La congoleña Celine Tendobi, ecógrafa del Centro Hospitalario Monkole y cara visible del programa Maternidad Sin Riesgo, con el que se ha conseguido reducir del 50 al 18% la mortalidad de mujeres embarazadas en el interior de este país africano, fue reconocida ayer con la concesión del premio Harambee a la Promoción e Igualdad de la Mujer en África. Un galardón nacido hace once años con ocasión de la canonización de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.
Los promotores del galardón han querido destacar la labor de Tendobi para mejorar la calidad de vida de la mujer africana embarazada, así como su tarea asistencial al frente del Centro Piloto de lucha contra la transmisión del sida de la madre al niño, mediante el que se han disminuido las tasas de infección en un 25%. Como explica la galardonada a El Confidencial, se trata de un arduo trabajo, pero con una satisfactoria recompensa en forma de vidas humanas. “Las zonas que atendemos están en plena selva, por lo que tardamos hasta cuatro horas en coche en acercarnos a los centros ambulatorios y luego tenemos que recorrer parte del trayecto a pie”. Todo ello, añade, con los grupos electrógenos a cuestas porque en estas zonas no hay electricidad.
En lo que se refiere a la lucha contra el sida, la labor de esta ginecóloga de vocación, cuya única finalidad es “salvar el mayor número posible de vidas”, parte completamente de cero. Tanto, que lo primero que tienen que hacer cuenta, es explicar los peligros del sida. “La mayoría de personas que viven en la selva no saben ni siquiera que existe el VIH, por lo que vamos puerta por puerta para explicarle a las mujeres de los barrios y de la selva cómo se trasmite y cómo pueden combatirla”, explica.
“Sólo deseo seguir salvando el mayor número posible de vidas”
Sus esfuerzos, tanto informativos como médicos, están dando resultados asombrosos y Tendobi es optimista de cara al futuro. “Yo pienso que si hemos sido capaces de reducir en casi un 25% la trasmisión de VIH en tan poco tiempo, y que si logramos conseguir becas para formar a las mujeres locales como enfermeras, llegaremos a controlar esta enfermedad y podremos salvar el mayor número posible de vidas, que es lo único que deseo”. Como no se casa de insistir, su objetivo vital consiste en “dignificar y mejorar las condiciones de vida y la salud pública de Kinshasa y el área de salud dependiente de Monkole con la puesta en marcha de centros de salud que acercan la atención hospitalaria a la selva, a pesar de la falta de medios”.
La falta de recursos económicos y humanos es una de las mayores dificultades con las que se encuentra esta médica en su día a día. Si el parto por cesárea disminuye más las posibilidades de trasmisión del sida de madre a hijo que el parto natural, en medio de la selva no siempre existen los equipos quirúrgicos necesarios para este tipo de intervención. “La mayoría de veces tenemos que elegir la vía natural de parto, y tratar de concienciar a las enfermeras sobre cuestiones básicas, como que no se pueden utilizar los mismos utensilios para la madre y el bebé, como las tijeras con las que se corta el cordón umbilical, o que es fundamental limpiar muy bien la piel del bebé con antisépticos”, recuerda.
La falta de higiene y la malnutrición en amplias capas de la población congoleña son otros de los obstáculos que dificultan la labor asistencial de la galardonada. Como consecuencia, las tasas de mortalidad de mujeres en el parto se sitúan alrededor del 40 por mil, lamenta Tendobi.
Un trabajo arduo, pero lleno de satisfacciones
El reto de la ginecóloga para reducir estas cifras de mortalidad durante el parto es “poder hacer un seguimiento más continuo de las mujeres embarazadas”. De hecho, suele ocurrir que alguna mujer esté hasta dos días de parto porque tiene gemelos, sin saberlo, y que alguno de ellos se encuentre en posición transversal, como le ha ocurrido en más de una ocasión. Una problemática que se solucionaría haciendo más ecografías y consultas periódicas a las embarazadas. Además, insiste, el parto puede juntarse con otros problemas como pueden ser la diabetes o la hipertensión de las madres, lamenta.
Las dificultades con las que se encuentra Tendobi no impiden que también obtenga muchas satisfacciones de su trabajo, “cuando logras salvar a un niño y a su madre de un parto complicado”. Además, asegura, “la gente es muy agradecida y aunque la pobreza sea enorme, siempre tratan de regalarte un pollo o algo de maíz, lo poco que tienen en señal de agradecimiento. Para mí es suficiente con ver a la gente contenta por curarse, valorando la vida, y eso compensa las horas de caminata por la selva y todos los esfuerzos”.
La galardonada ha querido aprovechar su visita a España para agradecer las ayudas económicas que le llegan de nuestro país, sin las que los centros ambulatorios que dirige no podrían subsistir, pues dice que ni el gobierno congoleño ni ninguna organización de su país los ayuda. Por eso, los fondos recaudados con el premio Harambee, así como todas las actividades de fundraising celebradas en estos días en España con motivo del galardón, irán destinados a sufragar parte de los gastos del Centro Materno Infantil del Hospital Monkole.