Junto al mítico cráter del meteorito

Hace miles de años, en la isla de Saaremaa (Estonia), un meteorito dejó un cráter de 22 metros de profundidad. Ese fue el lugar elegido por los jóvenes del club Alfaklubi para realizar su campamento antes de iniciar las clases. El club, situado en Tallin, ofrece actividades de tiempo libre y formación cristiana.

Algunos socios del Alfaklubi, de Tallin (Estonia), con sus familias.

Un meteorito de 80 toneladas impactó la isla de Saaremaa en Estonia a una velocidad de 15 kilómetros por segundo y además de un memorable incendio, produjo un cráter de 22 metros de profundidad hace algunos miles de años.

Este hecho único en la historia de este pueblo finoúgrico, levantó muchas supersticiones entre los lugareños y fue uno de los motivos para que los primeros evangelizadores de Estonia decidiesen construir una iglesia católica en la localidad de Püha, cercana al cráter de Kaali.

Con la reforma protestante impulsada por el rey Gustavo Adolfo II de Suecia en el siglo XVII, el templo fue cerrado al culto y en la actualidad es una capilla luterana. Su pastor Anti Toplaan manifestó una excelente disposición cuando se le solicitó la posibilidad de organizar en el lugar un campamento con los socios del Alfaklubi de Tallinn.

Entre las varias decenas de participantes estaba Natan, quien celebraba su cumpleaños justamente aquellos días. Al saberlo, la gente del lugar que es muy hospitalaria, decidió prepararle una torta que superaba en peso la edad del homenajeado. La fiesta fue inolvidable porque entre los asistentes había varios violinistas consumados, uno de ellos Madis, es alumno regular en la prestigiosa academia Sibelius de Finlandia.

De común acuerdo con los padres de los participantes, entre los que había varios no católicos, hubo clases diarias de doctrina católica divididas en varios grupos según la edad.

Otro participante en el campamento fue Siim, que viene al Alfaklubi desde que tenía 9 años y ahora ya es un futbolista que se sienta al banquillo junto a los profesionales; con su ayuda fue posible organizar entrenamientos diarios de este deporte. Los socios más jóvenes tenían mucha ilusión de poder medir sus habilidades y aprender directamente sobre el manejo del balón, de una de las promesas del balompié estoniano.

De común acuerdo con los padres de los participantes, entre los que había varios no católicos, hubo clases diarias de doctrina católica divididas en varios grupos según la edad. Además, era posible asistir a la Santa Misa en la iglesia, donde hacía centenares de años que no tenía lugar ningún culto eucarístico. El pastor luterano estuvo muy contento con todo lo que sucedía en el territorio de su parroquia y junto a otros luteranos de la localidad asistieron algunas veces a la Santa Misa.

Era posible asistir a la Santa Misa en la iglesia, donde hacía centenares de años que no tenía lugar ningún culto eucarístico.

Entre las excursiones obligadas del campamento estuvo por supuesto el cráter del meteorito y también la visita a una granja de avestruces que, pese a los iniciales pronósticos en contrario, han demostrado una excelente aclimatación a las condiciones invernales del paralelo 60 latitud norte.

Los dueños de los animales permitieron que todos los socios del Alfaklubi se subiesen por turno a un huevo y ninguno consiguió romperlo. Explicaron que se requieren al menos 80 kilos de peso para romper el duro cascarón. Asimismo en otra excursión fue posible visitar las cavernas bálticas de piedra dolomita, formaciones geológicas posteriores a la última glaciación que son exclusivas de la costa estoniana.

El último día tuvo lugar una fiesta de puertas abiertas con la mayoría de los padres y otros familiares de los socios. Algunos vinieron desde Finlandia e incluso de Polonia, porque trabajan en la representación diplomática de Estonia. Nadie quería perderse un asado al más puro estilo argentino en las vecindades del lugar más visitado de la isla de Saaremaa.