Los viajes

Francisco Ponz. MI ENCUENTRO CON EL FUNDADOR DEL OPUS DEI. Madrid, 1939-1944

El Padre continuó viajando desde Madrid a diversas ciudades. Ávila, Barcelona, Bilbao, Burgos, León, Lérida, Pamplona, Salamanca, San Sebastián, Segovia, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria, Zaragoza y probablemente algunas más, fueron visitadas en esos años por el Padre, en bastantes casos varias veces. El promedio de salidas del Padre para pasar varios días fuera de Madrid debía de ser de unas dos mensuales.

Tuve la suerte de acompañar al Padre en un viaje a Valencia en diciembre de 1941. Le había pedido quedarme a pasar la Navidad en Diego de León, pero me dijo que, aun cuando comprendía ese deseo, era preferible que fuera con mi familia a Huesca. Como él tenía que dar un curso de retiro a mujeres jóvenes en Valencia, me invitó a acompañarle en tren hasta esa ciudad, para seguir yo mi viaje dos o tres días después. Me encantó la idea de ir con el Padre, conocer la residencia de estudiantes de la calle de Samaniego y estar con los de allí. Como mi padre era médico de Ferrocarriles, el aumento de recorrido no me suponía mayor coste.

El 13 por la noche tomamos el tren en la estación de Atocha, y fuimos solos en el compartimento. Yo dormí bastante bien, así que no sé cómo dormiría el Padre. Al hacerse de día, después de asearnos, hicimos la oración, con algunos puntos de meditación que me ofreció el Padre. Al terminar estábamos ya próximos a Valencia y el Padre me fue mostrando el paisaje, los naranjales, y me explicó algunas características y costumbres de la región. Al llegar, nos esperaban en la estación y fuimos a la Residencia, donde el Padre celebró la misa. Estaba entonces allí de director Justo Martí, y pude conocer a algunos del Opus Dei que aún no había visto por Madrid. Eran ya prácticamente vacaciones, por lo que no quedaba casi ningún residente. Todos estaban contentísimos con la visita del Padre. Habló con algunos y levantó el corazón de todos con su simpatía, buen humor y sentido sobrenatural.

Uno de esos días, acompañé al Padre hasta el lugar donde estaba predicando el curso de retiro a universitarias de Acción Católica. Caminábamos por la calle solos, el paseo se prestaba a la confidencia, y le dije que yo me veía muy feliz en el Opus Dei, pero que no sentía especial ilusión o entusiasmo en el cumplimiento de las normas de piedad. "Mira, Paco -me dijo enseguida-, yo llevo muchos años haciendo prácticamente todo a contrapelo. No hay que hacer las cosas por entusiasmo, sino por Amor". Sobra decir que la respuesta me consoló mucho.