“Las enfermedades también se están globalizando”

El director del Instituto de Salud Tropical de la Universidad de Navarra reclama más investigación. Le preocupa que, con la crisis, patologías como el chagas o la brucelosis caigan en el olvido.

En muchos países de África, cuando las personas se encuentran y se saludan, además de preguntarse qué tal, surge inmediatamente otra cuestión: ¿cómo va la salud? Siempre es tema de conversación importante, sobre todo, cuando falta, cuenta el camerunés Paul Nguewa (Duala, 1976). Así, puede que esa escena que le ha rodeado toda la vida le marcase, porque Nguewa comenzó a interesarse muy pronto por la sanidad y las enfermedades tropicales. Paludismo, leishmaniasis, brucelosis, chagas... “Por estas dolencias, muy relacionadas con la pobreza, muere cada tres segundos una persona en el mundo”, afirma Nguewa, que lucha contra ellas desde el Instituto de Salud Tropical de la Universidad de Navarra , que dirige.

Cuenta con una sonrisa tímida que no se había soñado dirigiendo un proyecto como este centro navarro cuando llegó a España, a Tenerife, para estudiar Farmacia, la misma carrera que hizo su padre. Allí, en la Universidad de La Laguna y en la isla, ha dejado grandes amigos y muchos recuerdos. Tanto que el camerunés, que en el fondo tiene corazón canario, bien habría pedido para el almuerzo un pescado de allá con papitas y mojo. Pero como el restaurante es andaluz y allí el mojo no se estila, se sustituye por una de sus grandes pasiones: una ensalada con jamón. “Al llegar a España, me sorprendió ver patas de cerdo colgadas en los bares, pero luego me acostumbré. Me encanta”, ríe.

Y de Canarias —con varios paquetes de jamón envasado al vacío, como regalo de despedida—, Nguewa se marchó a Bélgica a seguir especializándose. Y después a Pamplona, donde comenzó a investigar en el área de oncología, hasta que llegó la oportunidad de dirigir el Instituto de Enfermedades Tropicales. “Un problema endémico para 140 países de África, Asia y América Latina, pero que ahora, con los movimientos de población afecta al resto del mundo”, expone. “Las enfermedades también se globalizan, y eso tiene que servir para sensibilizar de que son un problema de todos”, remarca.

Alto, extremadamente educado y sonriente, el experto desgrana despacio —igual que come— cómo uno de los principales problemas en el combate contra estas patologías es la falta de recursos dedicados a la investigación: apenas el 1% de los fondos. “Hay más de 1.000 millones de personas que sufren secuelas graves o discapacidad por haber padecido una de estas enfermedades. Y gran parte de los efectos de estos males podrían atajarse con prevención y con, por ejemplo, vacunas”, observa.

Su instituto —“un proyecto joven”, define— trabaja en una vacuna para la brucelosis y está avanzando en la búsqueda de compuestos activos para enfermedades parasitarias como el chagas o la leishmaniasis. Para ello trabajan con centros de investigación, universidades y hospitales de los países que más las sufren. También con otros centros españoles —como su antigua casa de Tenerife— y europeos. “El objetivo es luchar contra la enfermedad con todas las armas. Hay que juntar fuerzas para impulsar la investigación. Unido a otros se puede y se debe avanzar más. Debemos hacerlo porque la gente afectada nos reclama”.

A Nguewa le preocupa que la crisis económica perjudique la investigación sobre estas dolencias. “La salud y el bienestar de la población son dos partes clave para el desarrollo de los países. No podemos permitir que sigan siendo enfermedades olvidadas”.

MARÍA R. SAHUQUILLO / El País