La influencia de Josemaría Escrivá en el Concilio Vaticano II

Las biografías de monseñor Josemaría Escrivá (1902-1975), fundador del Opus Dei canonizado por Juan Pablo II en 2002, indican, generalizando, que durante el Concilio Vaticano II se encontró con muchos de los que participaron en este importante y todavía controvertido evento eclesiástico.

En el último número de “ Studia et Documenta. Rivista dell’Istituto Storico San Josemaría Escrivá ”, un ensayo de don Carlo Pioppi (docente de Historia de la Iglesia en las facultades de Teología y de Comunicación social de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz) que se titula “Algunos encuentros de san Josemaría Escrivá con personalidades eclesiásticas durante los años del Concilio Vaticano”, identifica por primera vez (y gracias a la documentación del Archivo General del Opus Dei, cuáles fueron los exponentes de la Iglesia con los que se encontró Escrivá entre 1962 y 1965.

Si bien, como indica Pioppi, Escrivá «no participó en el Concilio Vaticano II [...] tuvo por este evento eclesial de extraordinaria importancia un interés y una atención del todo particulares». Como “Presidente general” del Opus Dei, habría sido invitado a participar en el Vaticano II como padre conciliar.

Sin embargo se vio obligado a declinar la invitación porque, indica el historiador «habría podido estar presente como presidente de un instituto secular, justo en un momento en el que se presionaba en los dicasterios romanos para llegar a una solución diferente con respecto a la naturaleza jurídica del Opus Dei; estar presente, pues, en el Vaticano II como padre conciliar habría podido interpretarse como una aceptación de la situación que existía de facto, y, así, como un psobile precedente en el sentido de adaptarse a la existencia del Opus Dei dentro de la figura canónica de Instituto secular».

El interés y el posterior aporte de Escrivá al Concilio hay que buscarlos antes de que Juan XXIII le convocara, dado que, desde 1959, estudió a fondo los documentos y los discursos pontificos relativos, alegrándose mucho (como indicó Andrés Vázquez de Prada en la biografía mejor documentada: “El fundador del Opus Dei”, tercer volumen) «al saber que el Papa deseaba que los trabajos de la asamblea tuvieran una orientación pastoral». Después de haberse puesto de acuerdo con la Presidencia y con la Secretaría del Concilio para hablar con los padres conciliares, respetando el secreto de oficio, Escrivá ofreció a muchos de ellos material de estudio y de trabajo, dedicando cada día un poco de tiempo a estas citas, empezando por los padres conciliares que pertenecían al Opus Dei, como los obispos Ignacio Orbegozo (Prelado de Yauyos, Perú) y los auxiliares Luis Sánchez-Moreno (de Chiclayo) y Alberto Cosme do Amaral (de Oporto).

Durante los años del Concilio, el fundador hizo y recibió 235 visitas en total, que se encuentran catalogadas por nombre y en orden cronológico en el Apéndice 1 del ensayo de “Studia et Documenta”, entre las que destacan, en primer lugar, las que tuvo con el cardenal Ildebrando Antoniutti (1898-1974), entonces pro-nuncio apostólico en España (64 visitas). Después , Pioppi, en el Apéndice 2, presenta una distribución muy útil por las naciones de los prelados que Escrivá encontró en este periodo; destaca, evidentemente, Italia como el país de origen de la mayor parte de las personas con las que habló (64 de un total de 127 visitas); después aparecen España (21 personas y 69 visitas)  y Francia (10 personas, 15 visitas).

Después, por lo menos durante una ocasión (el primero de marzo de 1963), el fundador del Opus Dei votó “virtualmente” en el Concilio, cuando don Álvaro del Portillo (1914-1994), su “brazo derecho” desde el inicio de la Obra y entonces Secretario de la Comisión conciliar para la disciplina del clero y del pueblo cristiano (de quien actualmente  se está analizando una causa de beatificación), le pidió oficialmente un voto sobre los temas que incluir en el manual para los párrocos y en el Directorio catequístico (la respuesta de Escrivá, mencionada por Pioppi, data del 5 de marzo de 1963).

El aporte de Escrivá al Concilio, como afirmó Vázquez de Prada en la biografía citada, «fue de naturaleza diferente y muy importante, dejando a un lado los consejos y las orientaciones que le pidieron en más de una ocasión».

La documentación de la influencia que tuvo el fundador del Opus Dei, ahora con la documentación de los numerosos encuentros que sostuvo entonces con padres conciliares y peritos, con respecto al desarrollo y a los documentos del Vaticano II asume hoy una mayor importancia. El mismo Escrivá, en una entrevista de 1968, respondía así a una pregunta sobre los frutos del encuentro ecuménico: «Una de mis mayores alegrías ha sido ver cómo el Concilio Vaticano II ha proclamado con mucha claridad la vocación divina del laicado. Sin ninguna presunción, debo decir que, por lo que se refiere a nuestra espiritualidad, el Concilio no ha significado una invitación para cambiar, sino que ha confirmado lo que –por Gracia de Dios– estábamos viviendo y enseñando desde hacía muchos años».

Giuseppe Brienza // Vatican Insider (La Stampa)