Juan Pablo II será enterrado en San Pedro

Los restos mortales de Juan Pablo II han sido trasladados desde la Sala Clementina a la Basílica Vaticana.

Traslación de los restos mortales de Juan Pablo II.

La tarde del lunes, después de un momento de oración presidida por el cardenal camarlengo, los restos mortales de Juan Pablo II han sido trasladados desde la Sala Clementina a la Basílica Vaticana.

La procesión recorrió la Scala Nobile, la Prima Loggia, la Sala Ducale, la Sala Regia, la Scala Regia. Salió a la Plaza de San Pedro por el Portón de Bronce y entrará en la basílica a través de la puerta central.

Las visitas de los fieles han comenzado alrededor de las 20 horas y se esperan en los próximos días la llegada de millones de personas de Italia y del mundo. La Basílica Vaticana ha permanecido abierta toda la noche, salvo de las 2 a las 5 de la madrugada para permitir la manutención técnica de la basílica.

Misa de Exequias por Juan Pablo II

La misa de exequias por Juan Pablo II se celebrará el viernes 8 de abril, a las 10, en la Basílica Vaticana. Celebrarán la liturgia de exequias los cardenales y los patriarcas de las Iglesias Orientales. Presidirá la concelebración el cardenal Joseph Ratzinger, decano del colegio cardenalicio.

Al final de la celebración eucarística, el féretro del romano pontífice se llevará a la basílica vaticana y después a las grutas vaticanas, donde será tumulado.

Navarro-Valls señaló que el cuerpo de Juan Pablo II reposará en el mismo lugar en el que estuvo enterrado el beato papa Juan XXIII. Los restos de éste papa, fallecido en 1963, fueron trasladados desde las grutas a la basílica vaticana el 3 de junio de 2001, pocos meses después de ser beatificado, el 3 de septiembre de 2000.

Cardenal Sodano: "el mensaje del Papa permanezca grabado en el corazón"

El cardenal Angelo Sodano presidió el domingo, ante cientos de miles de personas que llenaban la plaza de San Pedro, Via della Conciliazione y las calles adyacentes, una concelebración eucarística en sufragio por Juan Pablo II.

Durante toda la noche, cientos de miles de personas hicieron fila para 'saludar al Papa'.

En la homilía, el cardenal Sodano puso de relieve que a pesar del dolor por la pérdida de "nuestro Padre y Pastor, Juan Pablo II, durante 26 años nos ha invitado siempre a mirar a Cristo, única razón de nuestra esperanza".

"A lo largo de más de un cuarto de siglo, ha llevado el Evangelio de la esperanza cristiana por todas las plazas del mundo, enseñando a todos que nuestra muerte no es más que un paso hacia la patria del cielo. Allí está nuestro destino eterno, donde nos espera Dios nuestro Padre".

El purpurado señaló que "esta es nuestra fe, esta es la fe de los cristianos. Nuestro dolor se transforma en seguida en una actitud de profunda serenidad. Yo también he sido testigo de esta serenidad mientras rezaba ante el lecho del Santo Padre en la hora de la agonía, la serenidad de los santos, la serenidad que procede de Dios".

"Mientras hoy lloramos por la muerte del Papa, abrimos el corazón a la visión de nuestro destino eterno. Sabemos que a pesar de ser pecadores, la misericordia de Dios Padre nos acompaña. Este es el sentido de la fiesta de hoy, la Divina Misericordia, instituida precisamente por el Papa Juan Pablo II, como una de las herencias de su pontificado, para subrayar este aspecto tan consolador del misterio cristiano".

"Este domingo sería conmovedor releer una de sus encíclicas más hermosas, la 'Dives in misericordia', escrita en 1980, en el tercer año de su pontificado". En este documento, dijo, Juan Pablo II "nos invitaba a mirar al Padre, que es 'misericordioso y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones'" y a "María, Madre de la Misericordia".

El cardenal Sodano hizo hincapié en las numerosas veces que el Papa ha repetido en estos años "que las relaciones mutuas entre los seres humanos y los pueblos no se pueden basar únicamente en la justicia, sino que deben ser perfeccionados por el amor misericordioso, que es típico del mensaje cristiano. Por este motivo, Juan Pablo II ha llevado a la Iglesia al tercer milenio cristiano y a ser un nuevo Buen Samaritano por los caminos del mundo, por las calles de un mundo todavía hoy trastornado por guerras fratricidas. De este modo, el Papa se ha convertido en el cantor de la civilización del amor, viendo en este término una de las definiciones más hermosas de la 'civilización cristiana'. La civilización cristiana es civilización del amor, a diferencia de aquellas civilizaciones del odio que en el siglo XX han sido consecuencia de tantas ideologías".

"Que el Papa vele siempre por nosotros desde el cielo y nos ayude a 'cruzar el umbral de la esperanza' de la que tanto nos ha hablado. Que este mensaje permanezca siempre esculpido en el corazón de los seres humanos de hoy. Juan Pablo II repite a todos una vez más las palabras de Cristo: 'El Hijo del hombre no ha venido para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por El'".

El purpurado recordó que "Juan Pablo II ha difundido en el mundo este Evangelio de salvación, invitando a toda la Iglesia a acercarse al hombre de hoy para abrazarlo y reconfortarlo con amor redentor. ¡Que sepamos recoger el mensaje de quien nos ha dejado y hacer que fructifique para la salvación del mundo!".

"Y a nuestro inolvidable Padre -concluyó-, decimos con las palabras de la Liturgia: '¡Que los angeles te conduzcan al paraíso! 'In paradisum deducant te Angeli!'. ¡Que un coro gozoso te acoja y te conduzca a la Ciudad Santa, la Jerusalén celestial, para que descanses eternamente. Amén!".

Vatican Information Service