Familia, escuela y medios de comunicación son claves para la cultura del perdón

Jaime Cárdenas del Carre, director de Investigación de la Schengen Peace Foundation (Luxemburgo), dijo hoy en Madrid que “la familia y la escuela son el primer hábitat donde el ser humano encuentra la realidad de la ofensa y la posibilidad del perdón”.

Manolo Garrido presentó a Jaime Cárdenas del Carre, director de Investigación de la Schengen Peace Foundation, en el Encuentro Castelló, organizado por la Oficina de información del Opus Dei.

“La familia, añadió, es el lugar propio para adquirir actitudes socializadoras que se proyectarán después en las relaciones interpersonales”.

“En cualquier disputa familiar encontramos a escala los elementos de los conflictos: rencor, dolor, verdad, reconocimiento, reparación, generosidad y tolerancia a la imperfección ajena”, dijo también este experto que cuenta con estancias de especialización en Washington DC (United States Institute for Peace) y cursos en Rumanía, Honduras, Guatemala y Uganda.

Cárdenas, especialista en Conflictos Armados y Gestión de Crisis, destacó también el papel de los medios de comunicación para “potenciar la capacidad de convivir con todos, para comprender, disculpar y perdonar”.

Según este experto de la Schengen Peace Foundation, que promueve estudios interdisciplinares sobre la paz, “los medios de comunicación pueden favorecer un clima de entendimiento o crear un conflicto sin base suficiente”.

Señaló que “no es legítimo responder al fanatismo con fanatismo” y destacó que “el mal se vence con el bien, y la mentira con la verdad, no con la violencia”. De otra forma –añadió- “el ciclo violento de ofensa y venganza supone que el odio pasa de una generación a otra”.

Cárdenas afirmó que “la familia y la sociedad deben cerrar bien sus heridas, evitar coser sin desinfectar”. Destacó que es necesario educar en el perdón y afirmó que “la memoria no es venganza ni olvidar equivale a perdonar”.

En su opinión, “perdonar no significa renunciar a la justicia y a la verdad y supone “dar un bien después de recibir un mal, que impide la revancha y purifica la memoria”.

Se preguntó si se puede perdonar lo imperdonable, lo irreparable y lo inolvidable, y respondió afirmativamente, ya que “ahí es donde el perdón alcanza su pleno sentido, pues la justicia sola nunca podrá restablecer el equilibrio destruido por la ofensa”.