La solidaridad se marcha al extranjero

Un numeroso grupo de universitarias del Club Villablanca han participado en una iniciativa solidaria que la Fundación Prodean ha impulsado en Setúbal (Portugal) y Bratislava (Eslovaquia). Por tercer año consecutivo, las vacaciones del verano han permitido hacer compañía y atender a niños con problemas cerebrales y ancianos.

No todos los jóvenes se plantean de igual forma sus vacaciones de verano. Muchos de ellos aprovechan estas fechas para inscribirse en proyectos solidarios. Por tercer año consecutivo, la fundación sevillana Prodean junto con el Club Universitario Villablanca ha puesto en marcha sus programas en el extranjero. Echar una mano a los que más lo necesitan fue el objetivo principal de más de un centenar de jóvenes voluntarias –chicas de 17 años en adelante- durante el pasado verano.

En esta ocasión, esta entidad sin ánimo de lucro ha llevado a cabo distintos campos de trabajo tanto en la ciudad portuguesa de Setúbal como en Bratislava, capital de Eslovaquia.

En Setúbal, la labor más importante se desarrolló con los niños de la casa de acogida de las Misioneras de la Caridad. Un total de 40 pequeños –muchos de ellos con enfermedades como la parálisis cerebral- recibieron el cariño del voluntariado de Prodean.

Ayudar a las monjas en el mantenimiento de la casa, realizar con los niños talleres ocupacionales, excursiones, juegos o, simplemente, estar cerca de ellos, fueron las actividades que ocuparon las horas de cada una de estas jóvenes voluntarias que también encontraron un hueco para trabajar en el Banco de Alimentos de Portugal, visitar a los ancianos de diversos asilos y arreglar una zona de chabolas.

En Bratislava el trabajo no fue muy diferente. Allí los ancianos del asilo ‘Domor Jesene Zivota’ fueron el principal objetivo. No obstante, también se procedió a la restauración de una iglesia del lugar, además de visitar la zona infantil de oncología de los hospitales de la zona.

Un año más, y van tres, los resultados han sido muy positivos. La voluntaria Mª Luz Rus así lo confirma. Dice que lo mejor es lo que te aporta esta experiencia. “Te sientes bien cuando ves que otros evolucionan favorablemente gracias a tu trabajo. Al final –confiesa- es siempre más lo que recibes que lo que das”.

Mª Luz participa en los programas de Prodean desde hace varios años. Ha prestado su ayuda en países como Polonia, Lituania o Eslovaquia. “Estoy enganchada”, asegura. “Una vez que has vivido experiencias así, te cambia radicalmente la forma de ver la vida”.

Ella, como el resto de voluntarias, ha invertido parte de sus vacaciones en un proyecto que define como “ilusionante” y “del que puedes aprender mucho. Sabes que no les has resuelto el problema, pero al menos has aliviado un poco su situación”, comenta Mª Luz, a quien le gusta destacar especialmente que se trata de una gente “muy agradecida”, con la que llegas a establecer “unos lazos muy especiales”.

Mª José Martín/ El Correo de Andalucía