“Memoria ingenua”, recuerdos de un médico enamorado de Dios

El Colegio de Médicos de Barcelona acogió la presentación del libro de Alfonso Balcells Gorina (1915-2002), publicado por la editorial "La Formiga d’Or".

Sala de actos del Colegio de Médicos de Barcelona durante la presentación del libro.

El salón de actos del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona acogió, el pasado 2 de febrero, la presentación del libro “Memoria ingenua”, del Dr. Alfonso Balcells (1915-2002), editado por "La Formiga d’Or".

Balcells, fue catedrático de Patología General y Propedéutica de la Universidad de Barcelona, vivió en primera persona los inicios de la tarea del Opus Dei en la capital catalana, de los cuales ofrece un testimonio en estas memorias. La presentación fue presidida por el presidente del Colegio de Médicos, Dr. Miquel Burguera. intervinieron un representante de la editorial, así como el Dr. Lluís Revert, catedrático de Nefrologia, y el arquitecto Santiago Balcells, hermano del autor e impulsor de la edición del libro.

Santiago definió a su hermano como “el instrumento de la Providencia para qué todos encontráramos nuestro camino”. Médico en barriadas, profesor exigente, inquieto, risueño, emprendedor, amigo... las facetas del Dr. Balcells, que se apuntan en el libro, serían repasadas en los diversos parlamentos. A la facultad de medicina del Hospital Clínico lo tenían, afirmó Santiago, “por justo y sin favoritismos”. “Un gentleman, a la vez duro y terco, brillantísimo en su oratoria”, añade el Dr. Revert, que lo destacó como un ejemplo “humano, cristiano y científico”. Otro compañero de profesión rememoró su actividad asistencial en la barriada necesitada del Buen Pastor: “Los enfermos lo adoraban. El trato era igual tanto en el Buen Pastor como en la consulta que él tenía en la calle Muntaner”, en una zona acomodada de la ciudad. Por su parte, el presidente del Colegio, con mención de alguna anécdota particular, lo recordó como “un hombre con mucho rigor científico, un gran maestro y de pluma fácil”. Sus artículos en los diarios eran, a su parecer, “muy claros, sobre problemas éticos de la práctica médica: mucha gente está en deuda”. Era un enamorado de Dios y del mundo. “hizo de toda su vida una donación total a Dios”, explicó Santiago.

Memorias póstumas

Santiago Balcells explicó que su hermano Alfonso había acabado el manuscrito 5 ó 6 años antes de su muerte, ocurrida el 2002. “Le hacía ilusión que se publicara, pero no en vida suya”, añadió.

Mesa de ponentes

La mayor parte de los recuerdos cubre la niñez y la juventud del autor, con especial dedicación a los años de la guerra civil española y la inmediata postguerra. En este periodo, ofrece un testimonio de primera mano de los inicios del Opus Dei en Cataluña. Él, sin ser miembro, se ofreció para firmar el alquiler del primer centro, y después colaboró desinteresadamente durante años, afrontando con sentido sobrenatural las contradicciones que esta decisión le supuso. No fue hasta cuatro años más tarde, en 1943, que Alfons Balcells –entonces un médico del Hospital Clínico- decidiese seguir la llamada de Dios al Opus Dei. Así lo explica en el libro:

“Una vocación, una llamada, es difícil de definir de manera teórica: siempre es una historia personal. Yo –ya lo he explicado- no había visto hasta entonces nada clara la posibilitad de una entrega total a Dios, que implicara toda mi vida. Me sentía llamado a permanecer en el mundo y sin compromisos, como le había dicho claramente a Múzquiz aquel anochecer en la Rambla, el mes de febrero o marzo de hacía tres años. Me gustaba estar metido en todas partes. Ahora bien, de pronto, cuando menos me lo esperaba, todas las ilusiones de mi vida, y todos los datos con los que jugaba siempre cuando me planteaba cómo debería ser mi futuro, y mis ansias de independencia, y la necesidad de contar con Dios, se juntaron, como en un rompecabezas hasta entonces incomprendido, y cristalizaron en una vocación. Vi de manera clara, y sin que nadie me lo recordara, una cosa que hasta entonces no veía: que en el Opus Dei todo aquello era posible. Y me sentí llamado.

Era como el enamoramiento repentino, pero radical y definitivo, que puedes sentir hacia una chica que ya hace años que te rodea y a la cual no has hecho demasiado caso: ella es, hasta entonces, sólo como una amiga, como una buena compañera de aventuras. Y de golpe, acontece el centro de tu vida.

(...) No descarto que aquella preocupación social manifestada en el trabajo en el barrio del Buen Pastor, hubiera preparado el camino. El amor a los demás es la puerta del amor a Dios, y al revés. (...) Era el 24 de enero de 1943. Tenía 27 años”.

(Fragmento de “Memòria ingènua”, del Dr. Alfons Balcells (1915-2002), editado en Barcelona por La Formiga d’Or)