«Guadalupe Ortiz de Landázuri fue muy libre»

​La periodista Cristina Abad presenta el libro sobre la primera mujer del Opus Dei que se va a beatificar, en Madrid el próximo 18 de mayo.

Ideal de Jaén «Guadalupe Ortiz de Landázuri fue muy libre» (PDF)

La periodista Cristina Abad presenta el libro sobre Guadalupe Ortiz de Landázuri (1916-1975), ‘La libertad de amar’ (Ediciones Palabra)libertad de amar’ (Ediciones Palabra). Es la primera mujer del Opus Dei que se va a beatificar en Madrid, el próximo 18 de mayo. Esta conferencia que organiza la Fundación Catalina Mir tendrá lugar hoy, a las 19:30 horas en el salón de actos del Colegio de Farmacéuticos de la ciudad.

¿Qué le llevó a escribir un libro sobre Guadalupe?

En primer lugar, como dices, el hecho noticioso, la percha, como decimos los periodistas: Guadalupe Ortiz de Landázuri será el primer laico del Opus Dei en llegar a los altares, tras el fundador y su sucesor, ambos sacerdotes. Y ese primer laico resulta ser… una mujer. Y en particular, química, científica, docente, una pionera de su tiempo, que estudió en la universidad cuando apenas un 9% de las mujeres accedían a las aulas universitarias, no precisamente de ciencias. Esto, en sí mismo, es una noticia que me interesa, como profesional y como mujer.

Después, el ‘encuentro’ con Guadalupe a través de su biografía y de las cartas que escribe a San Josemaría Escrivá. Descubro a una mujer, muy cercana y actual, con un lenguaje sin marcas de época que me comunica muchísimo. Fue lo que me llevó a escribir esta semblanza para darla a conocer.

¿Qué sea la primera mujer del Opus Dei que la Iglesia declara beata, tiene algún significado especial?

Por una parte significa que ese camino del Opus Dei dentro de la Iglesia funciona a nivel práctico, que ayuda a la gente de a pie a llegar al Cielo. A fin de cuentas, el núcleo de su mensaje es buscar, encontrar y tratar a Dios en medio del trabajo, de la amistad, de la vida familiar y social. El Papa Francisco dice en su exhortación apostólica sobre la santidad que necesitamos «santos de la puerta de al lado», gente como nosotros que nos sirva de ejemplo para ser mejor. Pienso que Guadalupe tiene un ‘estilo femenino de santidad’ muy inspirador, en especial para las mujeres.

¿Qué virtudes y cualidades tenía Guadalupe?

Era una mujer trabajadora, fuerte, audaz y de una alegría contagiosa. Y esos rasgos naturales de carácter fueron aquilatándose con el amor a Dios y su lucha personal por ser mejor y ayudar a los demás. También destacaba por su sentido de la amistad, su grandeza de corazón y capacidad para perdonar. Era humilde, sencilla y cercana: consciente de sus limitaciones y de sus errores que trataba de corregir pero no le entristecían. Una mujer libre, muy libre.

¿Los santos tienen también defectos? ¿En qué aspectos tuvo que esforzarse más esta madrileña?

Los santos tienen defectos y quizá eso es lo que más nos acerca a ellos. Guadalupe se fijaba poco en lo material, tendía al desorden y era poco hábil para las tareas delicadas de la casa, pero las afrontaba con ilusión; como era muy fuerte podía no darse cuenta de que a las demás personas les costaban las cosas, pero luchaba por ser más comprensiva cuando se daba cuenta. Le absorbía el trabajo y le costaba cortar a veces para dedicarse a otras tareas. También perseverar en el trato con Dios: durante muchos años fallaba en sus prácticas de piedad espiritual, se distraía en la oración, dejaba el rosario, etc. Pero tenía una gran seguridad en el amor que Dios le tenía y fue creciendo en intimidad con Él.

¿Por qué eligió la fotografía de portada de su libro, en la que se ve a Guadalupe antes de pilotar una avioneta?

Suelo decir que Guadalupe fue una mujer que quiso lo que hizo e hizo lo que quiso. Sin miedos. Que se dejó llevar por Dios, superó techos de cristal y barreras y llegó muy lejos y muy alto… hasta el cielo. Esa fotografía tomada en Tetuán en 1932, en la que aparece con 16 años, sonriente junto a una amiga, al pie de una avioneta, representa bien su carácter decidido y alegre y las cotas que alcanzó humana y espiritualmente.

Guadalupe es una mujer fuerte y a la vez femenina. Acompañó a su padre con serenidad, durante su última noche, antes de ser fusilado en la Guerra Civil.

¿Este hecho marcó de alguna forma su vocación a Dios dentro de la Iglesia al conocer al Fundador del Opus Dei?

Creo que hay acontecimientos en la vida que pueden sacar lo peor o lo mejor de ti. La condena a muerte de su padre, Manuel, teniente coronel que se niega a acogerse a un indulto mientras sus subalternos son fusilados y sigue la misma suerte que los demás, supuso para Guadalupe un punto de inflexión.

Admiraba y quería muchísimo a su padre, fue quien sostuvo a la familia en aquella hora terrible, según cuenta su hermano Eduardo. Más adelante, siendo del Opus Dei descubrió una libreta que era la que D. Manuel había usado en la cárcel, y escribió: «Creo que debo a papá mi vocación». No sabemos más, pero hay una conexión directa.

En México hay otro dato: en la residencia universitaria que puso en marcha, conviven mexicanas y exiliadas españolas. Le presentan a Ernestina de ChampourcinChampourcin, poeta de la Generación del 27, esposa de Juan Domenchina, también poeta que ha sido secretario personal y amigo íntimo de Manuel Azaña, presidente de la II República, quien ha ordenado la condena a muerte de su padre. Domenchina se está muriendo y Ernestina le pide a Guadalupe que le busque un sacerdote para administrarle los últimos sacramentos. Ella podía haber mirado a otra parte, pero había aprendido de su padre a perdonar y a olvidar. Ayuda a Ernestina y entre las dos se forja una sólida amistad. Más tarde la poetisa pide la admisión en el Opus Dei.

¿Qué huella han dejado su generosidad y disponibilidad alegre?

Es sorprendente la flexibilidad que tiene Guadalupe para asimilar los puntos de giro que le propone Dios y el fundador de la obra. Y no era una mujer estoica, sin corazón, al contrario. Pero confía en la vocación recibida, y, como digo, vive libre y sin miedos, acogiendo cada propuesta con ilusión.

En Madrid, tiene que dedicar sus esfuerzos a desarrollar la labor incipiente del Opus Dei con las mujeres por muchas capitales del norte y el centro de España. En 1947, San Josemaría le propone la puesta en marcha de Zurbarán, la primera residencia universitaria femenina del Opus Dei, y una de las primeras de España. Ella es una universitaria y una profesional y aprende a hacerlo contribuyendo así a la promoción de la mujer.

Tres años después, marcha a México para comenzar la labor apostólica del Opus Dei al otro lado del charco. Allí, lo primero que hace es lo que sabe, poner otra residencia universitaria. Luego destaca la puesta en marcha de Montefalco, una antigua hacienda derruida en la revolución zapatista en el estado de Morelos. Allí impulsa una casa de retiros espiritual, un centro agropecuario de formación profesional del campesinado; una escuela de enseñanza primaria y secundaria, un taller de corte y confección y una escuela de capacitación hotelera, para promocionar a las mujeres de los pueblos de la zona.

Guadalupe pasa cinco años en México y luego marcha a Roma donde ayuda al fundador del Opus Dei en el gobierno y desarrollo del Opus Dei en el mundo, pero cae enferma del corazón, una enfermedad muy limitante que no le abandonará hasta su muerte. A su regreso a Madrid, además de retomar su tesis doctoral y sacar oposiciones, trabaja en el instituto Ramiro de Maeztu y en la Escuela Femenina de Maestría Industrial, de la que llega a ser subdirectora, pero saca tiempo también para cuidar de su madre, continuar impulsando la labor del Opus Dei, etc. Verdaderamente pienso que es un ejemplo de conciliación para todas las mujeres.

Javier Pereda

Ideal de Jaén