Familia, trabajo y buen humor

Cristina Coín es abogada y funcionaria del Cuerpo Superior de Administración de la Junta de Andalucía. Esta malagueña cuenta cómo procura compatibilizar su vida familiar (es madre de cinco hijos) y su trabajo.

Cristina Coin en el Simposio 'San Josemaría y la familia'

Yo nací en el seno de una familia numerosa. Mis padres eran maestros y nuestra situación económica no era precisamente boyante. Sin embargo, mis recuerdos de infancia, con mis 7 hermanos, son muy felices. Mis padres trabajaban mucho, pero con alegría. Era una casa viva, divertida, ruidosa, siempre con mucha gente… en resumen,  que no le daba a uno tiempo a aburrirse. 

Ahora intento crear ese mismo ambiente en mi familia. Me gustaría que fuese uno de esos “hogares luminosos y alegres”, de los que hablaba san Josemaría. Esa expresión se me ha quedado grabada y me ha ayudado mucho en mi vida.

Evidentemente, las familias numerosas tenemos nuestros problemas: pero a mí no me gusta hablar de dificultades, además, he comprobado que los problemas no dependen matemáticamente del número de hijos que tengas. 

"Pienso que en una familia numerosa no hay más tensiones, por principio, que las que se dan en una familia sin hijos o con pocos hijos"

Pienso que en una familia numerosa no hay más tensiones, por principio, que las que se dan en una familia sin hijos o con pocos hijos. Todas las familias se encuentran con dificultades y, en gran medida, superarlas es cuestión de paciencia y de orden. Si te planificas bien, puedes llegar a todo, o a casi todo: los hijos mayores entretienen a los medianos, los medianos cuidan de los pequeños, y entre todos se ayudan entre sí, especialmente cuando uno de ellos se pone enfermo… 

Y con un poquito de buen humor todo resulta más sencillo, aunque las cosas no salgan siempre como uno se espera. Uno de mis hijos, Álvaro, de siete años, padece una enfermedad neuromotora, y algún tiempo después de nacer tuve que pedir dos años de excedencia para dedicarme exclusivamente a cuidarle. 

Cuando quise volver a trabajar, no tuve más remedio que reciclarme, porque durante ese tiempo en la Administración habían cambiado mucho las cosas. Me presenté a un examen para ganar de nuevo la plaza. Gracias a Dios, lo conseguí y continué trabajando en el mismo puesto. Ahora el resto de mis hijos me ayudan a cuidar a Álvaro, turnándose entre ellos para estar más pendientes o haciéndole compañía cuando tiene que pasar tiempo en el hospital. 

Compartir el trabajo

'Todas las familias se encuentran con dificultades y, en gran medida, superarlas es cuestión de paciencia y de orden'

En esto como en todo, lo importante es aprender a priorizar y saber dividir el trabajo entre el marido y la mujer con realismo, sin porcentajes teóricos. A mí no me parecen  demasiado realistas esos intentos de “distribuir” de forma radical las tareas en casa, porque la vida es más rica que todo eso y hay ocasiones en las que la madre tiene que soportar todo el peso de la familia, y otras en las que le toca al padre. 

Lo que hay que tener claro es qué está en primer lugar y qué en último. Por ejemplo, con el panorama que yo tengo en mi casa, no me puedo poner a ver la tele a las cuatro de la tarde. Y mi marido, lo mismo: cuando llega no se sienta en un sillón y se pone  a ver el fútbol…

Ser madre o padre de familia numerosa no resulta cómodo, ni fácil. Para llevar este estilo de vida ayuda mucho tener unos motivos más altos que los meramente humanos. Hay momentos de cansancio, y días en los que te parece que ya no puedes más. Pero sí puedes; puedes si recurres a Dios, si te apoyas en Él. Puedes, cuando compruebas, de nuevo, que Dios es un Padre bueno que te da fuerza para superar las pequeñas y grandes dificultades.