La filósofa española elegida por el Papa: “Urge una solidaridad inclusiva donde todos seamos responsables de todos”

Ana Marta González, nombrada por el Papa Francisco miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, afirma que “Europa está dejando de ser el paraíso de justicia y seguridad que era”.

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El papa Francisco nombró el pasado 19 de julio a Ana Marta González, filósofa de la Universidad de Navarra, miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. Es profesora de Filosofía Moral y coordinadora científica del Instituto Cultura y Sociedad de dicho centro. En una entrevista concedida a Religión Confidencial, se llena de alegría por este nombramiento “porque es una muestra de confianza, no solo en mi persona, sino de todos los agentes que han participado en todo un itinerario formativo y académico. Por ello, constituye un motivo de responsabilidad”.


Pertenecer a esta Academia no cambia sustancialmente el trabajo que viene realizando. Sin embargo, “añade el aliciente de poder prestar un servicio más directo al diálogo que mantiene la Iglesia con el mundo contemporáneo”, aclara Ana Marta González.

Respecto a la visión que puede aportar una mujer en la Academia señala: “Es obvio que la mayor presencia de mujeres en el mundo académico ha contribuido a resaltar su contribución a la entera vida social. En los últimos años se han destacado grandes temas humanos como el cuidado, la responsabilidad por el otro, la mediación en conflictos, etc., que no son privativos de las mujeres, pero han pasado a primer plano cuando ellas han entrado en el ámbito académico”.

La Academia fue instituida por Juan Pablo II como un modo de alimentar el diálogo de las ciencias humanas y sociales con la Doctrina Social de la Iglesia. Los últimos trabajos por sugerencia del Papa Francisco, analizan el tráfico de personas y el crimen organizado: “Cuestiones dolorosas que apuntan al lado oscuro de la globalización”- señala esta experta-. “De ahí también la necesidad de fomentar una solidaridad más inclusiva y promover sociedades más participativas. Sobre ambas cuestiones se tratará en sendos encuentros, que tendrán lugar en el próximo curso académico”, explica.

Soluciones al mundo actual

Cuestiones tales como la migración y el pleno empleo se encuentran también sobre la mesa. “Se trata de promover una visión humana de la vida social, capaz de superar el paradigma tecnocrático –sobre el que alertó Benedicto XVI en la Caritas in Veritate- y sobre el que ha vuelto a incidir repetidas veces Francisco en la Laudato Si”, apunta.

Preguntada sobre qué soluciones puede aportar esta Academia al mundo actual, afirma: “Lo propio de una Academia como esta no es dar soluciones rápidas, sino estudiar con calma la situación de la sociedad con objeto de orientar las decisiones y promover contextos sociales más humanos. Al mismo tiempo, considero muy positivo todo el trabajo que viene realizando la Academia, dando voz a los protagonistas de la vida social: profesionales, voluntarios, jóvenes, etc.”

Ana Marta González analiza asimismo el fracaso del sistema económico occidental que ha dado lugar a movimientos populistas cuyos programas vulneran derechos como la legítima propiedad privada o la libertad religiosa.

“Es verdad que la inestabilidad social provocada por la crisis económica primero, y la crisis de los refugiados después, sobre un panorama global marcado por la inseguridad y el terrorismo, está poniendo a prueba la vitalidad de los principios y la solidez de instituciones que han estructurado la convivencia el viejo continente. Europa ha sido durante décadas un paraíso de justicia y seguridad, pero está dejando de serlo”, afirma.

En esta línea, la experta considera que “parece obvio que hay que ir más allá de los debates entre izquierda y derecha, pues, si bien sigue habiendograndes desigualdades cuya superación ha constituido históricamente la razón de ser de la izquierda, y clamorosas faltas de libertad, cuya defensa ha sido el argumento moral de la derecha, han entrado nuevos elementos: los populismos `de derechas´. Ahora bien, lo que ambos populismos –de derechas y de izquierdas— tienen en común es el capitalizar alguna forma de resentimiento y escepticismo ante las posibilidades de la política heredada. A esa crisis contribuyen los casos de corrupción, pero también la sensación de que existe un desajuste entre los problemas sociales y las instituciones políticas para afrontarlos”.

Cómo afrontar la inmigración

Ana Marta González explica que una de las cuestiones que marca la diferencia entre unos populismos y otros, pero también lo que en algunos casos separa a la sociedad de los políticos, es el modo de afrontar la inmigración. “El `pueblo´ lamenta la ineficacia de los políticos para gestionar esta avalancha, pero el pueblo mismo también está dividido ante sentimientos humanitarios y el miedo. Es en este punto donde los liderazgos morales creíbles podrían marcar la diferencia y traducir las convicciones morales en normalidad institucional que dé lugar a una convivencia razonable”, apunta.

En este sentido, considera que “se impone pensar la política con arreglo a parámetros humanísticos, no tecnocráticos; recordar que política trata del gobierno de hombres libres, no de administración de cosas inertes”.

Los dos próximos eventos que va a celebrar esta Academia Pontificia se articularán en torno a la integración a las personas marginadas y Juventud y desarrollo sostenible. “En ambos casos se trata de recordar que la sociedad humana es una realidad relacional. La solidaridad inclusiva se refiere a que todos somos responsables de todos; la sociedad participativa significa que todos podemos aportar a la vida social. Generar vínculos sociales seguros y sanos –que eviten tanto la alienación como la anulación de la personalidad—, es un modo de reforzar nuestras sociedades. La familia ocupa un lugar clave pues, para bien y para mal, esos vínculos marcan a la persona”, asegura la experta.

El objetivo de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales es “promover el estudio y el progreso de las ciencias sociales, económicas, políticas y jurídicas a la luz de la doctrina social de la Iglesia”. El número de sus Académicos Pontificios, nombrados por el Papa, no puede ser ni inferior a 20 ni superior a 40. Son elegidos sin distinción de confesión religiosa por su alto nivel de competencia en alguna de las diversas disciplinas sociales.