La ayuda española le cambia la vida a un pueblo nigeriano

Silvanus, nigeriano de 53 años, dejó de trabajar y no podía alimentar a sus cuatro hijos por un problema de corazón.

Silvanus ha vuelto a trabajar... ¡en bicicleta! ©Qué.es

Silvanus vive en una casa de adobe en las afueras de una aldea de Enugu (en la Antigua Biafra de Nigeria), en donde desde hace años disponen de algunas horas de electricidad, pero no de agua corriente. Silvanus no tiene ni idea de donde está España... ni Europa. En toda su vida apenas ha viajado algunos meses a la capital para aprender el oficio de albañil, con el que se ha mantenido trabajando toda su vida en el pequeño pueblo de Iwollo.

Tanto él, como su familia, se sorprenden al ver a un hombre blanco en la zona. Los secuestros de extranjeros han hecho que ningún país europeo recomiende visitar el Sur Este de Nigeria, por lo que los niños abren los ojos y cuchichean entre sí, y los más pequeños se asustan al ver a un 'oñocha' (hombre blanco en el idioma local). Los jóvenes lo ven de otra manera y por la calle gritan 'David Beckham's brother' (el hermano de David Beckham) al ver a un español cuyo parecido con el futbolista británico es similar al de María Teresa Fernández de la Vega con Elsa Pataki.

Los dos pequeños de Silvanus se resisten a salir en la foto, están desconcertados con un tipo de raza que no han visto en su vida. Se quedan en la puerta de una casa de barro en la que apenas hay colchones por el suelo. La madre, mientras tanto, se aplica en la parte trasera con un mortero en el que mezcla la kasava y algunas legumbres que tomarán por la noche. Tan solo hay sillas de plastico baratas, las mismas que servirán para que nos sentemos, bajo unas palmeras a charlar. Es ahí donde Silvanus me cuenta que hace tres años tuvo que abandonar el trabajo por una dolencia en el corazón que se ha resuelto gracias al tratamiento en esta pequeña clínica.

El tratamiento en un dispensario en un pueblo de Nigeria, construido gracias a la cooperación española, le permite moverse en bici para ganarse el pan como albañil.

Aldea de Enugu

El clima tropical hace difícil trabajar al aire libre en esta zona, donde es normal pasarte el día sudando (al sol o a la sombra). Por eso es fácil imaginar el calvario de este hombre, que se veía incapaz de sostener a su mujer y sus cuatro hijos en un país en el que ni se imaginan lo que supone la Seguridad Social y en el que apenas hay una estructura social capaz de sostener a los millones de necesitados. Para demostrar que está en plena forma, nos muestra la bicicleta con la que se dirige al trabajo todos los días. Gracias a ella puede trasladarse de un municipio a otro para prestar sus servicios.

El Dispensario Rural de Iwollo, en el que atienden a Silvanus, nació hace siete años como iniciativa del Opus Dei y con la ayuda de una ONG del País Vasco, Zabalketa . Mantiene su actividad gracias al esfuerzo de un medico donostiarra, Joe Machimbarrena, que gestiona medicamentos y ayudas de instituciones y particulares. De esta forma pueden facilitar de manera gratuita la mayoría de las vacunas y a un precio muy económico los tratamientos más costosos.

Casos como el de Silvanus se repiten a diario en este dispensario que puede facilitar consulta a más de 60 personas al día. No solo combaten la malaria, una auténtica epidemia en la zona, sino también casos de diabetes, infecciones estomacales y malnutrición. Uno de los médicos que atienden el dispensario nos cuenta que es esencial la educación. Muchas veces basta con que le echen a la sopa un poco de cangrejo de río (pequeño, barato y con muchas proteínas) para que mejore la alimentación de toda la familia y es algo que antes no hacían".

©Antonio Olivié

El día en que visité el hospital había vacunación infantil. Decenas de madres se acercaban con sus bebés aferrados a la espalda gracias a un pañuelo que hace de mochila. Ahí reciben el tratamiento preventivo para muchas de las enfermedades infecciosas, como el polio o la fiebre amarilla, que se desarrollan en los países tropicales.

A poco más de un kilómetro de allí, en un dispensario médico público, las dos enfermeras que están de turno nos cuentan que, desde hace dos meses, no reciben los principales medicamentos. Sea por corrupción, dejadez o mala organización, el hecho es que este pequeño chalé de Iwollo, recién construido y limpio, carece de lo necesario para atender a los pacientes. "Ayudamos con información y si vemos algo grave les derivamos a otro hospital", nos dicen.

Antonio Olivié//Qué.es