«La mujer africana se destruye si no es capaz de combinar tradición y liderazgo»

Antoinette Kankindi Profesora de Ética y Filosofía Política en la Univ. Nairobi (Kenia). La filósofa, que recibe hoy el Premio Harambee en Madrid por su trabajo en pro de la promoción femenina, visita Málaga para participar en el Foro Mujer y Sociedad

La filósofa Antoinette Kankindi, ayer en Málaga. / Paula Hérvele

Diario Sur «La mujer africana se destruye si no es capaz de combinar tradición y liderazgo»

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El de Antoinette Kankindi es el vivo ejemplo del acierto cuando se trata de ir sumando desde abajo, y desde lo próximo, para llegar más lejos. Así lo hace esta filósofa y profesora universitaria de Ética y Filosofía Política nacida en El Congo pero residente en Nairobi (Kenia) desde hace 15 años con un proyecto sumamente eficaz al que dedica buena parte de su tiempo y que consiste en empoderar a las mujeres africanas de comunidades concretas para que, a través de pequeños proyectos, se conviertan en los motores de su entorno. Ese convencimiento de que es la aportación femenina, al final, la que termina por inclinar la balanza, le ha reportado numerosas satisfacciones no sólo en el ámbito profesional, sino también en el personal. También por eso ha sido la acreedora, este año, del Premio Harambee España a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana, que recibe hoy en Madrid de manos de Teresa de Borbón. Antes de la distinción, Kankindi hizo parada ayer en la capital para participar en el Foro Internacional Mujer y Sociedad de Málaga y compartir esa experiencia de éxito que, sin embargo, necesita del apoyo internacional.

¿Hasta qué punto está vinculado el desarrollo de una comunidad con la posibilidad que se les da a las mujeres de emprender y ser líderes?

La región donde yo trabajo, en Kenia, es una de las más estables de África. Ahora empieza a tener problemas con el radicalismo islámico, pero es un país donde los gobiernos de los últimos 15 años han ido abriendo más espacios para trabajar. Yo estoy muy interesada en el liderazgo de la mujer, y he visto por la experiencia con mis alumnos (todos de licenciatura) que económicamente son las madres, las tías o las abuelas las que promueven que ellos estudien. En las labores de carácter social que hacemos con los alumnos en las zonas rurales de Nairobi también vemos esa fuerza motora de la mujer.

¿Y ese liderazgo choca con los valores tradicionales africanos?

Eso es lo que realmente me interesa: los valores africanos son muchos –al igual que los vuestros– pero sobre todo hay tres que siguen ahí, independientemente del fenómeno de la globalización: la familia, que es la que te hace como persona; la solidaridad, que se extiende desde la familia a la comunidad y la hospitalidad, porque nuestras casas siempre han estado abiertas. De hecho, cuando se analiza el papel femenino en cualquier sector, se sigue considerando a la mujer como la guardiana de estos valores; y cuando los asume es cuando se libera su liderazgo frente al de los hombres.

Están sustentados en la familia, la solidaridad y la hospitalidad; y la mujer es la guardiana de todo eso», acerca de los valores tradicionales

Parece un poco contradictorio este vínculo entre tradición y liderazgo

No, porque la mujer educada en África trabaja y tiene su familia y hace muchas otras cosas: la idea es que en realidad cuando se desprende de esos valores tradicionales su liderazgo se pierde porque se vuelve como los hombres; bastante más ‘dura’ y agresiva, e incluso se destruye ella también cuando no compagina esto. Y es posible parar esta tendencia de que la mujer pierda sus valores y siga construyendo a la vez la comunidad; porque ahora hay más recursos y también hay más educación.

¿Cuál es la proporción de alumnas en la universidad en la que usted imparte clases?

Ha sido impresionante la evolución, porque cuando empecé en 2004, en una clase de 80 alumnos podía tener 30 chicas y 50 chicos; pero ahora tengo clases de 130 en dos grupos de 65 y están al mismo nivel, incluso en los últimos dos años tengo más alumnas que alumnos. Esta tendencia es progresiva y cada vez va a más.

¿Y cómo surge el proyecto que ahora premia la Fundación Harambee?

‘Integrity program’ surge en el año 2012 con una formación específica, porque yo doy clases de Ética y Filosofía Política y me di cuenta de que mis alumnos se entusiasman con dos conceptos clave de la Filosofía Moral: la dignidad humana y el bien común, porque para ellos no es habitual que les hablen de esto último. Normalmente allí los padres les dicen «tú a lo tuyo». No sé si será igual aquí...

Aún es un tema delicado porque no se entiende por qué hay que pagar ese precio para prosperar», sobre el control de la natalidad

Sí. Absolutamente

(Sonríe). Pues eso para mí está en contradicción con lo que es la sociedad africana, que no es en absoluto individualista. Por eso no era suficiente enseñar eso en el aula, había que aplicarlo en sentido práctico. Ahí surgió la idea de hacer una formación, que primero se hizo con hombres y mujeres de diferentes países africanos y luego sólo con mujeres, que es el proyecto concreto que se ha premiado y que recibe el nombre de ‘Women Leadership’. La parte práctica consistía en decidir una iniciativa concreta para desarrollar una comunidad a través de las mujeres, ya fuera desde el punto de vista de la participación política (caso de Costa de Marfil), la promoción de pequeñas empresas (Camerún o Malawi) o la comunicación (Kenia).

Pero para todo eso hace independencia económica...

Sí, eso es fundamental. Por eso no es extraño que en África muchas mujeres tengan un trabajo independientemente de su pequeña empresa. Con eso no sólo garantizan su sustento, sino que pueden emplear a alguien para su negocio mientras que el trabajo externo las mantiene a ellas como emprendedoras. Es una idea muy solidaria que además funciona muy bien gracias a la formación específica.

¿Pero cómo se explican, por ejemplo, cuestiones como el control de la natalidad para poder prosperar fuera del hogar?

Eso es un tema todavía delicado. Hay que ser muy realista porque aún no se entiende por qué hay que pagar ese precio. Te voy a poner un ejemplo: ahora queremos emprender ese proyecto en la comunidad masai para intentar que cada mujer tenga un trozo de tierra, y cuando nos informamos de cuáles eran los desafíos culturales que teníamos que superar nos dijeron que los ancianos no nos iban a poner ningún problema para que sus mujeres prosperen. Y así ha sido.

¿Y desde el punto de vista del gobierno? ¿Hay promoción real de la mujer con políticas concretas?

Las políticas en Kenia existen, lo que no hay es apoyo económico. El gobierno no te va a dar el dinero, pero si tú consigues la financiación te van a dejar hacerlo. Eso tiene un problema, porque todo lo que gestiona el Estado a veces está afectado por algún tipo de corrupción y hay que estar alerta

Ana Pérez-Bryan

Diario Sur