En 1957, el cardenal Marcello Mimmi, arzobispo de Nápoles, regaló a san Josemaría las reliquias del santo, que se custodiaban en la sacristía de la iglesia del Gesù Vecchio. Lo relata la escritora Carmela Politi Cenere en su libro Napoli e le certezze di san Josemaría (Rolando Editore, 2010).
Las reliquias de san Severino habían sido donadas a mediados del siglo XIX por el papa Gregorio XVI a la iglesia napolitana de los Santos Mateo y Francisco, de donde años más tarde pasaron a la del Gesù Vecchio.
según la tradición, San Severino es un soldado romano martirizado en el siglo II o III
En Nápoles, la devoción a las reliquias es una de las cosas que más llaman la atención a quien visita las iglesias de la ciudad. En la del Gesù Vecchio, la misma en cuya sacristía se encontraban las reliquias de san Severino, hay una capilla con dos altas paredes laterales totalmente recubiertas de relicarios, cada uno bien identificado por el santo o la santa del que conserva los restos.
Del patrono de Nápoles, San Jenaro, la catedral custodia como uno de sus mayores tesoros la célebre reliquia de su sangre.
San Severino, un soldado romano en los primeros siglos del cristianismo
De la vida de san Severino se sabe poco: según la tradición, es un soldado romano que fue martirizado en el siglo II o III. El Martirologio Romano de 1930 añade que habría sido martirizado bajo Diocleciano, y que sus reliquias se conservaron en unas catacumbas romanas.
Su figura aparece asociada a los cuatro mártires romanos de la Via Labicana. Severino significa austero, firme: el nombre puede ser un título póstumo en memoria de su martirio.
Un resumen sobre la compleja historia de estas reliquias, en la que aún quedan puntos por investigar, se encuentra en el artículo de Juan Miguel Ferrer, El culto al mártir san Severino.
Las reliquias de San Severino en Roma
Actualmente, las reliquias de ese mártir son veneradas en un oratorio dedicado a san José en Villa Tevere. En 1958, la Santa Sede concedió la facultad de que en los centros del Opus Dei se celebrara la misa de san Severino el primer día del mes de noviembre libre de otras conmemoraciones.
San Josemaría quiso que esa concesión de la Santa Sede para celebrar esa Misa fuera una ocasión para que sus hijos reforzaran más y más la unión con el corazón de la Obra
El 25 de marzo de 2013 la Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los Sacramentos –en continuidad con esa facultad– fijó el 8 de noviembre (o en el día más cercano no impedido) como el día para se celebre esa Misa votiva en honor de san Severino.
De este modo, se vincula su recuerdo con la antiquísima tradición de los mártires de la Via Labicana, celebrados durante siglos en esa fecha.
San Josemaría quiso que esa concesión de la Santa Sede para celebrar esa Misa fuera una ocasión para que sus hijos reforzaran más y más la unión con el corazón de la Obra, precisamente porque sus reliquias se conservan en Villa Tevere, la sede central en Roma.
Para Carmela Politi Cenere las reliquias de san Severino son “un emblema de comunión con la Iglesia y con todas las ciudades del mundo”. En efecto, las reliquias de los mártires no son nunca sangre que pide venganza; son, al contrario, una llamada a la unión entre los hombres en Cristo Salvador del mundo.