La gran decisión

Semblanza de Franz Heukamp, director general del IESE, publicada en La Vanguardia.

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Franz Heukamp es, desde septiembre, el séptimo director general que ha tenido el Iese desde su fundación en1958. Y es el primero no español. Heukamp, nacido en 1973 en Olpe, una pequeña ciudad cerca de Colonia, está convencido de que en su nombramiento no influyó para nada su origen: lleva en el Iese desde el 2002, “y enseguida aprendí el idioma, no sólo lo básico para comunicarme, sino para integrarme. Todo el mundo sabe que soy alemán, pero eso ahora no es importante”.

Heukamp ha asumido el reto ilusionado y, aunque no lo diga, sería comprensible que sienta cierto vértigo. Su predecesor, Jordi Canals, lideró durante quince años la gran expansión internacional del Iese. “¡El reto a corto plazo es intentar no romper nada!”bromea.“Y seguir la línea: los campus de Múnich y Nueva York son muy jóvenes, queda mucho por hacer.

Tenemos que conseguir que el Iese sea muy relevante en Asia –somos socio fundador del Ceibs en Shanghai, y ya tenemos oficinas en Singapur yTokio–”. Para consolidar la presencia internacional,Heukamp reconoce que “ser extranjero facilita el discurso”; pero su objetivo va mucho más allá de lo territorial. “Me gustaría que mi huella sea conseguir un crecimiento de la relevancia y el reconocimiento que ya tiene el Iese como institución generadora de ideas relevantes y rigurosas para el mundo empresarial”.

El mediano de tres hermanos (los otros dos son abogados), hijo de un ingeniero forestal y una pintora, Franz es ingeniero de caminos con una doble titulación por la Technische Universität de Munich y la École Nationale des Ponts et Chaussées de París. Durante todos sus estudios hizo prácticas en empresas, y decidió dedicarse a la docencia justo después de doctorarse en ingeniería mecánica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Allí un amigo le habló por primera vez del Iese. “En el 2002 Jordi Canals pasó por Boston, y hablé con él. Luego vine a Barcelona y después de varias entrevistas me ofrecieron un puesto en el departamento de análisis de decisiones”. No era exactamente a lo que se había dedicado hasta entonces: “¡Por parte del Iese fue una apuesta!”, que luego se ha visto acertada. “Me interesó porque combina la parte analítica de la incertidumbre, el riesgo, y la psicología, por qué la gente hace lo que hace”.“Uno se hace profesor para la investigación, pero alguien tiene que administrar ciertas cosas”, añade, y su trayectoria le llevó al comité de los MBA, después a secretario general del Iese entre el 2009 y el 2012, y luego fue vocal del consejo de dirección para los MBA. Es también titular de la cátedra Antonio Valero de Gobierno y Dirección de Empresas.

“Yo soy de una generación que ha crecido con el ordenador en la mano.Tengola oficina sin papel, pero algunas cosas me gusta escribirlas a mano”. Esta reflexión viene a cuento por su visión de que no le damiedo la revolución digital que está transformando la escuela de negocios: “No seremos ni 100% off line, ni 100% digital. Sí me gustaría que el Iese sea líder en el buen uso de la tecnología disponible para ofrecer las mejores experiencias educativas a los directivos”. Y ahora queda lejos la crisis de reputación que vivieron las escuelas de negocios durante la gran recesión, pero de todo se aprende:“

Formamos a personas que asumen grandes puestos de responsabilidad, y cuando algo falla, es normal buscar culpables. Siempre hay margen para hacer las cosas mejor, pero me gusta pensar en el Iese desde la perspectiva de proyecto social que trabaja para formar amejores directivos y directivas para que construyan mejores empresas y la sociedad sea mejor”.

Heukamp, que es miembro numerario del Opus Dei, disfruta del clima y la gastronomía y de sus amigos de Barcelona, y los fines de semana sale a rodar con su bicicleta de carretera por el Garraf, el Maresme, o hasta Montserrat. Y es un apasionado de la montaña, para esquiar, o para escalar puertos en bicicleta, entre otros, el Tourmalet,.. “pero eso es en vacaciones, ¡para descansar!”.

Mar Galtés

La Vanguardia