“La mujer es el motor de África”

Ebele Okoye ha recibido el Premio Harambee 2018 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana, patrocinado por los Laboratorios René Furterer. Ebele, nigeriana y farmacéutica de profesión, promueve el proyecto social AMAD de Women Board en varias regiones del suroeste de Nigeria.

Ebele Okoye, directora de AMAD (Nigeria).

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¿En qué consiste el proyecto AMAD?
Como dice su nombre, AMAD viene del verbo “amar”. Tiene dos fines: el primero es despertar la responsabilidad social en las universitarias y el segundo es luchar contra la pobreza, especialmente en las áreas rurales de Nigeria. Con las universitarias que han tenido la oportunidad de educarse vamos a ayudar a las que no han tenido la misma suerte que ellas. Damos a las mujeres que viven en estas áreas rurales recursos para ganarse la vida. En Nigeria se dice que cuando educas a una mujer, educas a toda una comunidad porque la mujer es la responsable de la educación de los hijos. Cuando una mujer tiene recursos para la vida es seguro que sus hijos también tendrán. Entonces, para romper la cadena de pobreza tenemos que empezar con las mujeres, y esto es lo que intentamos hacer en AMAD.

¿Qué impacto social pueden tener las mujeres?

La mujer es el motor de África, ellas llevan la familia y ahora también llevan el trabajo. La vida ahora requiere que la mujer también trabaje. En África el sistema de familias es muy fuerte: la mujer no se responsabiliza solo de sus hijos, sino también de sus sobrinos y de su familia extensa. La mujer, en Lagos al menos, se despierta a las 4
de la mañana a preparar la comida y luego tiene que irse a trabajar, tienen mucho peso encima. Es el motor de la comunidad y del continente.

Ante todo, educación

¿Cuáles considera que son los principales obstáculos a los que se enfrenta la mujer africana y la mujer en general?

Me gusta contar esta historia: una vez fuimos a un pueblo de Uroko para presentarles a las mujeres las compañías de microcréditos y ofrecerles esta posibilidad. Luego hablamos con las mujeres y les explicamos, pues tienen miedo de todo lo que tiene que ver con papeles y firmas. Una mujer nos dijo que no podía tomar el crédito, pues su marido no le iba a dejar. Muchas veces los maridos tienen miedo de que la mujer se haga más rica que ellos, y esto es un obstáculo. Otra dificultad es que para empezar a trabajar en una comunidad se debe hablar primero con los jefes, que son hombres, y muchas veces no facilitan el trabajo.

En la lucha por la mejora de las condiciones de la mujer, ¿qué elementos cree que debemos tener en cuenta?

La educación. Cuando una mujer está educada tiene muchos más recursos, incluso para ganarse la vida. Sin la educación es muy difícil lograr el desarrollo. Se ve cuando vas de la ciudad a las áreas rurales: las mujeres de la ciudad tienen muchos más recursos y más educación, y esto se nota. Otro elemento clave es la pobreza: hay muchas más mujeres que hombres viviendo bajo el umbral de pobreza en Nigeria, se dice que son el doble. También se nota en la vida pública: hay muy pocas mujeres en puestos altos. Estos son algunos de los retos que tenemos en Nigeria.
Dejar que las mujeres aporten

¿Cuál cree que es el papel de la mujer en la sociedad de hoy en día?

Cuando una mujer está bien, se nota la diferencia en su familia y sus hijos, incluso en la salud y educación de sus hijos. Me parece que para que todo el país se desarrolle económica y socialmente, necesitamos que las mujeres aporten lo que es propio de ellas. Esto se puede ver con lo que ha ocurrido con las niñas secuestradas ahora en Nigeria. En uno de los comités en los que se estaba decidiendo qué hacer y cómo solucionarlo había una mujer. Ella, inmediatamente, como buena madre, empezó a preguntarse por las niñas que se habían quedado en la escuela: cómo estaban, si tenían comida, si tenían mantas… Se les llevó todo lo necesario y fue gracias a ella. Son cosas que quizás a un hombre no se le ocurrirían.

¿Cuáles son los mayores logros que se han producido desde que comenzó a trabajar con AMAD en Nigeria?

Es un granito de arena, pero sí que se puede aportar mucho. Por ejemplo, en una de las comunidades, cuando empezamos tenían mucho miedo al papeleo; entonces, poco a poco, les vas hablando y animando a que crean que pueden conseguir estos microcréditos. También hay mucho impacto en las universitarias que ayudan. A veces me llaman para preguntarme qué pueden hacer o cómo pueden ayudar. Esto es muy
importante porque en Nigeria no tenemos líderes y la formación de líderes empieza ahí: con la responsabilidad social. Cuando son líderes, las universitarias pueden ayudar y aportar y provocar un cambio.

¿Cuáles son sus “tareas pendientes”?

Queremos llegar a más mujeres, pero también queremos conseguir otras cosas más materiales, como por ejemplo una prensa mecánica para la yuca, que facilita mucho la producción de estas mujeres. También queremos llegar a más aldeas: por ahora trabajamos en tres en esta zona de Uroko, pero hay muchas más. También me gustaría poder hacer un poco más de trabajo con las autoridades: dar a conocer la situación de estas mujeres, poder hablar más con los jefes de las aldeas, etc.
Occidente visto desde África

¿Qué podemos aprender en Occidente de las mujeres africanas?

Una cosa que me llama la atención es que en Occidente las mujeres tienen muchos más derechos que en África no tenemos. En África nos preocupamos por qué comer hoy, ni siquiera por qué comer en general, sino hoy, y esto conlleva problemas básicos. Me parece que a veces en Occidente, al tener ya estos derechos básicos cumplidos, las cosas se complican demasiado. Como las necesidades básicas están cubiertas, parece que hay que crear nuevos problemas complejos. Pero la vida es mucho más sencilla.

¿Daría algún consejo a todas las mujeres que tratan de alcanzar sus metas personales y laborales?

Que no se olviden de otras mujeres. Aquí, en Occidente, gozan de muchos más derechos y las mujeres tienen que ayudar a las mujeres, especialmente a las que no gozan estos derechos.