Artículo publicado en ABC. (Descarga en PDF)
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Cuatro de cada diez niños que mueren en Camerún son como consecuencia de la malaria. «La malaria es más asesina que el zika, el ébola y la tuberculosis juntas», recordó este miércoles la pediatra camerunesa Esther Tallah, que se encuentra estos días en Madrid para recibir el Premio Harambee 2006por su labor a favor de la promoción e igualdad de la mujer africana.
Pese a que la incidencia de la enfermedad se ha reducido mucho en los últimos años, «las cifras siguen siendo muy altas, ya que este virus mata a una persona cada dos minutos», comenta esta mujer, que se formó en Alemania y durante años ha sido directora delservicio de pediatría de un hospital en Yaundé y directora de la Coalición de Camerún contra la Malaria.
«Los hijos de madres sin formación corren dos veces más peligro de muerte o de desnutrición que los hijos de madres con educación secundaria» Esther Tallah, pediatra y premio Harambee 2016
La malaria, sin embargo, no es el único mal que causa estragos en Camerún. La discriminación que sufre la mujer provoca que ocho de a cada diez menores que no van a la escuela sean niñas. «La educación de las jóvenes no está considerada como algo importante y la mayoría de ellas permanecen en sus casas para ocuparse de las tareas domésticas y de sus hermanos y hermanas más pequeños hasta que llegue el día en que se casen», denuncia Tallah.
El matrimonio tampoco supone una oportunidad para mejorar las condiciones de vida de la mujer. Muchos de ellos están arreglados por las propias familias de las menores, incluso antes de que cumplan la mayoría de edad. «La mujer al casarse pasa a pertencer a la familia del marido por lo que los padres consideran que la inversión económica que se puede realizar en la educación de una hija mujer es una inversión perdida», explica la pediatra.
La falta de acceso a la educación de la población femenina acarrea muchos lastres sociales a largo plazo. «Los hijos de madres sin formación corren dos veces más peligro de muerte o de desnutrición que los hijos de madres con educación secundaria o superior, porque la calidad de vida de los niñosdepende de la salud, de la seguridad, y del bienestar de sus madres», recuerda.
La propia Tallah admite que pese a que las cifras de alfabetización en la población femenina son malas,«la realidad aún es peor». Por ello trabaja desde hace tres años en mejorar el acceso de las niñas a la educación. A través de su fundación EFEDI (Ecole, Familie, Education Integrale) ha creado uncentro de educación preescolar (Tiama) que funciona en unas instalaciones provisionales. «No queremos una choza. Queremos un colegio digno y bien construido, del que las alumnas se sientan orgullosas, ellas también tienen derecho a estudiar en un colegio con buenas instalaciones, aunque sean pobres», apunta.
Con la ayuda de la ONG Harambeehan lanzado una campañapara recoger los 33.500 euros que son necesarios para la construcción de este colegio. «No queremos colegios para educar élites, sino colegios capaces de hacer aflorar el talento de cada niña y de darle la oportunidad de llevar su educación hasta el final», apunta.