Josemaría Escrivá fue un "extraordinario hijo de la Iglesia", según el Nuncio Apostólico

Palabras del nuncio de su santidad en España, monseñor Manuel Monteiro de Castro, en la presentación del libro Josemaría Escrivá 1902-2002

"Considero lógica la presencia del Nuncio Apostólico de Su Santidad en España en el acto de presentación del libro 'Josemaría Escrivá 1902-2002', cuando se trata de honrar, en el Centenario de su nacimiento, a un extraordinario hijo de la Iglesia, que –sin dejar de ser español– quiso ser muy romano (...).

Así solía sintetizar el Beato Josemaría el objetivo de su vida entera y la razón de ser de la Obra cuya realización Dios le había encomendado: "La única ambición, el único deseo del Opus Dei y de cada uno de sus hijos es servir a la Iglesia, como Ella quiere ser servida" (...).

Todos los católicos deben considerar propias, porque lo son, las inquietudes y tareas de la Iglesia universal y local (...). Me consta que los fieles de Opus Dei lo viven así. Más aún, he podido comprobar personalmente la generosidad con que la Prelatura prescinde del eficaz trabajo desarrollado por algunos de sus fieles en tal o cual menester, y los pone a la plena disposición de la Jerarquía cuando ésta lo pide. (...)

Pero el modo específico en que la Iglesia quiere ser servida por sus hijos laicos, según recordó el Concilio Vaticano II, es precisamente a través de sus quehaceres terrenos (...). Se comprende así el caluroso afecto, gratitud y aliento que prestaron al Beato Josemaría todos los papas, desde el momento en que el Opus Dei llegó a Roma.

Al comienzo de mi intervención me he referido Santa Teresa de Jesús. Cuatro años después de llevarla Dios al cielo, un español ilustre –Fray Luis de León– escribía: "Yo no conocí ni vi a la Madre Teresa de Jesús mientras estuvo en la tierra, más agora que vive en el cielo la conozco y veo casi siempre en dos imágenes vivas que nos dejó de sí, que son sus hijas y sus libros, que, a mi juicio, son también testigos fieles, y mayores de toda recepción, de su grande virtud". (...)

Suscribo plenamente las afirmaciones de Fray Luis. También mi alma, de cristiano y sacerdote, se ha alimentado con las obras escritas por el Fundador del Opus Dei. Y he podido, igualmente, contemplar la vida y trabajo de sus hijos y de sus hijas.

He asistido a los comienzos mismos de la labor apostólica de la Prelatura en algunos países, como Suráfrica, cuando allí era sólo una prometedora semilla; y he visto su fecundidad apostólica de árbol frondoso en otros lugares, como Centroamérica, Australia, Bélgica, España, Italia o mi amada tierra lusitana. De hecho, como señalaba con gusto el Beato Josemaría, es precisamente en cada Iglesia local donde queda el fruto del apostolado que desarrollan los fieles del Opus Dei".

Resumen de la intervención del Vicario regional del Opus Dei, Mons. Tomás Gutiérrez Calzada

Entre las numerosas cualidades que Dios concedió al Beato Josemaría, figuraba la de ser hombre profundamente agradecido; y nos enseñó a serlo también nosotros, sus hijos. Pero las palabras o manifestaciones halagüeñas hacia su persona, lejos de proporcionarle satisfacción alguna, le causaban un positivo malestar, que no era capaz de disimular. Sin asomo alguno de falsa modestia –le repugnaba cualquier hipocresía–, se consideraba un instrumento sordo e inepto en manos del Dios que escribe con la pata de una mesa. (...)

Ahora, que goza de la visión beatífica, ya no puede sufrir. Por eso aprovechamos este Centenario para dirigir nuestras miradas a su figura, como quiere la Iglesia cuando incluye a un hijo suyo en el elenco de los bienaventurados. (...)

Además –y esto sin el menor atisbo de desobediencia– debemos agradecer a Dios por haberse preparado ese instrumento adecuado y atento, cuya heroica correspondencia a las gracias divinas ha supuesto para las almas y para el mundo impresionantes beneficios, de los cuales aparecen algunos en el libro que hoy se presenta. (...)

"¡Duc in altum! Esta palabra resuena también hoy para nosotros y nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro" (C.A. Novo millennio ineunte, 1).

Los fieles del Opus Dei leímos con particular emoción ese aliento del Papa. Nuestro Fundador siempre nos había enseñado a vivir mirando hacia delante; y, para hacerlo, solía emplear precisamente esas mismas palabras del Señor a San Pedro en el mar de Galilea. (...)

Por eso el Centenario del Beato Josemaría no puede concebirse en términos de añoranza, evocación o nostalgia. Claro está que se trata de una magnífica oportunidad para recordar su amor a la Iglesia, sus virtudes y su celo de buen pastor. Sobre todo, debe servirnos para tomar nuevo brío en la realización de la Obra que Dios le confió y para difundir su mensaje con aliento joven. (...)