Jóvenes de Valladolid “comprometidas” con su ciudad

Un numeroso grupo de familias impulsa en Valladolid la asociación juvenil Trechel. Este club para niñas organiza actividades culturales, deportivas y solidarias, en las que las chicas aprenden a ser mejores personas y mejores cristianas. El Opus Dei se hace cargo de la formación cristiana que reciben.

Grupo de niñas que acuden a Trechel.

«Es muy importante que los jóvenes participemos en actividades educativas y sociales para desarrollarnos intelectualmente y como personas», asegura Pía García Simón, quien a sus 18 años tiene muy claro la importancia de ayudar a los demás.

Pía es miembro de la Asociación Juvenil Trechel desde que tenía ocho años, cuando empezó a acudir a sus sesiones de estudio. Además, en estos años ha participado en varios cursos de guitarra, cocina y baile, en congresos y en sesiones de formación profesional.

Hace tres años decidió «devolver parte» de lo que había recibido siendo monitora de las niñas más pequeñas. Así, este curso ha dado clases de cocina y manualidades a chicas de Tercero de la ESO, además de continuar en el grupo de teatro de la asociación.

«Me lo he pasado muy bien con las niñas», asegura Pía, quien señala que «se encuentran en una edad muy divertida, tienen muchas ganas de aprender, se entretienen con cualquier cosa y todo les sorprende». La joven explica que les ha enseñado a elaborar varios postres («les daba la receta, los hacíamos entre todas y luego los catábamos, lo más divertido») y a hacer diversos accesorios, como pulseras, carteras, collares, etc.

Pía decidió hace dos años llevar más allá su compromiso con el voluntariado. Así, estuvo dos semanas en Hungría colaborando en un hospital para discapacitados, una decisión de la que se muestra muy satisfecha.

«Entreteníamos a los niños con juegos y con festivales, además de echar una mano en las tareas de limpieza, jardinería y pintura para restaurar un poco el centro», explica.

La joven asegura que fue una experiencia «muy gratificante» y que le gustaría repetir, aunque reconoce que es «muy duro». «Los niños te aportan mucho más de lo que tú les puedas dar, te enseñan mucho porque son felices a pesar de estar enfermos, de ser muy pobres e incluso no pudiendo comunicarse porque muchos de ellos ni hablan», indica.

De esas dos semanas en Hungría, Pía se trajo recuerdos imborrables, como «la alegría y la sonrisa» de los niños el día que organizaron un festival con los escasos medios a su alcance. «Las enfermeras estaban impresionadas y decían que hacía mucho tiempo que no les veían tan contentos, al final acabamos todas las voluntarias llorando por la emoción, fue un momento muy bonito», relata.

Pese a que el próximo curso sus estudios universitarios la obligarán a vivir fuera de Valladolid, Pía asegura que continuará colaborando con Trechel, al mismo tiempo que anima a otros jóvenes a «implicarse más» y a «comprometerse» en la tarea de construir un mundo más justo.

E. Prieto / El día de Valladolid