En el año 1936, como en el resto de su vida, las jornadas de San Josemaría transcurrían en plena coherencia con su llamada divina: a ser sacerdote y Fundador del Opus Dei, ambos aspectos intrínsecamente unidos en su persona. En la predicación se mostraba no sólo como un maestro, sino como un padre y pastor de almas, que iba por delante, procurando vivir lo que enseñaba.
La vida espiritual de San Josemaría marcaba su quehacer cotidiano. En primer lugar la celebración diaria, pausada y piadosa, de la Santa Misa, en las Religiosas Agustinas Recoletas del Monasterio de Santa Isabel de donde era Capellán desde tiempo atrás o en el Oratorio de la Residencia de la calle Ferraz 50. Asimismo, la recitación de la Liturgia de las Horas. Dedicaba un mínimo de media hora por la mañana y por la tarde a la oración mental, habitualmente cerca del Sagrario. También, recitaba las tres partes del santo Rosario. Leía y meditaba la Sagrada Escritura y dedicaba tiempo a la lectura espiritual de los tratados clásicos de espiritualidad. Asimismo practicaba el examen de conciencia al caer el día y otras devociones a la Virgen, San José, a los Ángeles custodios etc.
Se empeñaba seriamente en el trabajo. En primer lugar, en las tareas de dirección del Opus Dei, y en la redacción de textos para la formación de los miembros de la Obra y de las personas que atendía. Dedicaba muchas horas al confesionario y a la atención espiritual de personas de toda clase y condición social. Predicaba frecuentemente en el Oratorio de la Residencia, impartía clases de formación a grupos reducidos, varias cada día, retiros mensuales, etc.
Se ocupaba, como Capellán, de la atención espiritual de las Agustinas Recoletas; lo que implicaba muchas horas de predicación, confesiones y dirección espiritual de las monjas de la comunidad. Asimismo, en el confesonario de Santa Isabel dirigía espiritualmente a las primeras mujeres del Opus Dei y a otros fieles que acudían a él.
También utilizaba gran parte de su tiempo en la preparación de su tesis doctoral en la Facultad de Derecho de Madrid sobre las ordenaciones de mestizos y cuarterones en América en el siglo XVI. Antes de la guerra civil tenía muy avanzada la organización de datos y bibliografía para la elaboración final del trabajo.
Seguía ayudando, en la medida de lo posible, en la atención espiritual del Hospital del Rey, y visitaba a enfermos y necesitados en sus domicilios. Es decir, llevaba a cabo una ingente labor pastoral para la que el tiempo escaseaba.
También realizaba visitas a obispos para explicarles el Opus Dei; en primer lugar al Obispo de Madrid, D. Leopolodo Eijo y Garay, y a su Vicario General D. Francisco Morán, al que tenía al día de las actividades de la Residencia. Finalmente, no descuidaba la atención de su familia: su madre y sus dos hermanos, a los que mantenía con su trabajo.
A. VÁZQUEZ DE PRADA,El Fundador del Opus Dei, ed. Rialp, Madrid 1997, Vol. I, pp. 495 y ss.
P.RODRÍGUEZ, El doctorado de san Josemaría en la Universidad de Madrid, SetD 2 (1008) 13-104.