La colocación de la imagen en la Basílica ha sido una iniciativa de la Hermandad de Nª Sª de la Merced, para conmemorar la entrañable relación de san Josemaría con la patrona de Barcelona. En la imagen, figura el santo encomendándose a la Merced. Como recordó Mons. Martínez Sistach, "el 21 de junio de 1946 hay un hecho importante vinculado a esta basílica. Importante para todos, para toda la Iglesia: es la visita de san Josemaría, quien después acudiría en otras ocasiones. Entonces, emprendía un viaje a Roma. Tras las gestiones que realizó allí, volvió de nuevo para agradecer a Nª Sª de la Merced el resultado de las gestiones realizadas. San Josemaría, en este templo, suplicó con fe y confianza filial la intercesión de María, bajo su advocación de la Merced. La Virgen María, que es también Madre nuestra, lo escuchó".
El objetivo de aquel viaje fue conseguir una aprobación pontificia para el Opus Dei, con la que abrir camino al cumplimiento que Dios había manifestado al sacerdote el 2 de octubre de 1928. En el relieve bendecido se representa a san Josemaría rezando ante Nª Sª de la Merced. Asimismo, incluye una imagen del templo de la Sagrada Familia.
Sobre esta imagen, Mons. Javier Echevarría comentó que "la familia es un tema de mucha actualidad en el mundo", y recordó que "los hijos son la prueba más grande de la confianza de Dios". También pidió "por las intenciones del Sr. arzobispo, ahora que empieza su camino en esta archidiócesis". Finalmente intervino el rector de la Basílica de la Merced, Mn. Salvador Cristau, que agradeció la presencia del arzobispo y del prelado.
"Cuando, pasado el tiempo, se escriba la historia del Opus Dei, habrá que resaltar -¡cuántos acontecimientos vienen a mi memoria!- los hechos que vieron la luz en esta ciudad condal, entre vosotros y bajo la mirada de la Virgen María de la Merced". Estas palabras de san Josemaría, pronunciadas en Barcelona en el año 1966, muestran la profunda devoción que tuvo el santo por Nª Sª de la Merced de Barcelona. Fue el suyo un aprecio filial, que se fortaleció con el paso de los años. El fundador estableció la costumbre de visitar a la Madre de Dios en su advocación de La Merced cuándo pasaba por la capital catalana. Se postraba a sus pies, le abría su corazón y le confiaba sus intenciones.
Esta estrecha relación se inició con la visita del 21 de junio de 1946. Aunque no era la primera vez que acudía: conocía la imagen de años atrás, y había animado a los barceloneses que se acercaban a su tarea pastoral a acudir a su intercesión. Pero aquella fecha tuvo una significación especial. Horas antes de embarcar hacia Roma, san Josemaría encomendaba a la Virgen María, delante del camarín, el trascendental propósito de aquel viaje: obtener una aprobación pontificia para el Opus Dei que abriera camino al cumplimiento que Dios le había manifestado el 2 de octubre de 1928.
María escuchó su ruego: la Santa Sede concedió el Breve 'Cum Societatis', expreso asentimiento pontificio a la tarea pastoral, y la carta 'Brevis Sane', de alabanza de los fines de la institución. Cuatro meses más tarde, san Josemaría volvió a la basílica barcelonesa para dar gracias. El hecho reafirmaba el convencimiento de sentirse bajo la amorosa protección de María, que había manifestado muchas veces. El recuerdo de este favor permanecería presente en sus viajes, y sería ocasión para renovar el agradecimiento a la patrona de Barcelona. Estas visitas de san Josemaría buscando la intercesión de María fueron frecuentes. Se tiene constancia, entre otras, de las que hizo en 1962, 1966, y 1972. En esas ocasiones procuraba ir primero a visitar a la Merced, y antes de marcharse, acudía de nuevo. Una costumbre que han seguido después sus sucesores al frente del Opus Dei.