Goles contra la exclusión social de los niños inmigrantes del Raval

El deporte une. Aunque los jugadores sean de distintas razas y países. Y enseña valores como el esfuerzo y el compañerismo. El fútbol y el baloncesto son algunas de las herramientas de una ONG catalana que trabaja por la juventud del barrio barcelonés del Raval. Artículo publicado en ABC.

Uno de los equipos de fútbol de Braval.

Iniciativas de Solidaridad y Promoción creó en 1998 un programa deportivo multiétnico para facilitar la integración de los jóvenes del Raval. Cuatro años después, más de 142 adolescentes, de 10 a 18 años y de 20 países diferentes, compiten en los equipos de fútbol y básket de Braval (masculino) y Terral (femenino). Para los voluntarios de esta ONG, vinculada al Opus Dei, el deporte es una de las mejores herramientas contra la marginación y para empezar a marcar goles contra la exclusión social de los niños inmigrantes del barrio más multiétnico de Barcelona.

El Raval, el barrio más multiétnico de Barcelona, corre un serio peligro de convertirse en un gueto. Las aceras están ocupadas por grupos de parados paquistaníes, magrebíes, subsaharianos y suramericanos; las plazas por pequeños traficantes de droga que malconviven con los niños y los ancianos; los borrachos que no ocultan su adicción bebiendo alcohol en plena calle por la que también deambulan los ojos idos de un joven en busca de su dosis de heroína.

Los coches patrulla de la Policía pasean lentamente por las calles estrechas y peatonales y, de tanto en tanto, se detienen para identificar a un grupo de individuos que levanta las sospechas de los agentes. La actual imagen del Raval recuerda mucho a la del antiguo y famoso barrio chino de Barcelona, pero ahora los marginados son de piel más oscura, visten de colores y, sobre todo, hablan una lengua extranjera y viven de forma diferente.

Ambiente hostil

Rafael Peró, un pedagogo de 25 años y responsable de los programas educativos de Braval, es consciente del “ambiente hostil” de drogadicción, prostitución, y delincuencia que rodea a los niños inmigrantes del Raval a los que trata de ayudar para que sean “personas con valores verdaderos y no con los que ven en la calle”.

Este joven monitor que se encarga del equipo infantil de fútbol sala del Braval, sabe que el deporte aúna voluntades, crea amistades y enseña a vivir de una forma sana.

Todos los lunes, miércoles y viernes entrena por la tarde, de 17,30 h. a 19,30 h. a una docena de niños inmigrantes, de 11 a 13 años, en el polideportivo municipal del barrio del Raval. Los sábados por la mañana los acompaña en sus desplazamientos para que puedan competir con otro equipo de Barcelona y otro municipio de su área metropolitana. Rafael asegura que los niños se forman poco a poco con “valores comunes” a través del deporte, como son la solidaridad y el respeto.

“Yo no soy de esa gente”

Moreno Carvajal, de 13 años, de la República Dominicana, también sabe que las calles del Raval son peligrosas para chicos de su edad. “Yo no me ‘ajunto’ con los que están en la calle porque me pueden meter en lío. Yo no soy de esa gente que le gusta meterse en problemas”, explica durante el descanso del entrenamiento.

El año pasado murió su hermano mayor, de 18 años, un año después de salir de la cárcel, y este hecho traumatizó a este chico que asegura que “ahora me encuentro mejor” porque ha encontrado nuevos amigos. Hace un año que se apuntó al equipo del Braval donde juegan algunos compañeros de su clase de primero de ESO, en el colegio Miguel Terradell. Además, el año que viene también contará con la presencia en el equipo de uno de sus mejores amigos del barrio, Pautlin, de la misma edad y del mismo país de origen.

Su madre, Lucía, de 36 años, abandonó en 1998 la República Dominicana para dar una oportunidad a sus tres hijos. Al principio se instaló en casa de su hermana, en Manresa, pero cuando encontró trabajo en una residencia de ancianos del Raval se trasladó a este barrio de Barcelona. La mala suerte se ha cebado con esta familia de inmigrantes, pero a lo mejor la fortuna acompaña al hijo menor de Lucía a cumplir su sueño.

Sueños e ilusiones

“Dentro de dos o tres años quiero jugar con el R.C.D. Español y lucharé por ser profesional hasta conseguirlo”, asegura el pequeño. Puede que no sea futbolista profesional, pero puede ser una buena persona, con estudios y trabajo, si mantiene su actitud perseverante y sus ilusiones.

El equipo infantil del Braval se parece a la ONU porque hay niños de todos los países y porque todos sueñan con un futuro mejor. Víctor, un peruano de 12 años, quiere ser mecánico o doctor, mientras que Yussef, un marroquí de 13, quiere jugar con la selección nacional de fútbol de su país, al que sueña con volver cada verano. El único catalán del grupo, Cristian, de 12 años, asegura que él lo hará con la de España, quizá porque en estos días de calor el balón rueda en Corea y Japón.

60 voluntarios

Más de 60 voluntarios participan en los programas de Braval y Terral de esta ONG, “Iniciativas de Solidaridad y Promoción”, cuyo fin es fomentar actividades y actuaciones solidarias para incorporar a los jóvenes inmigrantes a la sociedad. Además del programa deportivo multiétnico, el año pasado pusieron en marcha otras tres iniciativas solidarias.

El de Trinitat Vella es un torneo de fútbol con los internos de la prisión de jóvenes de Barcelona que finalizará el próximo domingo con una paella entre los reclusos y los 26 voluntarios que han participado en este campeonato solidario.

El programa 1@1 va dirigido a ayudar en sus estudios a los alumnos inmigrantes, mientras que en el de verano se realizan actividades para facilitar el conocimiento y la integración en el entorno. Este año empezará el programa ocupacional para aquellos que no lograron el graduado de educación secundaria obligatoria.

Ángel Marín// ABC 16 junio 2002