencia y, aunque no dejé de ir a Misa los domingos, me enfrié bastante en el trato con Dios. Es curioso, no rezaba casi nada, pero sí recuerdo que la coherencia era un valor que apreciaba bastante. Y los comportamientos incoherentes me enfadaban, con esa rabieta tan propia de los adolescentes, que a veces es poco razonable.

Imagen de San José Obrero

Terminé el bachillerato y comencé la carrera de Derecho. Me gustaba salir con mi pandilla de amigos y amigas y charlábamos mucho de todos los temas que a un universitario le suelen interesar: las clases, los profesores, las salidas profesionales, la política, la amistad, el deporte, las ganas que todos teníamos de pasarlo bien… Ya en el primer curso de carrera notaba una cierta inquietud interior. La felicidad que yo estaba buscando no estaba en las movidas nocturnas, ni en las fiestas, ni en esos comportamientos superficiales que te dejan vacío por dentro…

Mi afán por detestar las incoherencias, que en la adolescencia me había ocasionado más de un quebradero de cabeza, me llevó a Dios. Una chica de mi pandilla me habló del Opus Dei . De la Obra yo sólo tenía un conocimiento muy superficial, y además con referencias negativas: en aquellos años pensaba que la Obra era sólo para personas con mucho poder adquisitivo y otros tópicos que puede quizá tener quien no conoce el espíritu sobrenatural de la Obra.

En el segundo año de carrera comencé a acudir casi todos los días al Club Universitario Plaza de Cuba, un centro de la Obra en Sevilla. Me impresionó la alegría, el buen humor y la sencillez de trato que encontré allí. Intensifiqué mi vida cristiana, descuidada desde la adolescencia y me propuse ir a Misa todos los días. Al tratar a Dios en la oración se me abrían insospechados horizontes, ideales grandes de entrega al Señor que estaban como enterrados en el fondo de mi alma. He de decir que por aquellos años yo tenía una novia formal, una chica estupenda con la que estaba saliendo desde hacía algunos meses. En las conversaciones que yo mantenía con el sacerdote que atendía ese centro de la Obra, me animaba a crecer en mi vida de piedad y a vivir un noviazgo limpio.

Así las cosas, vi clara mi vocación sacerdotal y decidí entrar en el Seminario diocesano de Sevilla en el mes de septiembre de 1998.

¿Cómo es el día a día de su trabajo en la parroquia?

Nuestra Señora de la Oliva

Cada día percibo con más claridad que muchas personas tienen sed de Dios. Cuando llegué a la Parroquia de Nuestra Señora de la Oliva y san José Obrero no era consciente del cariño con que iba a ser recibido por los vecinos.

Tengo muy claro que un sacerdote debe ser un hombre de Dios. Para eso, necesito de la oración, de la Santa Misa, del recurso filial a la Virgen María y a San José…

También me propuse cuidar mucho a los enfermos de la zona. Procuro visitarles con frecuencia, aliviar en la medida de lo posible su dolor , pedir por ellos, apoyarme en su oración, que tanto vale en la presencia de Dios…

Las primeras navidades que pasé al frente de la parroquia, me propuse felicitar la Navidad a todos los habitantes de la zona: 40.000 personas. Unas semanas más tarde, apareció por la parroquia una señora que quería volver a vivir su fe, que tenía abandonada desde hacía tiempo. Al preguntarle el porqué de su decisión me dijo: “a mí, nadie me ha felicitado la Navidad. Cuando llegó a mi casa la felicitación de la parroquia, decidí volver a practicar mi fe”.

Percibes la acción del Espíritu Santo en las almas. Gracias a Dios, dos jóvenes de la parroquia ya están en el Seminario diocesano, y cada vez más personas acuden al Sacramento de la confesión, en fin, todos son motivos para dar muchas gracias a Dios.

El 13 de junio colocaron en su parroquia una reliquia de San Josemaría Escrivá , fundador del Opus Dei, ¿cómo le ayuda la Obra a vivir su vocación sacerdotal?

Gracias al espíritu del Opus Dei, he aprendido que mi vocación sacerdotal se llena de sentido cuando estoy plenamente unido a mi Obispo, el Cardenal D. Carlos Amigo, y al Obispo coadjutor de la diócesis, D. Juan José Asenjo; cuando procuro estar muy unido a mis hermanos sacerdotes de la diócesis y, por supuesto, cuando procuro estar cerca de mis feligreses, ayudándoles en todo lo que me pidan y rezando por ellos. Esta maravilla de la vocación sacerdotal yo la encontré gracias al espíritu del Opus Dei . Comprenderá por tanto que estoy en deuda con san Josemaría, que tanto se desvivió por la formación de los sacerdotes diocesanos. Queremos honrar así su memoria en nuestra parroquia, para que muchas almas se encomienden a su intercesión.